«Comportarse como adultos» (Adults in the room), largometraje que hace el número diecinueve de los realizados por el cineasta griego Costa Gavras, es una excelente representación de la tragedia griega de los tiempos modernos y una renovación del compromiso político y social que ha acompañado toda la carrera de su autor («Zeta», «Estado de Sitio», «Missing»…). Una formidable requisitoria contra una Europa entregada a las lógicas financieras y mercantiles en la que no había lugar para la solidaridad y la compasión.
Tras siete años de crisis, Grecia se encontraba al borde de la quiebra. Se celebraron elecciones en 2015 y casi como un milagro aparecieron dos hombres dispuestos a encarnar la esperanza de salvar al país. En su calidad de ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, elegido diputado por la Coalición de la Izquierda Radical Syriza liderada por Alexis Tsipras, llevó a cabo una guerra sin cuartel en reuniones públicas y secretas con los representantes tradicionales del poder en la Unión Europea, la temible Troika, empeñados an aplicar un rescate a base de medidas de una brutal austeridad, en el momento en que todo un pueblo se estaba jugando su destino.
Y, no menos importante, en ejercer todo tipo de presiones para separar al tandem Tsipras – Varoufakis, en el convencimiento de que su divorcio dejaría al país a su merced.
Yanis Varoufakis ganó varias batallas, pero perdió la guerra, y Alexis Tsipras siguió al frente de un país que todavía no ha conseguido recuperarse del todo.
Para la película, Costa-Gavras se ha inspirado en el libro homónimo de Yanis Varoufakis («Comportarse como adultos: mi batalla contra el establishment europeo», Deusto Ediciones, 21.80 €), en el que refleja su lucha durante las negociaciones del rescate a Grecia en plena crisis del Euro. Un duro enfrentamiento que tuvo en ascuas a medio mundo, en el que Varoufakis representó las esperanzas de muchos ciudadanos europeos al infundir un cambio en el régimen político, financiero y económico europeo; sin duda el mayor desafío al que se ha enfrentado la Troika.
«Comportarse como adultos», título sacado de una frase pronunciada por Christine Lagarde en una reunión, entonces directora general del Fondo Monetario Internacional, FMI, es el relato, sin maniqueísmo ni caricatura, de la dimensión trágica de aquellas renegociaciones de la deuda griega y las ayudas europeas –en las que los mandatarios de la UE se encontraron frente a un personaje una generación más joven e infinitamente más inteligente que todos ellos juntos- y de la relación entre los dos «salvadores», Varoufakis y Tsipras.
Entre los aciertos de este apasionante drama político europeo hay que destacar el hecho de que todos los roles están interpretados por actores de la misma nacionalidad que los personajes que protagonizaron aquel pulso entre el gigante, la Troika, de la Unión Europea y el enano que era una Grecia a la que la corrupción de sus políticos había llevado al borde de la quiebra como estado.
Christos Loulis, excelente en el Varoufakis del celuloide que se entrevista con ministros, jefes de gobierno, banqueros, presidentes de organismos internacionales, etc., es un héroe positivo, capaz de explicar mejor que cualquier soflama política en qué consiste realmente esa Europa que tiene tanto poder sobre todos nosotros.
Los adultos de la sala a que hace referencia el título original – que tienen la misión de explicar que su intención era hacer lo mejor para Grecia y los griegos- son los personajes de un folletín palpitante, burócratas arrogantes, cabezotas y carentes de empatía, que nadaban con enorme habilidad en las procelosas aguas políticas y que encontraron en Varoufakis un inteligente y preparado contrincante que hablaba de crisis humanitaria y se negaba a transigir.
En una última secuencia llena de genialidad y simbolismo, el realizador hace que Tsipras – ya sin la muleta de Varoufakis, perdedor frente a la Troika y obligado a firmar el memorándum del No- se encuentre atrapado en la danza de esos adultos siempre tan protocolarios que han ganado la partida y, perdida la formalidad habitual, se marcan una coreografía ritmada por los conceptos nefastos de austeridad, crisis, deuda, rescate…
Magistral como siempre Costa-Gavras, quien a los 86 años ha recibido en 2019 el trofeo Jaeger-LeCoultre «Glory to the Filmmaker» en la Mostra de Venecia y el Premio Donostia del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, Zinemaldia, por toda su carrera cinematográfica
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