Gaudí

Cuaderno de bitácora, vigésimo sexto día del primer mes de 2025

Durante la semana pasada, como adelantamos en el cuaderno anterior, hemos estado en Barcelona. Estábamos a la expectativa de ver cómo estaba la ciudad después de unos cuantos años, demasiados, sin visitarla; y desde luego sigue sin defraudar en absoluto.

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Viajar en tren, en la alta velocidad, tiene la gran ventaja de que llegas al centro de la ciudad con el cuerpo y la mente despejados para comenzar de inmediato la visita. No voy a descubrir nada de ella que ya no sepan o que no puedan encontrar en cualquier libro, revista, documental o reportaje sobre la misma, serán tan solo las impresiones que hemos tenido.

Recordaba la Rambla, desde la Plaza de Cataluña hasta la estatua de Colón, como un espacio vigoroso, lleno de vida, con los quioscos de prensa y flores abiertos y enfrentados unos con otros, con un continuo paseo de gente de toda clase, del lugar y de fuera, con muchos turistas, las fachadas de los edificios flanqueaban la avenida orgullosos de su presencia, intimidantes con su pasado a cuestas, contando en cada puerta, en cada balcón, en cada ventana, en cada cornisa su orgullosa historia. Recordaba pasar por el mercado de la Boquería y alucinar con sus puestos, con su colorido, con sus mercancías.

Pero ahora, en el primer paseo, según recorríamos la famosa avenida, para llegar a nuestro hotel, la sensación fue de cierta decadencia, de cierto abandono. 

Sé que será algo temporal, de hecho, están de obras y seguro que cuando finalicen quedará de nuevo resplandeciente. Seguro que al mercado le darán una vuelta porque se está convirtiendo en un lugar de chiringuitos para los turistas. Creo que todo la parte antigua de la ciudad, el barrio Gótico, el Born, el Raval, necesitan más cuidado y atención, pero todo esto no resta lo más mínimo del interés que despiertan y que tienen, son lugares encantadores para perderse y caminar por ellos durante horas.

El resto de la ciudad por dónde hemos estado lo hemos encontrado tan bien como otras veces y aun mejor, ocupando las calles con bancos, macetas, árboles, jardines infantiles, expulsando los vehículos contaminantes y ganando espacio para la convivencia vecinal.

Hemos visitado muchos lugares interesantes y nos quedan por ver otros muchos, es la estrategia para siempre volver, dejar cosas sin ver. Todo lo que he dicho anteriormente queda en nada ante la grandiosidad de esta ciudad que está en muchos rincones y monumentos, pero sobre todo, o al menos para mí, en la presencia imponente por toda la ciudad de su gran genio. Gaudí.

Pocas veces he visto en una ciudad una impronta tan impresionante como la de Antoni Gaudí, en otros lugares también, pero lo de Barcelona es apabullante. Esta visita a la ciudad estaba motivada por otra historia muy interesante que se encuentra en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (Museu Nacional d´Art de Catalunya, MNAC) de la que en otro momento daremos cumplida cuenta. Por supuesto, teníamos claro que visitaríamos los lugares más emblemáticos de la ciudad pero en esta ocasión la obra de Gaudí nos ha embargado por completo.

Antoni Gaudí nació en Reus (en la Wiki también se recoge Riudoms, que está muy cerca) en 1852 y murió en Barcelona en 1926 a los 74 años de edad atropellado por un tranvía. Fue un arquitecto absoluto en el sentido de que se encargaba no solo del diseño y construcción de sus edificios, también de su funcionalidad y decoración, estructuras, fachadas, escaleras, techos, ventanas, chimeneas, puertas, pomos, bisagras, rejas, cristales, azulejos, vegetación, ventilación, nada escapaba a su ingenio y posterior creación, plasmada en edificios excepcionales y únicos. Pocas veces la arquitectura ha visto un genio como él. 

Hemos podido visitar la Casa Batlló, el Palau Güell, la Casa Vicens, el Parque Güell, y la sensación de sorpresa, incredulidad y admiración no nos abandonaba por cualquiera de los rincones que íbamos descubriendo a medida que visitábamos estos lugares. Les recomiendo que si no los han visto ya, no pierdan ocasión de hacerlo, y si no tienen previsto un próximo viaje busquen estos lugares en libros o documentales. 

Pero la joya absoluta es, cómo no, la Sagrada Familia. Todas las veces que la he visitado he quedado absolutamente prendado, pero en esta ocasión, en la que ya está casi terminada, me faltan palabras para poder describir las sensaciones que he tenido.

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La primera vez que la vi quedé impresionado con las fachadas de la Natividad y de la Pasión, las únicas que estaban terminadas pero ya me parecieron algo de otro mundo de lo excepcionales que eran, sobre todo la de la Natividad. El interior estaba lleno de andamios y no me pude hacer una idea, pero ahora ya está terminado y pasar hacia dentro del templo es sobrecogedor.

Ya hemos visto muchas iglesias, templos, catedrales de distintos estilos y lugares, y para mí esta es la obra religiosa más impresionante que he visto en mi vida; yo no soy una persona religiosa, pero desde luego este templo conmueve por su extraordinaria belleza, por su  luminosidad, por su altura, por sus formas, por las soluciones arquitectónicas tan imaginativas. Uno tiene la tentación de no abandonar jamás este lugar. 

Por último, subimos por una de sus torres campanario y ver cómo se sigue construyendo el templo, falta por terminar la parte final de la torre principal dedicada a Jesús y el pórtico de la Gloria, hace que te transportes en el tiempo y te sientas como un personaje de «Los pilares de la tierra» aquella novela de Ken Follett sobre la construcción de catedrales.

Luis González Carrillo
Cordobés de nacimiento y comunero al vivir en estas tierras de Madrid desde su infancia. Funcionario de la administración local, redactor de miles de informes y comunicaciones que le han permitido ganar la concreción y claridad necesaria, eliminando todo lo accesorio, para componer poemas con la métrica japonesa del haiku, tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, habiendo editado dos libros con estas composiciones, Haikuario y En la frontera; esa misma experiencia, y sus lecturas, le han permitido comentar más de cien libros de novela y ensayo publicados en diversos medios locales. Desde hace dos años, además de seguir con el haiku, viene publicando de manera regular artículos bajo la denominación de Cuaderno de bitácora, en un claro homenaje a la serie Star Trek, consiguiendo un observatorio ideal para expresar sus opiniones sobre el presente, el pasado y el futuro de todo lo que acontece en el mundo natural, político, social o personal.

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