Enamorados y no tanto

Teresa Gurza¹

La celebración de San Valentín como patrono de los enamorados, antes exclusiva de los países anglosajones, se ha ido extendiendo a otras naciones.

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Hay varias leyendas sobre el origen de este santo; todas del siglo tercero, cuando el cristianismo se expandía con rapidez por el Imperio romano y aparecen tres mártires llamados Valentín.

Algunas fuentes señalan a San Valentín de Terni, como el verdadero San Valentín; otra, a un Valentino martirizado en África y una más, a un cura que ayudaba a los cristianos presos a prepararse para la muerte.

Pero la versión que más me gusta, es la de un sacerdote Valentín que casaba clandestinamente a los soldados romanos; las autoridades lo prohibían, pensando que serían mejores combatientes sin ataduras familiares y, cuando lo descubrieron, lo mataron.

Pese a dudar de su existencia, a finales del siglo quinto el papa Gelasio I formalizó su culto, intentando cristianizar la antiquísima celebración pagana de las Lupercales; fiestas sexuales de mediados de febrero en las que muchachos desnudos, llamados lupercos para honrar a la loba que alimentó a Rómulo y Remo, salían a las calles con unas correas de piel de cabra a modo de miembro viril, para azotar mujeres que accedían participar en ese rito a la fecundidad.

Con los años, la fábula de San Valentín fue creciendo y la Iglesia católica lo celebró durante los siguientes quince siglos; hasta que en 1969 el Concilio Vaticano Segundo lo eliminó del santoral.

Pero ya era tarde, porque desde mediados del siglo veinte el comercio y la publicidad alentaron la celebración, para aumentar sus ventas.

Y actualmente el 14 de febrero se festeja a San Valentín no solo como protector del amor romántico, sino de toda amistad y no únicamente con intercambio de tarjetas cariñosas, sino de flores, chocolates y… peluches.

En México aumentan amores y regalos, pero no los matrimonios legales.

El Censo de Población y Vivienda de 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, (Inegi), indica que se incrementó en cuatro por ciento el número de mexicanos que prefieren la unión libre.

Muy oportuno, el portal noticioso Stars insider publicó esta semana normas matrimoniales de algunos lugares del planeta; entre ellas las siguientes:

  • En Samoa, una mujer puede solicitar el divorcio si su esposo olvida su cumpleaños.
  • Según la ley islámica, una pareja divorciada solo se puede volver a casar si la esposa se casa con otra persona y se divorcia; si permaneció soltera, no.
  • En Australia, las mujeres indígenas terminan su matrimonio simplemente yéndose de la casa conyugal; sin más trámite.
  • Hasta 2016, las mujeres en Japón tenían que esperar al menos cien días antes de volver a casarse y como no existe la custodia compartida, las batallas legales entre las exparejas son de pesadilla.
  • Hasta 1939, una mujer escocesa podía exigir matrimonio a cualquier hombre con el que hubiera tenido relaciones sexuales.
  • Ser infeliz en el matrimonio, debiera ser la causa más válida para el divorcio; pero no lo es en Inglaterra, donde se tiene que alegar cuestiones como adulterio o comportamiento irracional.
  • En Inglaterra y Gales, las parejas deben casarse en una estructura fija y con techo; quien quiera casarse al aire libre, tendrá que hacerlo en otro país.
  • En Mónaco, hay que poner un anuncio de matrimonio en el ayuntamiento, durante diez días que deben incluir, dos domingos.
  • En Filipinas, las leyes no permiten el divorcio.
  • Hasta 2002, los maridos brasileños tenían diez días para anular su matrimonio, si se percataban de que su esposa no era virgen.

Pero son los gringos, los campeones en rarezas:

  • En Kentucky, solo está permitido casarse con la misma persona, tres veces.
  • En Colorado, las discusiones entre parejas los domingos pueden llevar a la cárcel; pero no los otros días de la semana.
  • Hasta el 2000, las parejas interraciales no podían casarse en Alabama.
  • En Utah, donde abundan los matrimonios de un hombre con muchas mujeres, los maridos son responsables de los actos de sus esposas si están físicamente con ellas cuando los cometen.
  • En Kansas, más vale llevarse bien con la suegra; de otra forma, se puede pedir el divorcio.
  • En California del Sur, una mujer puede acusar penalmente al novio si le prometió matrimonio y no cumplió.
  • Una vieja ley de Tennessee decía que un hombre se puede divorciar, aunque su esposa no esté de acuerdo, siempre que le deje habas secas, manzanas, carne e hilo suficiente para coser durante un año.
  • Y en Vermont, las esposas necesitan un permiso escrito de sus maridos para poder usar dentadura postiza.
  1. Teresa Gurza es una periodista mexicana multipremiada que distribuye actualmente sus artículos de forma independiente

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