El voto favorable de Miguel Ángel García, teórico representante de CC.OOO en el comité de expertos para la reforma de la pensiones, ha sacado a la luz una situación larvada y existente en el sindicato desde hace mucho tiempo.
Lucas León Simón
García es un representante de una corriente dentro del sindicato cuyo máximo exponente es su mentor, José María Fidalgo, algo que en el argot sindical se conoce como el “entrismo”. Es decir una estrategia elaborada y concreta que ha permitido a personas con una clara orientación derechista y conservadora ocupar puestos de dirección, y representación en instituciones y entidades de crédito.
El asunto se inicia en 1987 en el IV Congreso Confederal que elige a Antonio Gutiérrez como secretario general y en cuyo programa figura una abierta ruptura con el PCE, una sumisión a la estrategia del PSOE, bajo la apariencia de la “unidad de acción con la UGT” y la captación por todos sus afines de cargos de representación del sindicato en organismos e instituciones.
Durante 14 años y cuatro congresos, el sindicato ”pacta todo”, con la aseveración oficial de que era la entrada en el “sindicalismo moderno” y la consolidación económica y como sindicato de servicios. Una auténtica baratija mental, sindical y política.
Esta política tiene su máxima manifestación en el VII Congreso cuando “El Guti” solicitó la entrada de la policía para desalojar del mismo a un grupo de congresistas discordantes, Marcelino Camacho entre ellos.
Los siguientes mandatos, con José María Fidalgo al frente, no son sino la continuación llevada al paroxismo de la misma política, y si con Gutiérrez la última palabra del sindicato la tenía el PSOE, este le enmienda la plana y es el PP es que manda, en la sombra y en el sol.
El propio Fidalgo participa activamente en la FAES y rinde, siempre que tiene ocasión, tributo de admiración a Aznar, Rajoy o a ambos a la vez. Su nombre figuró como muy posible candidato a Ministro de Trabajo en el actual gobierno de Rajoy.
Si para observadores pocos especializados CC.OO era un sindicato de clase y de izquierdas, de puertas para adentro, muchos sabíamos que no era así.
Fui militante de CC.OO desde la clandestinidad hasta que mi hígado dijo basta. Desde 1983 hasta el pasado año, (29 años) he estado fuera del mismo. En la actualidad y por un imperativo categórico de creer en el sindicalismo, aunque sea malo, soy afiliado, que no participante en ningún debate ni representación ni toma de decisión.
Larga factura le va a pasar a Comisiones el voto del fidalguiano Miguel Ángel García. Habría que mirar a fondo porque aún hay más.
Pasado glorioso, triste final, también fui militante y afiliado porque no existía nada mejor, posteriormente me pasé a UGT al solicitar ayuda en crear una sección sindical en IPT, y no me hicieron caso, como existía un paralelismo cercano con UGT, a su puerta llamé y se pudo realizar.
Pero lo molesto es el servilismo que tienen ambos, ya no pegan un puñetazo en la mesa exigiendo, anteriormente sin la estructura existente actual logramos movilizar varias huelgas generales y ahora ¿qué?, han dejado de ser sindicatos de clase, solo representantes de cara a la galería de los trabajadores, siempre están negociando a la baja.
Lo reflejo mejor en El gran error sindical http://www.vitrubio03.es/?p=3280, publicado en este medio.