El cáncer vacía los bolsillos de las familias cubanas

La débil economía de las familias cubanas se pone a prueba cuando el cáncer alcanza a uno de sus miembros. Solo las extendidas redes de apoyo aminoran el impacto monetario de la enfermedad, que en 2012 pasó a ser la primera causa de muerte en esta isla caribeña, informa Ivet González (IPS) desde La Habana.

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CIMEQ, el hospital de La Habana donde el presidente venezolano Hugo Chávez se trató contra el cáncer.

«Lo más costoso es la dieta. Hay que comprar frutas, vegetales, pollo y pescado, que tienen altos precios y se consiguen poco», dijo Adolfo (nombre ficticio), quien cambió cuatro veces de empleo para apoyar a su esposa en una batalla de 11 años contra el cáncer, perdida finalmente en septiembre.

«Un día me gasté todo el salario de una quincena en frutas y vegetales. Cuando metí la mano en el bolsillo para comprar carne, no me quedaba nada», contó Adolfo, de 61 años a IPS.

En Cuba el sistema de salud es público y gratuito, y las cirugías, consultas especializadas y tratamientos como la quimioterapia están garantizados. Pero mantener una alimentación sana, los traslados a los centros sanitarios y el cuidado se convierten en una carga que las familias arrastran con miles de dificultades.

Ese es uno de los rostros ocultos del padecimiento, que en 2012 provocó una de cada cuatro muertes en este país de 11,2 millones de habitantes, desplazando a las enfermedades cardiovasculares como primera causa de los decesos.

El Ministerio de Salud Pública reporta que actualmente se detectan alrededor de 30.000 nuevos casos anuales, 2.000 más que en 2004, y anticipa que la cifra se elevará a 35.000 en 2015.

Adolfo dejó un puesto de gerente en una empresa estatal para convertirse en chófer de una entidad extranjera que le pagaba un sueldo mayor y le daba facilidades de horario.

Se considera con suerte por esta oportunidad, excepcional para los cubanos. El salario promedio mensual equivale a unos 19 dólares. Los alimentos son muy caros y los hogares deben dedicar a ellos entre 70 y 90 por ciento de sus ingresos, según economistas locales.

«La cuota de la libreta (cartilla de racionamiento, a precios subsidiados) y la dieta especial que recibe cada paciente son solo un apoyo», explicó Adolfo. «Contratar a un cuidador es casi imposible», añadió este miembro de una reducida familia, un modelo común en la sociedad cubana por la baja tasa de fecundidad de 1,69 hijos por mujer.

El estudio sobre «La planificación del control del cáncer en América Latina y el Caribe», publicado en abril por la revista británica The Lancet Oncology, estima que en 2009 la carga económica de la enfermedad en la región fue de 4.000 millones de dólares y va en aumento.

A los costos directos de la atención médica, el informe suma los indirectos como la pérdida de días laborales y de productividad, entre otros.

El cáncer y otras enfermedades no transmisibles están sobrepasando en la región a las infecciosas como la mayor amenaza a la salud, indica el estudio. La incidencia general del cáncer en América Latina, no obstante, es de 163 casos por 100.000 habitantes, muy inferior a la de la Unión Europa, con 264 por 100.000, y a la de Estados Unidos, con 400 por 100.000.

Pero la relación mortalidad/incidencia latinoamericana es de 0,59 para todos los tipos de cáncer, muy superior a la de la Unión Europea, de 0,43, y de Estados Unidos, de 0,35. Además, se anticipa que entre 2008 y 2020 los casos de tumores malignos aumentarán en 42 por ciento en la región.

Cuba, según The Lancet, tiene la séptima incidencia de cáncer de la región y una relación mortalidad/incidencia superior al promedio latinoamericano, con 0,63, pese a que es uno de las naciones del subcontinente que más proporción de su producto interno bruto invierte en salud pública: 9,7 por ciento.

En este país que vive en crisis económica desde hace más de 20 años, la solidaridad en los momentos difíciles es un arma de supervivencia colectiva.

«Los familiares intermedios se ocupan de la manutención porque los más allegados tenemos que cuidar al paciente», dijo Odania Hernández, que apoya a su hermana, operada de un tumor cérvico-uterino. Ella vive en una localidad rural, a 268 kilómetros de La Habana, donde «también los vecinos ayudan mucho», contó a IPS.

Los habitantes de zonas apartadas, como Hernández, deben viajar a la capital, donde se concentran los institutos que hacen los exámenes especializados. «Vamos allá cada tres meses y no paramos de gastar dinero», dijo esta trabajadora en el hogar que resalta «la excelente calidad de los servicios médicos» recibidos.

Incluso amigos que residen en el exterior les envían remesas para colaborar con la lucha al cáncer, comenzada en 2011.

«Los cubanos no hemos perdido la sensibilidad por el dolor ajeno», opinó la bióloga María Elena Herrera, en la sección interactiva Café 108 del sitio digital de IPS en Cuba. La diáspora cubana enseguida se activa ante estas situaciones, aseguró. Solo en Estados Unidos viven más de 1,8 millones de personas de origen cubano.

Herrera también subrayó la muy acendrada costumbre local de hacer «poninas» (colectas). Así, vecinos y amigos recopilan alimentos, dinero y artículos escasos, como jeringas y algodón, para entregárselos a la familia afectada.

«La (industria) farmacéutica apoya en la parte de la dieta con productos naturales que mejoran la calidad de vida» de los enfermos, explicó a IPS la médica Niudis Cruz, del estatal Grupo Empresarial Labiofam.

«Evitar el estrés y llevar una vida sana previenen los tumores malignos», advirtió la funcionaria del centro especializado en productos naturales, incluidos novedosos tratamiento antitumorales, en un país que apuesta decididamente por el sector biofarmacéutico.

Entre los principales factores de riesgo se destaca en Cuba el cambio de la dieta tradicional por la llamada «comida chatarra» y el consecuente incremento de la obesidad que, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) afectaba en 2011 a 47,6 por ciento de la población, frente a 32 por ciento en 1995.

El consumo de tabaco ha bajado en los últimos años, pero su prevalencia en 2010 se mantenía aún en 23,7 por ciento. Además, indica la ONEI, se comienza a fumar más temprano, y el año pasado 9,7 por ciento de los fumadores activos eran adolescentes.

Otro factor determinante es el acelerado envejecimiento de la población cubana. Actualmente, 18,3 por ciento de los habitantes tienen más de 60 años.

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1 COMENTARIO

  1. Ilustrador artículo sobre una realidad específica de la vida cotidiana del habitante de Cuba. Con sus particularidades y/o agravantes es la misma situación catastrófica que parecería ser común a los países en vías de desarrollo o subdesarrollados, porque un bajo nivel de vida general hace que o no haya recursos o estos se agoten ante exigencias por sobre lo normal.
    Lo que me sorprende mucho es un detalle doméstico. El efecto en la salud del cambio de la dieta tradicional del cubano hacia la «comida chatarra», ya que la «comida chatarra» es un elemento cultural icono de la sociedad capitalista y de consumo, y hoy quizás tan norteamericano estadounidense como el águila calva.

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