Carlos Bouza muestra en Madrid los molinos de Guadaira: un patrimonio que conservar

Está claro que la función social del arte no se centra solo en su contemplación sino que debe tender cada vez más a la conservación a fin de que otros puedan también disfrutarlo.

carlos-bouza-molinos-guadaira Carlos Bouza muestra en Madrid los molinos de Guadaira: un patrimonio que conservarPor esta razón, el hotel Eurostars Central 4* de Madrid inauguró el lunes 8 de julio de 2019 la exposición Descubriendo los molinos del Guadaira, una serie del fotógrafo madrileño Carlos Bouza que muestra la importancia histórica de estas construcciones a lo largo del río Guadaira y en el municipio que lleva su nombre, Alcalá de Guadaira, en la provincia de Sevilla, Andalucía.

Los molinos cuentan historias de prosperidad, riqueza y poder de la ciudad de Alcalá de Guadaira, que fue conocida con el sobrenombre de “Alcalá de los Panaderos”, gracias al gran número de molinos con los que contaba.

Dichos molinos tienen en muchos casos una estructura defensiva y almenada, como si de castillos medievales se tratara. Y es que por lo general, el dueño del molino era rico, un señor feudal que controlaba el entorno y así ha seguido siendo hasta casi nuestros días, puesto que la actividad del molinero llega hasta bien avanzado el siglo XX y muchos la hemos conocido in situ.

El dueño del molino vivía de la makkila (la parte del grano con que él se quedaba en pago por su trabajo) y todo el pueblo dependía de él para sobrevivir. Esta actitud defensiva adquiere toda su dimensión si pensamos que la mayoría de estas construcciones datan de la Edad Media (siglo XII), que ya asombraron a Don Quijote y asustaron a su escudero con sus terribles batanes, si bien los molinos de agua no adquieren en la obra cervantina el protagonismo de los famosos molinos de viento. Pero estamos en Sevilla y no en La Mancha, y los nombres de estos molinos son ya en sí una belleza descriptiva, lo que habla de su importancia individual y añade un motivo más para conocerlos en esta exposición.

Profundizando en la historia de cada molino, Carlos Bouza descubrió que pertenecían a familias nobles o adineradas y a alguna orden religiosa. La posesión de uno de estos molinos se convirtió en un símbolo de poder y riqueza.

“Cuando me acerqué a los molinos del Guadaira pensé que sus torres almenadas eran puestos defensivos. Y en su día lo fueron, además de servir para dar visibilidad a la riqueza cerealística de la zona”, explica el fotógrafo, quien se documentó muy bien antes de hacer el trabajo sobre los molinos situados en la ribera urbana del río Guadaira.

Así surgió el libro Descubriendo los molinos del Guadaira, con fotografías en color, que Bouza presentó en el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra. Posteriormente decidió montar esta exposición con fotografías en blanco y negro que le dan a los edificios un carácter especial, atemporal y hasta romántico.

“El blanco y negro –afirma Bouza- me permite captar la atención del espectador sobre la arquitectura, quedando el entorno en segundo plano. Así, los distintos tonos de grises dan carácter a las piedras, al río y a la vegetación en un juego de luces y sombras”.

Carlos Bouza lleva más de tres décadas dedicado a la fotografía alternando el fotoperiodismo, la fotografía de viajes y urbana, y la fotografía social; además de encargos de empresa. En 2017 recibió el premio Bronce International Photography Awards (IPA) Spain en la categoría de Deportes al aire libre y una Mención de Honor en los International Monochrome Awards.

Además de esta exposición, Carlos Bouza ha expuesto la muestra Chefchauen. La ciudad azul de Marruecos, en cuatro hoteles y en septiembre la llevará al Eurostars Washington Irving 5* de Granada para regresar con ella en julio de 2020 al Eurostars Central 4*.

  • Título: Los molinos del Guadaira
  • Eurostars Central 4* (Mejía Lequerica, 10, Madrid)
  • Hasta el 2 de septiembre (02:09:2019)
Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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