¡De nuevo el verbo aplicar!

Muchas han sido las veces que he tenido que hablar de un tema tratado con anterioridad en este espacio de divulgación periodística, bien por la frecuencia con la que se incurre en impropiedad o por sugerencia de algunas personas cuya ocupación habitual es la escritura, que han solicitado que les aclare algunas dudas, como ha sido la norma.

Los errores más comunes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana ocurren con las preposiciones y con otras partes de la oración. Sin embargo, hay algunos en los que se advierte un mal uso del verbo, como decir que tal o cual orden “emanó por la presidencia de la República”, o confundir iniciar con comenzar, que aunque son sinónimos, lo digo una vez más, no se construyen de la misma forma.

El más recurrente con el uso de un verbo, y que se ha vuelto un vicio casi indesarraigable, es sin dudas el del verbo aplicar, que se lo usa con un significado que no le corresponde. Hoy una vez más voy a hablarles de él, habida cuenta de las dudas y confusiones que existen en cuanto a su empleo, sobre todo en personas que utilizan el lenguaje oral y escrito como herramienta básica de trabajo.

Antes de entrar en materia agradezco los comentarios elogiosos que muchos amigos y otros conocidos me hicieron llegar a propósito de la publicación del sábado 8 de los corrientes, en el que di un repaso a varios casos que he comentado a lo largo de estos casi veintiséis años en los que me he dedicado a producir artículos sobre asuntos lingüísticos.

Aplicar se ha convertido en una especie de comodín, y por eso, a cada rato se leen o se oyen expresiones como: “Fulano de Tal va a aplicar a una universidad”; “Las aplicaciones deberán entregarse a más tardar el martes”; “Los egresados de la más reciente promoción aplicaron a becas para estudiar en el exterior”, etc.

El verbo aplicar está mal utilizado, y el error es favorecido por su similitud fonética con el verbo “to apply”, que en inglés es sinónimo de solicitar. Eso ha hecho que las solicitudes, por desconocimiento y muchas veces por servilismo, ahora se les llame aplicaciones: “Estoy muy ocupado llenando las aplicaciones a las universidades”; “Para este trabajo puedes llenar una aplicación en línea”.

Aplicar, que quede muy claro, significa poner una cosa sobre otra o en contacto con ella: “Debo aplicar dos capas más de pintura a esa pared”; “Me aplicaron dos inyecciones esta mañana”. Es además emplear, administrar o poner en práctica un conocimiento, medida o principio, a fin de obtener un determinado efecto o rendimiento en alguien o algo: “Nuestros dirigentes suelen aplicar modelos económicos extranjeros a los mercados nacionales”. Asignar un nombre, calificativo, cualidad, a alguien o a algo: “Por su pereza constante le aplicaron el apodo de cuerpo malo”. Poner esmero, diligencia y cuidado en ejecutar algo, especialmente en estudiar: “Si quieres pasar la materia, tienes que aplicarte más”.

Como habrán visto, no hay motivos para utilizar el verbo aplicar de forma incorrecta; pero lamentablemente se ha impuesto la imitación torpe y servil del inglés, como ha ocurrido con otros casos.

En casi todos, por no decir en todos, los mensajes publicitarios en los que aparece el verbo aplicar, siempre se muestra a este de forma viciada, y por eso se lee o se oye que “ciertas condiciones aplican”,  frase sin sentido y chocante, usada en comerciales, para advertir que las bondades de un producto o servicio no benefician a todos los sectores de la población o existen aspectos que incluyen a unos y excluyen a otros.

Se ha arraigado de tal modo, que hasta en los más prestigiosos medios de comunicación y agencias de publicidad el despropósito se mantiene campante, y está en boca de personas a las que por su alto nivel de preparación, sería impensable tacharles una impropiedad como esa; pero como dice el refrán: “Al mejor cazador se le va la liebre”.

Abundan los ejemplos de mal uso del verbo aplicar, esparcidos por diferentes áreas del saber y de la comunicación social. Con alta frecuencia el lector u oyente se topa con: “No aplica para los estados llaneros”, o: “Ciertas condiciones aplican”, así como con otras construcciones análogas. Se entiende que ciertas imposiciones no se aplican, no son aplicables o simplemente no son tomadas en cuenta para ciertos y determinados casos, solo que se expresan de manera defectuosa, que convendría corregir en aras de llamar las cosas por su nombre.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

7 COMENTARIOS

  1. Siempre leo tus acertados comentarios sobre asuntos lingüísticos, y noto que cada día están más interesantes.

  2. La verdad es que eso de usar el verbo aplicar de forma inadecuada, es un mal que se ha arraigado, y por eso es muy oportuno este artìculo. ¡Gracias!

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