Casa museo Bonnet en Florida: paraíso tropical

El Sur de la Florida tiene secretos y bellezas que no todos conocen, y la Casa Bonnet es uno de esos tesoros. Mónica Estevez, relaciones públicas del museo comenta: “Esta casa tiene 35 acres que cuentan la historia de un amor y del enamoramiento a estas tierras, donde playas, mar, foresta y canales acuáticos se conjugan en un paisaje único, en un paraíso tropical”.

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Patio de la Casa Bonnet de J Christopher

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Cuando llegó hacia 1893, a Fort Lauderdale, el millonario Hugh Taylor Birch se enamoró de las playas y de la selva tropical, compró entonces, estas tierras al borde del mar, sobre el canal intercostal, donde los cocodrillos americanos se asomaban entre las flores acuáticas, levantando las flores como un bonete, por eso, le dio el nombre de “Casa Bonnet”. No solo se enamoró del lugar si no que se lo obsequió a su hija Helen, como regalo de bodas, cuando ella contrajo matrimonio con el artista Frederic Clay Barlett, en 1920.

La casa estuvo diseñada por Frederic, según antiguas casas tropicales. Helen gustaba del piano y era coleccionista de arte pero murió al poco tiempo. La enorme propiedad quedó abandonada hasta que Frederic volvió a casarse con Evelyn y entonces la casa comenzó a revivir. El jardín floreció con árboles frutales y la casa fue bellamente decorada con murales que el propio Frederic realizó.

Iniciamos un viaje por los jardines que tienen cinco zonas naturales: el manglar pantanoso, las dunas de la playa, el sistema lacustre, la hamaca marítima y la playa. La propiedad refleja la maravillosa naturaleza salvaje antes de la llegada de la urbanización, dejando el lago natural, los canales y los puentes. La gran variedad de árboles y plantas crean un botánico natural y la exhuberancia de la foresta envuelven al visitante.

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Evelyn era apasionada de las orquídeas y Frederic le regaló un invernadero para estas plantas, además creó un bar de bambúes y un cabinete donde se exhibe la colección de conchas y caracoles marinos que la pareja tenía; muchos de estos caracoles fueron recolectados en las playas cercanas, otros provienen de viajes y otros de amigos que se los regalaban. Todos los años se organiza un festival de orquídeas. No olvidemos que cuando Juan Ponce de León llegó en 1512 a estos parajes, los llamó “Florida”, por la gran cantidad de flores, entre ellas las orquídeas salvajes, la orquídea mariposa y la orquídea fantasma nativa del sur de la Florida, exótica por su manera de esconderse en las zonas pantanosas.

La región también tiene una exótica historia, fue habitada por los indios Tequestas hacia 1500 AC, en contacto con los Calusa y los Mayaimis, llegados del Caribe y Mexico. Vivian cerca de las costas, eran pescadores y recolectores de conchas marinas.

Cuando llegaron los conquistadores europeos, el paraje sirvió de camino de paso hacia el sur, una especie de posta. Más tarde, en 1876 se construyó una casa refugio para los navegantes, los naufragos y los caminantes.

En la época en que Bartlett construyó su casa, los materiales llegaban en barco por el canal, que aún se conserva. Frederic diseñó la casa, con un jardín interno, rodeado por una galería decorada con esculturas traídas de sus viajes por Oriente; en las paredes, pintó varios murales. El estudio del artista fue lo primero en terminarse, pueden verse sus cuadros, su colección de botellas y objetos religiosos.

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Frederic Bartlett fue un conocido coleccionista de arte en Chicago, donde vivía gran parte del año, fue así como donó su colección de veinticuatro pinturas post-impresionistas, (cuadros de Cezanne, Gauguin, Matisse y Seurat), al famoso Instituto de Arte de Chicago.

Siguiendo por la galería llegamos a la cocina, con sus gabinetes y porcelanas donde el mayordomo preparaba los platos especiales. Contiguo esta el comedor decorado con peces capturados por el artista y su hijo, cerámicas y una colección de jarros de cerveza alemana.

Salimos a una logia techada que protege y nos comunica con la gran sala, presidida por columnas, con una chimenea y dos escritorios para que los esposos trabajaran juntos, mirando los amplios ventanales sobre la playa.

El salón de música que pertenecía a Helen se mantiene intacto, esta empapelado y tiene un piano Steinway de 1853. Helen practicaba su piano y daba veladas musicales. Espejos, candelabros y canapés de la India, comprados en Sotheby, comparten el ambiente con un extraño cuadro del jefe indio Osceola, quien luchó bravamente por defender estas tierras del avance del progreso y la ambición de los inversionistas del norte americano.

Otro lugar especial es la galería, cuartos para los huespedes que luego se destinaron a exhibir las pinturas de Evelyn, quien dejó de pintar sus naturalezas y frutas tropicales porque otras tareas la ocupaban.

Subiendo la escalera se accede a los dormitories, decorados con mobiliario original y con vista a los jardines.

Cuando murió Frederic en 1953, continúo viniendo a este solar y ocupándose de mantener la propiedad. En 1983, resolvió donar la casa a una entidad no lucrativa: Florida Trust for Historic Preservation, que conservaría esta arquitectura y el parque como representación de la flora y costumbres del sur de la península de la Florida. Gracias a este tutelaje es posible revivir este mundo tropical y el esmero de estos millonarios enamorados de la región.

Es un lugar único y diferente en el sur de la Florida, para quien desee apreciar la naturaleza autóctona y descubrir una bella casa tropical ideada según las fantasías de sus moradores.

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