Rueda la vida con sencillez, y así hemos de verla. Busquemos compromisos que nos inviten a puntos de cierta mesura. Seamos cuerdos, aunque a veces emplacemos ribetes de locura. Todo en su justa medida. Intentemos que no falte la picardía y la improvisación.
Hemos de batir a los que vienen en son de pugna. No aceptemos sus remedios, por interesantes que sean. La justicia desde la paz nos presenta esa cantidad de pulsaciones que, por equilibradas, nos proponen deleitarnos con poco, con lo suficiente.
Logremos la experiencia existencial que nos recupera de cualquier avatar. Seamos candidatos de humildad y sacrificio en pos de nosotros mismos y de los demás, para aprender y compartir. Estemos listos para cualquier oportunidad con un rostro de humanidad.
Conozcamos nuestras motivaciones. Cumplamos reposadamente con los objetivos cotidianos. Diseñemos tintes de emoción con la conveniente fantasía para progresar con decoro.
Cantemos. Seamos sencillos. Nos hemos de regalar unas maravillosas versiones con estilo, perdonando, superando soledades, mostrando la jovialidad por y para cada ocasión de amar y ser estimados. La estabilidad desde la bondad y ésta con lealtad y honestidad nos conformarán en un cuento que podremos hacer realidad.
No gastemos lo que no necesitamos. Amemos, mucho, hasta que nos falten las fuerzas, que retornarán cíclicamente gracias, asimismo, a este sentimiento.
Y, por favor, caminemos, siempre.