Ha sido una semana de aprendizajes. Como toda etapa formativa supone, ha implicado, una transformación. Lo importante es que el balance es positivo. Hemos dicho adiós y hola, y hemos comprobado que la voluntad mueve montañas. Me encanta sentirme vivo y saber que las oportunidades no son cuestión de estadísticas. Las encuestas pueden ser engañosas. El contexto de y para su confección es crucial.
Los números indican tendencias, hechos, situaciones, pero hay puntos subjetivos que se salvan con el milagro inexplicable de lo sencillo. No todo, por fortuna, es cuestión de matemáticas. Los porcentajes, las probabilidades, nos otorgan imágenes de opciones, de coberturas, con un sustento de seguridad, que no es baladí, mas la existencia aglutina ponderaciones que nos superan en este plano o dimensión. Platiquemos.
Precisamente por ello, en los resúmenes de períodos históricos personales o colectivos hemos de ser generosos. Miremos con perspectiva. La buena óptica contribuye a que advirtamos lo que acontece verdaderamente. Ajustemos los espejos y los cristales para no confundirnos.
Estar con salud es un milagro que hemos de resaltar cada vez que podamos. Es una maravilla continuar con la capacidad de elegir. En consecuencia, y continuando con la contemplación de los últimos días, nos sentimos contentos. La alegría se expande. Las incorporaciones han sido unos tesoros. Hemos sumado. La cadena se extiende, y todo parece ir casi a la perfección. Hemos sacado partido a cada segundo. Nos saludamos con fortuna. El barco de la aventura nos ha hecho participar activamente.
Hemos explorado con gratitud. Las mudanzas nos han otorgado ese factor sorpresa que nos mantiene pacientes y dinámicos. Hemos descansado también. Por suerte, la visión ha sido halagüeña, lo cual ha permitido que no advirtamos los problemas como tales. Cada etapa es un poliedro con muchas caras, que hemos de analizar con detenimiento. El deambular tiene muchos aspectos relativos. No divisar con valores absolutos es fuente de paz.
No somos justos cuando palpamos todo rematadamente mal, ni tampoco cuando lo percibimos desde el otro lado. La perfección no existe, ni tampoco la hemos de pretender. No olvidemos que los extremos se tocan, y saltar de lo excesivamente oportuno a lo inoportuno en su totalidad puede ser una senda pequeña.
En sintonía
Contemplemos, por ende, con entusiasmo. Tenemos amigos, tenemos personas que nos distraen y enseñan. Nos alejamos, tras tomar en consideración los acontecimientos, de los truenos, incluso por la advertencia de quienes los producen, que solos quedan. Hay magia, efectivamente, para tomar el itinerario que más nos relaja. Producimos futuro. La dicha es la gran compañía, y eso es una ingente suerte. Los elementos se han congratulado para estar muy juntos, a nuestra vera, con la gracia de la eternidad por delante. Hemos recuperado la sintonía adecuada.
En el medio y largo plazo, según divisamos, albergamos el libro de la fiesta y de la jovialidad. Vamos a intentar leerlo sin prisa, saboreando cada página. Es el día, sí, y también somos nosotros. Conviene que lo rememoremos con cierta constancia. ¡¡Por favor, no seamos olvidadizos!!
