Una vital y crítica mirada sobre la sociedad tunecina
Cartel de la película «apenas abre los ojos»Premio del público en el último festival de Venecia “A peine j’ouvre les yeux” (apenas abro los ojos) de la joven cineasta tunecina Leila Bouzid, es una brillante ópera prima, original y profunda sobre los cambios acaecidos en Túnez en estos últimos años. La acción de este largometraje de ficción se sitúa en la capital tunecina en el periodo que precedió a la denominada revolución de Jazmín. Se trata de una coproducción entre Francia, Túnez, Bélgica y Emiratos Árabes Unidos.
En el verano de 2010, pocos meses antes de la revolución, Farah es una chica de 18 años, brillante en sus estudios, pero que sueña sobretodo con la música y canta con un grupo de rock comprometido en la lucha contra el régimen corrupto del presidente Ben Ali. Al trazar el retrato de esta joven tunecina ávida de libertad, Leila Bouzid ha colocado la música en el centro de su relato, como modo de expresión de una juventud que busca liberarse del yugo del oscurantismo político y religioso, pero sin abordar directamente el tema de la religión.
El ponderado esbozo de la sociedad tunecina, de su autoritarismo religioso y machista, del movimiento social en lucha contra la dictadura, del sometimiento de la mujer, del movimiento contestatario juvenil y de la represión policial en el régimen de Ben Ali, me han hecho pensar en sus similitudes con la España franquista de los años setenta, cuando la dictadura empezaba a tambalearse. A través de esa historia de amor entre una madre y su hija, a la que busca proteger por encima de todo, Leila Buozid muestra con ojo critico esa sociedad que marginaliza a la mujer, y que considera como un atentado contra la moral toda reivindicación feminista.
“A penas abro los ojos” me ha hecho pensar también en aquella canción que decía “pueblo que canta no morirá”, pues en efecto la cultura de un pueblo es vehiculada en gran parte por su música y sus canciones. El tema y el contexto social del relato es grave, pero la música y el tono naturalista de sus interpretes le otorgan al relato una delicada ligereza y apreciable tonicidad. La actriz que interpreta con brío el papel de la madre de Farah, Gahlia Benali, es una conocida cantante tunecina, pero no es ella quien canta en la película sino la joven actriz Baya Medhaffar, brillante en su primer papel protagónico en la pantalla.
Su titulo es el de una de la canciones que interpreta la protagonista: “A penas abro los ojos, veo la gente privada de trabajo, de comida, y de una vida mas allá de su barrio. Despreciados, molestos, con la mierda hasta el cuello, respirando por las suelas de sus zapatos…” “A penas abro los ojos veo la gente que va al exilio, atravesando la inmensidad el mar, en un peregrinaje hacia la muerte…” Todo un programa en boca de esos jóvenes contestatarios tunecinos que suena como un grito de libertad.
La música -dice Leila Bouzid- era el gran desafío de la película. Había que encontrar una actriz que cantara y formara un grupo musical, y un día en Paris descubrí por casualidad el grupo ALF Ensemble, uno de cuyos músicos era el iraquí Khyam Allami, quien ha compuesto la música del film”.
Hija del cineasta tunecino Nouri Bouzid, Leila Bouzid cursó sus estudios en Francia desde la edad de 18 años y es diplomada de la Femis, la reputada escuela de cine francesa. En su haber anteriormente dos cortometrajes: “Zakaria” 2013, y “Sobresaltos” 2011, y una colaboración con Abdelatif Kechiche en “La vida de Adèle”..