El punto de partida está en ese mágico día en el que las obligaciones ya no existen, el despertador no suena y no tenemos otra cosa que hacer que ver en dónde vivimos y con quién. Los conflictos que durante todo el año se han ido sorteando porque para eso la oficina es un buen refugio, afloran como las margaritas en primavera, para mostrarnos a nuestra pareja, a nuestra verdadera pareja.
El predominio de las interacciones negativas sobre las positivas comienza cuando disponemos de las 24 horas para compartir el ocio; ojo, hablamos de ocio. A pesar de ello, más si el deseo es vernos reforzados en tal supuesto, tendremos que ir intercambiando las conductas positivas, mejorando la comunicación y sobre todo, la resolución de los problemas cuando estos aparecen. Analizar por qué se producen los conflictos, ver en qué áreas tienen lugar, analizar sus formas y sobre todo, sus consecuencias, nos hará ver con perspectiva el problema y sobre todo tomar medidas si no hay solución de continuidad.
En estos casos, no siempre agradables, como dice el refrán, «en tiempo de tempestad no haga mudanzas», así que espere a que las vacaciones hayan terminado y que la rutina le devuelva a su hábitat reconocido.
Actualmente en nuestro sistema social, cuando en una pareja, que es la entidad basada en la relación entre dos personas como institución social, se producen relaciones diádicas entre sus miembros, tanto las leyes, las costumbres, los usos sociales, marcan y definen la misma. Entonces, ¿qué ha sucedido para que todo haya cambiado? Desde el rol de la pareja y de la familia como tal, que ha ido cambiando a lo largo de los tiempos, hasta los hijos si hubiere o los bienes económicos si se comparten, todo influye para que las conductas de apego se definan y por ello, implícita, o explícitamente todas las actividades que se comparten; lo bueno y lo malo se rompan.
Si bien, como en toda relación, existe un grado de poder, uno de los cónyuges lleva la batuta y el otro, acepta que este tome las decisiones, maneje los tiempos y llegado el caso, domine la situación, esta situación con el paso de los años puede cambiar y no solo ya no se domina, sino que se debe consensuar, aceptar y acatar otras situaciones que en otro tiempo hubieran sido impensables. En todo caso, la forma de actuar como pareja exige que exista una comunicación fluida que permita el reconocimiento del otro en todas sus formas y ganar en habilidades de comunicación para resolver esos conflictos de pareja que son invisibles a todas luces cuando vivimos en el día a día.
El compromiso con la pareja implica que la toma de decisiones tanto para continuar con la misma o para resolver las dificultades que surjan, hace que sea complicado de romper cuantos más años, bienes, hijos, etc. se compartan.
Responder solo con respuestas negativas a cuestiones que de por sí también lo son, implica que si el compromiso es grande, no veamos el árbol que esconde el bosque y solo se fomente la reciprocidad negativa que se acaba convirtiendo en una escalada verbal inicialmente que es la primer forma de decepción de la pareja. A una pregunta hostil se le añade una respuesta hostil; el silencio o el desapego.
Si todo pasa porque en una relación dialéctica se compromete también la salud mental de cada individuo y se generan solamente problemas emocionales derivados del malestar en casa, entonces tenemos un problema añadido al que ya conocíamos. La pareja puede ser el inicio de otros trastornos concebidos aisladamente pero que están vinculados necesariamente a esos problemas. Entre ellos está, la depresión, el alcoholismo, los trastornos de ansiedad y de alimentación; ingerir alimentos compulsivamente, o el insomnio. Cuando existe una mera o posible relación causal entre los problemas cotidianos y los otros episodios de salud mental, estaríamos hablando de un conflicto importante que condiciona nuestra vida. No digamos si además existe maltrato psicológico o físico.
En ese sentido, cuando los conflictos matrimoniales se enmarcan en el desarrollo de una salud física más pobre, dolor crónico, fibromialgia, afecciones del sistema inmune, arritmias, entre otras patologías, entonces, hablamos de un efecto nocivo sobre nuestra persona que debemos valorar además del impacto negativo que estamos creando en los hijos como modelo conductual a seguir. Hijas que ven a sus madres maltratadas serán mujeres maltratadas; hijos que ven a sus padres ninguneados, serán parejas ninguneadas, y así podíamos seguir con otras situaciones. En este tipo de familias los hijos suelen manifestarlo con un bajo rendimiento escolar, drogas, y otras manifestaciones de desapego familiar y huida en la búsqueda del grupo. Caer en las redes de un individuo que no es necesariamente el correcto pero el que nos da un poquito de amor será la salida de muchos adolescentes.
Si el sentimiento y el compromiso no existe como conducta de reciprocidad, la pareja necesariamente se romperá tarde o temprano a pesar de la máxima sobre la que se fundó; amor, intimidad y compromiso. A la hora de decidir cada uno, se tendrá que pensar en la vida que se quiere tener; dado que la que mantiene no es necesariamente correcta. Ante lo cual, todo se debe hacer con calma, con perspectiva, con asesoramiento y con el único propósito de dar mayor calidad de vida a los suyos y por supuesto, a usted.
Solamente vivimos una vez, no se olvide.