Por fin tenemos Gobierno en España

Han sido necesarios 319 días para poner fin a este parto de los montes que ha sido el alumbramiento del Gobierno de España, que nuevamente presidirá Mariano Rajoy. Eso, y dos elecciones generales que a punto han estado de ser tres, amén de discusiones, encontronazos o enfrentamientos verbales por parte de algunos, más próximos a los relality shows que nos regalan algunas cadenas televisivas expertas en el tema que de un Congreso de los Diputados donde se puede y debe abordar cualquier tema que ataña a los ciudadanos, siempre que no se utiliza el exabrupto como arma arrojadiza.

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Mariano Rajoy, por Marisa Babiano

Una vez más, Mariano Rajoy se ha limitado a ver pasar ante su puerta los cadáveres políticos de sus enemigos, como así ha sido. Y además crecido al apoyarse en el crecimiento en votos y en número de diputados, que si en un primer envite eran 123, en el segundo se auparon a 135.

Mientras tanto, el socialista Pedro Sánchez fue descabalgado de la secretaría general del PSOE por algunos de los suyos, siendo por tanto la primera víctima en caer, si bien la matriz de sus “enterradores”, el PSOE, vaga en estos momentos por el escenario político en busca de identidad, que algunos esperamos encuentre en el menor tiempo posible en bien de ellos mismos y de una sociedad en la que está llamado a jugar un papel desde la izquierda como ya lo hiciera en otras ocasiones.

Lo que resulta cuando menos curioso, por llamarlo de forma suave, es que algunos de los que en el debate de investidura tildaron la abstención del PSOE poco menos que de traición a la izquierda, a la clase trabajadora, de vendidos a los poderes fácticos, fueron los mismos que tuvieron la oportunidad, y además en dos ocasiones, de permitir que se conformara un gobierno progresista presidido por Pedro Sánchez, pero que votaron en contra a la espera de sacar tajada de los restos del naufragio socialista, como así está resultando ser, a tenor de las últimas encuestas.

Estamos pues ante un nuevo gobierno continuista y de tinte conservador porque así lo han querido la fuerza de los votos, de unos y de otros y eso, al fin y a la postre, son habas contadas. Pero junto a ello, el presidente Mariano Rajoy debería tener en cuenta varias cosas, y ello por la misma fuerza de la representación parlamentaria emanada del voto ciudadano: en primer lugar, que se han acabado las mayorías absolutas, y su ordeno y mando, incluso parapetado tras el plasma, debe pasar a mejor vida. Ahora tiene que dialogar y dialogar hasta la saciedad para conseguir acuerdos, ya que éstos resultan necesarios, sí o sí. Es el presente y el futuro del país el que está en juego, por lo que no puede llamarse a andanas. Cualquier político mínimamente curtido en el oficio debe saber que en toda negociación todas las partes acaban cediendo algo, dejando “algunos pelos en la gatera”, como decíamos en el viejo argot periodístico.

Nuestro país atraviesa unos momentos difíciles en varios terrenos y es ahí, en esas circunstancias, donde se pone a prueba la talla de un estadista. Con un paro rodando el 20 %, el segundo mayor de la Unión Europea, tras Grecia; con cientos de miles de contratos de meses o semanas, con una juventud cuyo mañana o esperanza está en lugares como Londres, París o Berlín. Con una sanidad donde aumentan las listas de espera y se destruyen puestos de trabajo, y con una denominación, la de mileurista, que si hace pocos años nació para designar a lo más bajo del mundo laboral, resulta que ahora se ha convertido en un lujo. En todo esto, y en algunas cosas más, queda mucho por hacer, señor presidente.

Es cierto que hay que cumplir con la Unión Europea, pero también lo es que da la casualidad de que los ciudadanos españoles forman, formamos parte, de esa Unión Europea.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha seis libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», y «Memoria Histórica. Para que no se olvide». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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