Con el paso de cada año, se observa el impacto del daño al medio ambiente alrededor del mundo: sobreexplotación de los recursos naturales, la ocurrencia cada vez más frecuente de fenómenos climáticos extremos y la contaminación descontrolada del agua y el suelo. Al mismo tiempo, nuestros derechos colectivos al ambiente sano y al equilibrio ecológico se ven cada vez más vulnerados, con un impacto desproporcional sobre las comunidades más vulnerables, informa Alex Bush (IPS) desde Bogotá.
En este contexto, crece la urgencia de la protección de la naturaleza para garantizar la justicia climática, y al celebrarse el Día Mundial del Medio Ambiente, el domingo 5 de junio, desde Oxfam Colombia se destaca la labor esencial de las mujeres defensoras del medio ambiente la tierra y los riesgos que enfrentan por ejercerla.
Defensa del medio ambiente en Colombia
Colombia, dada su oferta en términos ambientales, es un país donde la protección de la naturaleza es fundamental: cuenta con varias biomas y ecosistemas importantes (entre ellos páramos, manglares, bosque húmedo tropical y la selva amazónica) y se clasifica como un país «megadiverso» por la cantidad de especies de flora y fauna.
Esta riqueza natural es de vital importancia no solo para las comunidades locales, sino para el mundo entero; el país posee casi un diez por ciento de la biodiversidad mundial.
Mientras el Estado ha establecido algunas metas en torno de la protección ambiental, como una reducción de 51 por ciento de emisiones de gases de efecto invernadero al 2030, estas han sido señaladas como insuficientes.
Al mismo tiempo, la economía conserva una dependencia elevada por modelos basados en la agroindustria y la extracción, incluyendo minería y fracking (fractura hidráulica). Por lo tanto, el trabajo de proteger y defender de la tierra, el agua y los bosques ha recaído principalmente sobre las comunidades en los territorios, y particularmente en las mujeres, quienes son en su mayoría las que componen las organizaciones y los movimientos para la protección del medio ambiente.
En paralelo, la firma del Acuerdo Final de Paz en 2016 resultó en la salida de las FARC-EP de muchas zonas remotas.
Este fue un paso importante hacia la construcción de paz, pero también impulsó una expansión significativa de modelos extractivistas y agroindustriales, tanto legales como ilegales, en los territorios. Estas actividades tienen un impacto tanto sobre la tierra como sobre las comunidades quienes la habitan, afectando de manera desproporcional a poblaciones campesinas, indígenas y afrocolombianas.
Para los negocios y organizaciones ilegales que quieren hacer uso de la tierra, las personas que trabajan en defensa del medio ambiente son «estorbos» ante la explotación de los recursos naturales, el progreso y el desarrollo económico.
Esta dinámica pone en riesgo la vida de los líderes y lideresas ambientales, como se evidencia en el informe elaborado por Oxfam en 2019, bajo el título «Defensoras de derechos agrarios, territoriales y medioambientales en Colombia».
«El riesgo sobre las mujeres defensoras se multiplica porque reúnen una serie de factores que las hace más vulnerables. Son mujeres en un país con una fuerte estructura patriarcal. En su mayoría son campesinas, indígenas o afrocolombianas; identidades que conllevan una carga de estigmatización. Tienen identidades de género diversas. Y, por último, viven en zonas rurales pobres y marginadas históricamente», indica el documento.
Los impactos son devastadores: entre la firma de los acuerdos y septiembre de 2021, Indepaz registró 611 asesinatos de personas defensoras de la tierra.
Así mismo, según datos de Global Witness, Colombia ha sido el país con más persecución de defensores del medio ambiente, por dos años consecutivos, con 65 personas asesinadas en 2020. Más de la mitad de estos actos fueron dirigidos contra personas campesinas, y un tercio contra personas indígenas y afrocolombianas.
No obstante, en medio de este panorama tan complejo, las defensoras del medio ambiente no se rinden; siguen comprometidas con la labor de proteger a la tierra, el agua, los bosques y sus comunidades.
En Oxfam Colombia se acompaña a varias organizaciones en este trabajo a través de la campaña Juntas Somos Victoria.
Para evitar la amplificación de los riesgos enfrentados por sus familiares y comunidades, en vez de usar la cara o nombre de una víctima específica, la campaña construyó un personaje ficcional, Victoria, quien es la suma de las mujeres asesinadas en Colombia por su labor en la defensa de la tierra, el territorio y el ambiente.
Por medio de la voz de Victoria, se busca visibilizar el valor del liderazgo de las defensoras, promover la protección de ellas y ampliar sus voces sin temor a las represalias.
Llamada a la protección
En el día mundial del medio ambiente, Oxfam Colombia hace una llamada por la protección de los territorios y el ambiente, así como de las personas que los defienden. En términos concretos, esto depende de varios compromisos:
- El Estado colombiano debe garantizar una implementación eficaz del acuerdo de paz, asegurando una presencia integral en los territorios más afectados por el conflicto.
- De la misma manera, debe asegurar medidas de protección adecuadas para las personas defensoras del territorio; más allá de la provisión de escoltas, esto debe integrar consideraciones de autocuidado y cuidado comunitario, con enfoque de género, étnico y territorial.
- Paralelamente, es crucial reducir el nivel de la impunidad, facilitando los procesos de denuncia y avanzando con mayor rapidez en las investigaciones.
- Por otro lado, es necesario impulsar la creación de modelos económicos ajenos a la extracción y agroindustria. Esto facilitaría minimizar el daño ambiental y al mismo tiempo puede promover un desarrollo sostenible arraigado en las necesidades de las comunidades.
Sin embargo, la responsabilidad de protección no recae solo en Colombia como Estado sino en los gobiernos, instituciones e individuos alrededor del mundo: todos y todas deben reconocer y valorar el trabajo de la defensa del medio ambiente desarrollado por personas en los territorios, exigir a nuestros gobiernos establecer compromisos para proteger la tierra, el agua, las selvas y la biodiversidad, y trabajar activamente para construir una sociedad que pone en el centro la vida.
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