La Masonería Española vivió el pasado miércoles, 27 de diciembre de 2015, una jornada histórica: por vez primera desde que la ONU impulsó el Día oficial de la Memoria del Holocausto, el Senado de España invitó a la Gran Logia de España a participar en el acto de conmemoración que tuvo lugar en el Antiguo Salón de Sesiones de la Cámara Alta.
El Senado de España conmemoró el 27 de diciembre de 2015 el Día en memoria del Holocausto, ante representantes de las comunidades afectadas de la masonería, gitanos y judía.
La Federación de Comunidades Judías de España, verdadero protagonista de este acto de recuerdo, también expresó a la Gran Logia de España su deseo de que la Masonería Española participase en este acto, informa El Oriente.
El gran maestro de la Masonería Española, Óscar de Alfonso, y el director del Gran Consejo Rector, Jesús Gutiérrez, tuvieron la oportunidad de intercambiar impresiones con los distintos colectivos represaliados y personalidades que participaron en el acto y de trasladar su cálido abrazo y honda emoción al presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, Isaac Querub, señala El Oriente.
«La Masonería constituye una propuesta de tolerancia entre los hombres y por eso fue perseguida por el Tercer Reich. Hitler creía, así lo escribió, que la tolerancia religiosa que propugna la Masonería desde hace 300 años era un instrumento del judaísmo. Por eso fuimos perseguidos. El Holocausto fue, sobre todo, el exterminio sistemático y planificado de seis millones de judíos en el corazón de Europa. Pero otras minorías, como la Masonería, padecimos la misma suerte. Se calcula que entre 80.000 y 200.000 hermanos fueron víctimas del Holocausto. La Masonería recuerda desde entonces con la sencilla flor de nomeolvides a todos los masones víctimas de ese terrible momento de la Historia», explica Óscar de Alfonso.
En la Europa totalitaria del siglo XX, la masofobia tuvo una raíz profundamente antisemita. La propaganda transformó el ideal de tolerancia y fraternidad entre todos los hombres que propugna la Masonería desde hace 300 años en la herramienta de un contubernio judaico para destruir la civilización. Esta asimilación entre Masonería y Judaísmo provocó en todo el territorio del Tercer Reich una feroz persecución de la Institución desde 1933.
“Se fue extendiendo progresivamente en Alemania la obsesión de la alianza subterránea de los judíos y los francmasones por la conquista del mundo. Obsesión en la que participaron íntimamente los colaboradores más próximos de Hitler como Hess, Rosenberg, Goering, Abetz…”, escribe en El Contubernio Judeomasónico-Comunista el historiador jesuita Ferrer Benimeli, uno de los primeros especialistas mundiales en la historia de la Masonería. “En la gigantesca exposición Europas Schiksalskamf in Osten organizada por el partido durante el Congreso de Nüremberg, en 1938, la francmasonería y el judaísmo tuvieron lugares destacados. Esta identificación, tanto en Hitler como en sus colaboradores, de judíos y masones como dos grupos inseparables, hizo que las leyes con que fueron perseguidos fueran las mismas y que tanto los judíos como los masones siguieran la misma suerte”, añade.
El informe sobre la Masonería de Dieter Schwarz destinado a la formación de los SS es revelador: «La Masonería destruye los principios rectores de las comunidades y sus bases nacionales y raciales, posibilita al judío la igualdad de derechos sociales y políticos y prepara la vía a la subversión judía al sostener las sofisticadas tesis de libertad, igualdad y fraternidad, de solidaridad entre los pueblos, de la Liga de las Naciones y del pacifismo, así como por su recusación de cualquier diferencia étnica».
Los masones de los campos recibían el triángulo rojo invertido reservado a los presos políticos: a diferencia del criterio racial aplicado a judíos o gitanos, cada masón eligió ingresar en la Orden.
Hoy, el nomeolvides azul los recuerda: fueron de 80.000 a 200.000 masones. La horquilla es amplia porque, como explica el Museo de la Memoria del Holocausto de Estados Unidos “dado que muchos de los masones que fueron arrestados también eran judíos o miembros de la oposición politíca, es difícil saber cuántos individuos fueron enviados a los campos de concentración o fueron señalados sólo por su condición masónica”.
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