Cuba revisa las leyes de migración, extranjería y ciudadanía

Juan David García, un joven de 29 años, emigró de Cuba a Israel hace una década, en abril de 2014. Visita su país natal aproximadamente una vez cada año, pues aún tiene aquí a su abuela, un par de amigos y una casa a su nombre, informa Dariel Pradas (IPS) desde La Habana.

Si no fuera porque, de pasar más de veinticuatro meses sin venir a esta nación insular caribeña, perdería la residencia y los derechos patrimoniales, los periodos entre sus retornos quizás se prolongarían. Con los nuevos tres proyectos de ley que propone el gobierno cubano, ese requisito desaparecería junto a su preocupación por el calendario.

Las nuevas leyes de Migración, Extranjería y Ciudadanía serán debatidas, tras cuatro años de análisis, consultas y redacción, en la próxima sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular –el parlamento local– que comenzará el 17 de julio.

Con 14 títulos, 21 capítulos, 18 secciones y 176 artículos en total, los tres proyectos buscan acercar el cuerpo legal del archipiélago a estándares internacionales, en un contexto marcado por los mayores flujos de migración externa de las últimas décadas.

Solo a Estados Unidos, más de medio millón de cubanos –de una población de once millones– arribaron entre octubre de 2022 y mayo de 2024, según cifras oficiales de ese país.

El texto de la nueva ley de Migración establece categorías como residencia efectiva migratoria o residencia transitoria para los cubanos en el país; y residentes en el exterior, emigrados e inversores para quienes viven fuera del territorio nacional.

La residencia efectiva migratoria es la condición que alcanzan los ciudadanos cubanos y los extranjeros residentes cuando permanecen la mayor parte de cada año calendario en el territorio nacional, o mediante una combinación de un período de permanencia y otras evidencias materiales que demuestren arraigo en el país.

El tiempo acumulado será definido en los reglamentos de la ley, aún en estudio; pero no será un período continuo.

«Lo que da más facilidades para entrar y salir de acuerdo con la dinámica de vida», expresó durante una conferencia de prensa el primer coronel Mario Méndez Mayedo, jefe de la Dirección de Identificación, Inmigración y Extranjería del Ministerio del Interior.

No obstante, las polémicas sobre este tema ametrallan las redes sociales y el panel de comentarios de los medios.

Como en el sitio Cubadebate, donde un usuario nombrado como Rafael abrevió su descontento: «Cubano, donde quiera que sea, pero que no reniegue de su condición, no debería enfrentar tantos trabajos».

Circularidad de la migración

Las leyes migratorias marcaron desde el triunfo de la revolución cubana en 1959 la vida de los ciudadanos. Con los grandes éxodos de la década de los años 60, muchos migrantes perdieron la propiedad de sus casas y otros patrimonios.

Esas normas se fueron flexibilizando y, en 2013, se constituyeron modificaciones importantes en materia de legislación migratoria: se eliminó el permiso de salida al exterior y se permitió la posesión de pasaportes personales que debían renovarse cada dos años, entre otras medidas.

Desapareció entonces la figura del emigrante definitivo y sin retorno definitivo al país.

La nueva propuesta de ley de Migración requiere de un documento «más abarcador, acorde a la realidad demográfica y migratoria del país», afirmó Méndez Mayedo.

La de Extranjería, que cubre todo lo relacionado con los no nacionales, necesita renovarse y «atemperarse» al incremento de turistas y visitantes, agregó.

Tanto esta como la de Migración reemplazarán a otras de 1976 que luego se fueron reformando y flexibilizando, mientras que, por primera vez, Cuba contará con una ley de Ciudadanía. Se espera que las tres leyes proyectadas se aprueben por unanimidad por los asambleístas.

De acuerdo Méndez Mayedo, surgieron, también, para acoplarse con la Constitución de 2019, como respuesta a los flujos de salida de cubanos en los últimos años y para contar con cifras precisas de emigración con el propósito de establecer políticas públicas de salud, educación y seguridad social.

Por otra parte, los tres proyectos se asimilan con el principio de la circularidad migratoria como una variante para el desarrollo del país.

Un concepto que, según un artículo publicado por la Universidad de La Habana, puede entenderse como «la alternativa a defender los vínculos de Cuba con sus nacionales, con independencia del lugar donde residan».

En la medida en que Cuba tome conciencia sobre las oportunidades y ventajas que ofrece apostar por la circularidad migratoria y promover políticas dirigidas a garantizar su inclusión en las estrategias de desarrollo económico y social, ello redundará en un mayor beneficio tanto para el país como para los cubanos migrantes, esboza el artículo.

Al fin y al cabo, son muchos los migrantes que se han ido y se siguen yendo en los últimos años por las recurrentes crisis que complican la situación del país.

Tal es el caso de Yoel López, quien está demandando la ciudadanía española mediante la Ley de Memoria Democrática del país europeo.

«Dejo a mi familia, a mis hijos aquí. Desvincularme de Cuba no es una opción. Si yo tuviera un nivel de vida cómodo, sin tantas trabas, problemas, necesidades, no me interesaría irme a hacer una vida de cero, con 37 años, en otro país», dijo a IPS.

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