En el tren de alta velocidad que le lleva de Calais a Paris, Alix, en torno a 40 años, cruza varias veces la mirada con un interesante desconocido, elegante, extranjero sin duda y con bastantes años más. En Calais, Alix, actriz, está representando una obra de Ibsen; en París tiene un compañero, una madre y una hermana, con los que, de una forma u otra, debería encontrarse; además de acudir a un casting, auténtico motivo del viaje.
Al optar por la excitación de vivir una aventura secreta con el desconocido profesor de literatura Doug (el actor irlandés Gabriel Byrne, Muerte entre las flores, Sospechosos habituales), Alix (Emmanuelle Devos, espléndida, El hijo del otro, Violette) descubrirá un puñado de sensaciones desconocidas y adivinará la existencia de otros mundos…
El tiempo de los amantes (originalmente El tiempo de la aventura, más apropiado sin duda) es una hermosa comedia sentimental sobre los sentimientos, las dudas, el enamoramiento, el deseo y sus contradicciones, dirigida por el realizador francés Jerôme Bonnel (La dame de trêfle, J’attends quelqu’un), a quien la crítica del diario Libération define como “uno de los más convincentes hijos espirituales de François Truffaut”.
Melodrama sobre la lucha interna entre la razón y las emociones, al que no falta su dosis de humor, nos enfrenta con toda la belleza que destila un “coup de foudre “, un flechazo, una historia de amor que aunque solo dure un instante – “el tiempo de la aventura no es ‘le temps des copains’ de las viejas canciones, este tiempo del presente está cronometrado, es casi tiempo real, se cuenta en horas, en minutos, en segundos”- hace realidad los sueños más recónditos de sus protagonistas. Una aventura sin un mañana, que es lo que la convierte exactamente en aventura.
El azar juega un papel importante en la historia. Cuando Alix llega a París se da cuenta de que ha olvidado el cargador del móvil, su novio tiene el contestador puesto, la audición a la que acude le hace sentirse absurda, el cajero del banco le devuelve la tarjeta sin fondos… No tiene ni para pagarse un desayuno en el bar de la esquina… Cosas que suceden todos los días, aunque no es tan frecuenten que sucedan juntas.
Emmanuelle Devos tiene la virtud de transmitir, sin cambiar apenas de actitud, todos los estados de ánimo que esos “sucesos” le provocan, de llevar la voz cantante en ese episodio de su vida, de convertirse en la heroína de una hermosa historia romántica, una película “completamente creíble” (New York Times).