Francis Picabia: audacia, irreverencia y talento en el MOMA

“Nuestras cabezas son redondas por eso nuestros pensamientos pueden cambiar de dirección”
Francis Picabia

Hay algo de “enfant terrible” en Francis Picabia (1879-1953), este artista cubano-francés, que transitó por todos los “ismos” de la vanguardia del siglo XX y solo se casó con la audacia y la locura de ser. La gran exhibición que se ofrece en el MOMA de Nueva York, con 200 trabajos, 125 dibujos y 45 obras en papel, evidencia una carrera llena de cambios y provocaciones, donde el lema era probarlo todo, sin límites.

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Exposición de Picabia en el MOMA de Nueva York, diciembre de 2016.
Picabia, autorretrato, oleo sobre tela

A Picabia le tocó vivir una época de grandes mutaciones, entre el frenesi y el horror de dos guerras. Nacido en el seno de una familia adinerada y de prestigio, su padre era diplomático cubano y su madre francesa, reconoce que: “Nací en París de cubano, español, francés, italiano y americano origen familiar, y…tengo la clara impresión de tener todas esas nacionalidades en una.”

Este bienestar económico y visión del mundo le permitió dedicarse a las artes y viajar sin demasiados obstáculos en un ambiente conflictivo de entre guerras, liberando su creatividad en todo aquello que abordaba.

Comenzó con trabajos ligados al Impresionismo y al Puntillismo para dar paso a una etapa de exploración cubista, para saltar luego a la Abstracción, enrolarse en el Surrealismo y el Dada, volcarse, en la última etapa de su vida, hacia el eclecticismo y la experimentación de materiales y afirmar su estética: “Dónde el arte acaba, dónde la vida comienza…Yo soy el poeta de mi vida”.

Tanto la curadora Anne Umland del Moma, como Catherine Hug del Kunsthaus Museo de Zurich organizadoras de la muestra, eligieron una línea cronológica para abarcar una vida demasiado arrebatada y prolífera. La exposición esta concebida según las diferentes etapas históricas del artista:

Picabia, Minos, de la serie transparencias

Sus comienzos impresionistas (1905-1911) Abstracciones (1911-1914), Mecanomorfósis y Dada (1915-1922), Dalmau, Literatura y Salón Ripolins (1922-1924), Cine-Teatro-Danza (1924), Collages y Monstruos (1924-1927), Transparencias (1927-1930), Iconoclasta y Eclecticismo (1934-1938), Fotos basadas en pinturas (1940-1943), Abstracción post-guerra (1946-1952).
Trabaja hasta 1951 donde tiene un derrame cerebral y muere el 30 de noviembre de 1953, en la casa que lo vio nacer.

Recorrer esta extraordinaria muestra permite reconocer esos periódos donde se volcaba en indagaciones y búsquedas pero también donde se gestaban otras cuestiones. Esa permanente insatifacción visual y existencial no le permitía adherirse a ninguna escuela o movimiento, lo cual le convierte en un artista anárquico y descreído, que transitaba, exploraba pero no se adhería en compromiso artístico o intelectual con ninguna tendencia ya sea estética o política.

Hay ambigüedades y dudas en cuanto a su unión con la estética del Nazismo y con el aspecto judío en sus últimos trabajos, que merecerían un estudio más exhaustivo. Lo único que parece permanecer en su vida, es la imágen. Picabia era un trabajador de la imágen, ya sea en pintura, en diseño o con nuevos materiales. La imagen podía expresarse a través de diferentes “ismos”, pero su persecusión era lo constante.

Picabia, revolución española

Pudimos observar su “Mecanomorfosisis” de fuerte influencia dadaista, para luego probar su erotismo en “La noche española”, o sorprenderse con sus collages donde incorpora fósforos, pastas, ácidos, diversos materiales usando pincel, espátula y frottage. Mayor perplejidad sentimos ante sus “Transparencias” donde líneas y superposiciones logran imágenes complejas, o en la presencia de la fotografía, que lo impulsó a crear un método de copia sobre revelado, cuestionado en ese tiempo y muy empleado en la actualidad.

La importancia de la fotografía en su obra tiene conexiones con Nueva York, donde vivió entre 1912-13, y conoció al fotógrafo y galerista Alfred Stieglitz, quien lo presentó en una exhibición en NY, convirtiéndose Picabia en un introductor de las vanguardias europeas en el mundo artístico americano. Su influencia ha sido notable en los Estados Unidos, podemos apreciarla en el Art Pop, y en Julian Schnabel, quien organizó una exposición partiendo de obras de Picabia.

Picabia, compartió con los grandes de su época: Duchamp, Robert y Sonia Delaunay, Lèger, los intereses de la estética y el arte, así mismo, de la fotografía, el diseño, el cine y la literatura. Participó por André Breton, Apollinaire, Tristan Tzara, Man Ray, creando poemas, diseño de revistas, y realizaciones de filmes en creación con Erik Satie y Rene Clair.

Y sí, Picabia tenía la cabeza redonda y eso le permitía que circularan las ideas que cambiaban de dirección, como él mismo decía, era a su vez testigo de las múltiples tendencias y movimientos que se originaron en esos años de entreguerras; por lo tanto, hijo de los conflictos, rupturas, innovaciones y locuras de una época difícil, turbulenta, de cambios en nuestra sociedad y visión, de genialidades y horrores.

Esta exhibición revela esas múltiples facetas, es la primera que se organiza en Estados Unidos abarcando la totalidad de la carrera de Picabia, y es también una maravillosa oportunidad para valorar la creación de un artista, vital y provocativo que ya ha alcanzado un lugar en la historia del arte moderno.

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