Si nos ha sido diagnosticado un bocio multinodular es necesario que nos hayan explorado físicamente y se hayan detectado nódulos tiroideos y con ello, su forma, el tamaño, la adherencia, etc.
El bocio multinodular es un aumento generalizado y difuso de la glándula tiroides, sin existir nódulos ni hipertiroidismo. En algunos casos, recibe otras denominaciones como bocio simple, debido a la inexistencia de nódulos, o bocio coloide, por la existencia de folículos uniformes llenos de coloide. Este trastorno puede ocurrir de forma endémica cuando afecta a más del 5-10 % de la población y suele deberse a la deficiencia de yodo (bocio endémico), o de forma esporádica, cuyo origen suele ser desconocido (bocio esporádico). Existe un tercer tipo de bocio difuso no tóxico descrito en adolescentes, que se denomina bocio juvenil.
Normalmente es el déficit de yodo el que causa la enfermedad tiroides y se conoce que al menos doscientos millones de personas la padecen actualmente.
La deficiencia de yodo no permite saber si el bocio es endémico y por tanto, ver las necesidades del paciente. Una fuente fundamental de aporte de yodo es el pescado y la sal yodada. En algunos pacientes, el exceso de yodo puede procurar bocio y también puede relacionarse con otros factores genéticos, desnutrición calórico proteica o sustancias bociógenas que interfieren en las hormonas tiroides.
Mediante una ecografía se puede observar la glándula y se valorarán las medidas, las características morfológicas y se precisa una PAAF (punción aspiración con aguja fina) para determinar el tipo de células que tiene el nódulo y se aconsejaría qué tratamiento ajustar para cada paciente.
Esta técnica permite actualmente ver la benignidad o malignidad de los nódulos tiroideos y conocer el Tirads. La definición de nódulo, la vascularización, la presencia de microcalcificaciones, la ecogenicidad entre otras características puede determinar el grado de malignidad en el caso de ser positivo.
Las pruebas de función tiroidea en todos los pacientes con bocio se realizan principalmente para excluir tirotoxicosis o hipotiroidismo. En la deficiencia de yodo suele aparecer una T4 baja, con una T3 y una TSH normales y la gammagrafía tiroidea no suele ser necesaria, pero pone de manifiesto el aumento de la captación de yodo. La ecografía no suele estar indicada en este tipo de bocio, a menos que en la exploración física se encuentre un nódulo palpable.
En el bocio multinodular, el paciente tiene un agrandamiento irregular de la glándula tiroides debido a tumores pequeños y redondos (nódulos), incluidos en su interior. Estos nódulos se forman tras repetidos ciclos de hiperplasia e involución, y producen un exceso de hormona tiroidea. Es decir se observa una hiperplasia e hipertrofia folicular. Se le conoce como tóxico puesto que la glándula aumentada de tamaño conserva autonomía y es causante de hipertiroidismo y tirotoxicosis.
El tratamiento consiste en la administración de yodo radiactivo, cirugía o fármacos antitiroideos así como betabloqueantes en el caso de tener síntomas asociados al metabolismo acelerado. En algunos pacientes pueden existir otras complicaciones asociadas al bocio tales como la taquicardia, la insuficiencia cardíaca compresiva o la fibrilación auricular así como osteoporosis, fiebre y dolor abdominal.