Futuro incierto para miles de niños y niñas en Honduras

Tres meses después de que los huracanes Eta e Iota azotaron América Central, miles de niñas y niños de Honduras están ante un futuro incierto en materia de educación, salud, seguridad y demás condiciones de vida, señala un reporte de la organización humanitaria Plan International.

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La destrucción de viviendas y escuelas causada por los huracanes Eta e Iota agrava la situación de educación, salud y demás condiciones de vida para las niñas hondureñas en particular. Foto: Plan International

Más de quinientas escuelas quedaron destruidas o dañadas, unas 96 000 personas que perdieron hogar y enseres permanecen en albergues, miles han intentado migrar en caravanas con rumbo a Estados Unidos y las condiciones generales de salud son  precarias, de acuerdo con el informe de la oficina regional de la oenegé, informa la IPS.

Unos cuatro millones de habitantes, de los 9,3 millones que tiene Honduras, resultaron afectados de alguna manera por los poderosos huracanes, y las pérdidas materiales se estimaron en al menos mil ochocientos millones de dólares, agregándose a la situación de crisis asociada a la pandemia COVID-19.

A Plan International le preocupa en particular la situación de las niñas, porque el cierre de las escuelas no solo las coloca en situación crítica frente a su continuidad educativa, sino que se traduce en confinamientos que elevan el riesgo de la violencia basada en género, incluyendo la violencia sexual propia de entornos cercanos.

Carmen Amaya, de Plan International Honduras, sumó otras consecuencias del confinamiento para la niñas, como aumento de responsabilidades en el trabajo de cuidados, posibles embarazos precoces y no deseados, y el también posible incremento de matrimonios y uniones infantiles, tempranas y forzadas.

Ese panorama hacía presagiar una gran deserción escolar de las niñas una vez que las escuelas reabrieran. Después de Eta e Iota el riesgo es mucho mayor, porque no hay escuelas donde retornar ya que muchas están destruidas, dijo Amaya.

El informe mostró el testimonio de Angie, de dieciséis años, habitante de Santa Bárbara, ciudad del occidental departamento del mismo nombre, según quien «muchas niñas de aquí del barrio se han salido de la escuela porque no van a poder seguir, van a sacrificar el año para buscar empleo y sacar adelante a su familia».

Plan International llama la atención sobre las 96.000 personas que permanecen el albergues, porque perdieron sus hogares o sus comunidades quedaron incomunicadas luego de las intensas lluvias e inundaciones, pues considera que allí hay un riesgo muy alto en lo que se refiere a protección.

Las niñas y mujeres jóvenes se encuentran mucho más expuestas en estos lugares. Viven en condiciones inapropiadas, carecen de bienes básicos como alimentos, agua para tomar o para asearse, artículos de higiene menstrual y están expuestas a acoso y abuso sexual, indica el informe.

También expone que la pobreza y problemas preexistentes como el desempleo y la falta de acceso a servicios básicos se han profundizado luego de esta crisis, e incentivado nuevamente la migración de personas en busca de oportunidades.

A mediados de enero 2021 una caravana de unas ocho mil personas salió de Honduras rumbo a Estados Unidos y fue contenida en la vecina Guatemala, cuyas autoridades confinaron a una veintena de migrantes como casos positivos de covid.

La Dirección de la Niñez, Adolescencia y Familia en Honduras informó haber atendido a unas doscientas niñas y niños retornados, 87 por ciento de los cuales viajaban solos, sin compañía de un adulto.

Para muchísimas niñas permanecer en el país implica hacerlo en una situación de extrema vulnerabilidad, y más para quienes su única opción es quedarse en albergues donde sabemos se han dado casos de abusos sexuales, dijo Amaya.

Pero para quienes deciden migrar, ya sea solas o con sus familias, el camino tampoco es fácil, porque supone no solo dejar la escuela sino exponerse a múltiples formas de violencia sexual, trata o tráfico a lo largo de la ruta, con poca o nula protección y respuesta de los Estados, y luego llegar a un destino incierto.

Plan International pidió a las autoridades que atiendan con prioridad los problemas de la niñez y especialmente a las niñas para que tras las recientes catástrofes accedan a educación de calidad, atención en salud, recuperación de medios de vida y protección ante la violencia, el acoso y el abuso sexual.

La organización reivindica que en Honduras ha auxiliado a medio millón de personas con alimentos, agua para consumo, frazadas, kits para prevención de covid y de higiene menstrual, ayudas en efectivo e instalaciones de espacios amigables para atención psicosocial y bienestar emocional de niños y niñas.

Plan International fue creada hace más de ochenta años en el contexto de la Guerra Civil española, tiene su sede central en Gran Bretaña y ha trabajado en programas para beneficiar a la infancia en setenta países de los cinco continentes.

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