El acuerdo Irán-Estados Unidos cierra el círculo contra la revolución siria

Josep Lluís del Alcázar y Layla Nassar*

El 24 de noviembre Estados Unidos e Irán firmaban en Ginebra un tratado provisional según el cual Teherán congelará durante seis meses su programa nuclear a cambio de un alivio de las sanciones. En este periodo se podrá negociar un acuerdo definitivo. El pacto tiene el aval de la alta representante de la política exterior europea, Catherine Ashton, y de los ministros de exteriores de Rusia, Francia, Alemania, Reino Unido y China.

Israel pone el grito en el cielo. Como siempre, fomenta el discurso del miedo, más todavía cuando la lucha de los pueblos de la región ha hecho tambalear su marco de estabilidad. Pero por detrás de toda la palabrería, Obama va haciendo su trabajo: sin armas nucleares en Irán (y sin armas químicas en Siria) nada puede hacer sombra al sexto ejército más grande del mundo.

Y en el fondo queda una pregunta que no tiene ninguna respuesta justificable: ¿Por qué Israel puede tener armamento nuclear fuera de todo control internacional(…) e Irán tiene que ceder sino quiere que lo ahoguen las sanciones? Todo el dispositivo imperialista está trabajando para conseguir que Israel -uno de los cuatro países del mundo que no ha ratificado el tratado de no proliferación nuclear- continúe siendo la única potencia nuclear en el Próximo Oriente, una zona estratégica del planeta.

¿Por qué Irán acepta las condiciones del imperialismo? La respuesta es en clave interna. Las movilizaciones y el malestar entre la población, derivadas del impacto económico de la crisis capitalista, agravado por las sanciones y la falta de libertades (después del aplastamiento de la revuelta de 2008) podrían hacer llegar a Irán la oleada revolucionaria que sacude, todavía, el Norte de África y el Próximo Oriente. El paro, que ahora llega al 11’2% (3,5 millones) amenaza dispararse. La tasa anual de inflación es del 39%. El rial, la moneda local, ha perdido el 75% de su valor en dieciocho meses. Las exportaciones de petróleo han pasado de 2,5 millones de barriles diarios en 2011 (por valor de 95.000 millones de dólares) a menos de un millón (69.000 en 2012). El dato de 2013 será más bajo todavía. Con el acuerdo se alivian las sanciones contra Teherán y la posibilidad de empezar a exportar crudo.

Pero la colaboración entre el régimen de los ayatolás y el imperialismo en la región lleva años. De hecho, Irán ha sido determinante para mantener el gobierno de la ocupación americana en Irak de Nuri Al Maliki, que vivió el exilio entre Damasco y Teherán. El 1 de noviembre pasado el primer ministro iraquí visitaba Washington con el tema de las relaciones con Irán en la agenda y se ofrecía a facilitar el último tramo de negociaciones.

El acuerdo sella la unidad contra la Revolución Siria

Los primeros a felicitarse por el acuerdo fueron el dictador sirio Basar al-Asad y los islamistas de Hezbollah, la milicia libanesa aliada de Teherán, que combate en Siria junto al régimen. También desde Irak, Maliki lo saludó como un «gran paso para la seguridad y estabilidad» de la región. La negociación del acuerdo se ha cruzado con la amenaza de ataque imperialista en Siria. El teatro de los enfrentamientos entre los intereses de Irán y los del imperialismo en cuanto al régimen sirio se desvanece y se evidencia el acuerdo de fondo entre el imperialismo y los Ayatolás: ahogar la lucha de la juventud y de los trabajadores.

Se cierra el círculo y el imperialismo pacta con los principales aliados del régimen sirio: primero con Rusia la entrega del arsenal químico sirio para evitar un ataque directo; y ahora con Irán que renuncie a disputar a Israel la hegemonía militar en la región. Parece que se acaban las discrepancias y certifica el frente de «todos» contra el pueblo de Siria. Al-Asad puede estar tranquilo: nadie desde fuera se interpondrá en su camino. Tampoco es casual que la otra contraofensiva de la contrarrevolución, el golpe de estado de Egipto que cuenta con el apoyo de los norteamericanos y de Israel, también contara con el apoyo del régimen de Bashar Al Assad.

Con el acuerdo entre los Estados Unidos e Irán, el régimen de Al Assad tiene carta blanca para reventar la Revolución, hoy todavía más aislada. Los días en que se firmaban los acuerdos, el régimen lanzaba una nueva ofensiva en la región de Qalamun contra las posiciones rebeldes con el apoyo de Hezbollah y de las milicias chiítas iraquíes.

Hace falta la solidaridad internacional con la lucha del pueblo sirio

La Revolución Siria se enfrenta con un gobierno a quien no ha faltado armamento que llega de la base rusa y de Irán, mientras se aplica el embargo de los Estados Unidos y la UE contra las fuerzas revolucionarias. La entrada de armamento procedente de Qatar y Arabia Saudita, y consentida por Turquía y con cuentagotas, ha sido dirigida a sectores islamistas (Al Nusra y el Ejército islámico de Irak y Siria), que luchan por objetivos totalmente ajenos a la Revolución y han impuesto un choque sectario, que ha traído enfrentamientos con los comités locales, el ejercido sirio libre y los kurdos.

Pero a pesar de este brutal aislamiento, la resistencia del pueblo sirio contra el régimen no para, Posiblemente porque los 150.000 muertos y las decenas de miles de detenidos, desaparecidos y torturados son muchas razones para continuar la lucha. Pero la izquierda internacional, la que se tendría que poner del lado de este pueblo contra el tirano, el imperialismo y el bloque de grandes potencias que quiere estabilidad a cualquier precio, ha abandonado a este pueblo. Quienes se identifican con el chavismo lo hacen abiertamente, apoyando al régimen asesino. Los Partidos Comunistas, abonados a las teorías conspiratorias, niegan la existencia misma de la revolución. Y otro sector dice «que no se moja» porque todo es «muy complicado», que exige una revolución «pura» para implicarse imponiendo en el pueblo sirio unas condiciones que esta izquierda no se aplica en su práctica cotidiana. Y con esta política de unos y otras, la izquierda siria está cada día más aislada, sin armamento y sin apoyo político ni material, mientras que el islamismo va imponiéndose sobre el terreno, con la fuerza que le llega de fuera. Basta de silencio cómplice, hace falta de una vez por todas, poner en marcha la solidaridad internacional con el pueblo de Siria.

*Josep Lluís del Alcázar y Layla Nassar, militantes de Lucha Internacionalista

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