Globalización y descenso de la pobreza en el mundo

En su ensayo sobre “la globalización y la reducción de la pobreza”, Xavier Sala-i-Martín, un economista catalán y catedrático de la Universidad de Columbia (Nueva York, Estados Unidos), sostiene que la globalización es “posible” en todas las partes del mundo.

Para detallar su reflexión, analiza las causas de la pobreza y de las desigualdades partiendo de la idea según la cual la revolución industrial fue un factor determinante en la evolución de la renta, del progreso económico y de las disparidades entre regiones ricas (Europa y América del Norte) y otras pobres (el resto del mundo).

La entrada en la era de la globalización a partir de 1980, será clave. Debía permitir lidiar las diferencias en términos de renta entre el primer y el tercer mundo. El autor cita los casos de China y de algunos países de Asía, que encuadraron su estrategia de desarrollo en la economía de mercado.

Sin embargo, los parámetros de pobreza y riqueza no van siempre unidos al crecimiento económico y a los recursos naturales. Al contrario, el capital humano es un factor fundamental en toda ecuación de desarrollo. En este contexto, el autor sostiene que en la era de la globalización, la pobreza y las desigualdades han disminuido a pesar de la postura de algunos teóricos e intelectuales que sostenían lo contrario, como Noam Chomsky o el periodista francés Ignacio Ramonet.

Para aclararlo, se apoya en los trabajos que toman como fundamento el estudio de la renta per capita o la medición de la pobreza. Para estudiar el umbral de pobreza, se destacan sobre todo la aportación del Índice de Gini o el coeficiente de Atkinson según los cuales las desigualdades y la pobreza pueden subir y bajar. Para detallar esta reflexión, el autor cita tres casos concretos: China, que ha conseguido granar la batalla contra la pobreza; Estados Unidos, donde los pobres no son duramente afectados por las desigualdades a pesar de que los ricos son cada vez más ricos, y Nigeria, un país rico pero la pobreza no deja de subir a causa de la mala gestión de los recursos naturales y la corrupción.

Esta reflexión conduce al análisis de los efectos de la globalización y su relación con el desarrollo. El autor divide los países del mundo en tres grupos: los más globalizados (“globalizadores”) donde la pobreza está bajando desde 1970; los que se han cerrado a la globalización (“antiglobalizadores”) donde la pobreza está subiendo desde 1980, y los del medio, que excluye de su estudio.

El autor invita a tomar seriamente consciencia del concepto de globalización porque no se trata de un debate retórico, ideológico ni de pugna entre intelectuales de distintas consignas. De modo, que los estudios empíricos demuestran que en las dos últimas décadas, 500 millones de personas se han salvado de la pobreza en el primer grupo de países mientras en el segundo, en contra, otros 80 millones de ciudadanos vinieron reforzar las filas de los pobres. Además, la pobreza se ha reducido notablemente en todos los continentes menos en África, que atraviesa una situación de instabilidad permanente.

A tenor de los datos publicados por organizaciones internacionales o institutos de investigación, se ha evidenciado que la pobreza es actualmente un fenómeno esencialmente africano. Muchos índices lo aclaran si consideramos que la globalización es ahora sinónimo de la libre circulación de capitales, de mercancías, de personas además de tecnología y de información.

En todos estos ámbitos, excepto la información, África se ha quedado muy atrás en comparación, por ejemplo, con Asía. Este continente padece en realidad una enorme falta de inversiones exteriores, un déficit de emprendedores, un bajo porcentaje a nivel mundial en términos de exportaciones de productos industriales o manufacturados, un escaso acceso a las tecnologías modernas y medios de lucha contra enfermedades devastadoras, como el SIDA o el Ébola.

En conclusión, el autor considera que erradicar la pobreza no es una tarea imposible si tomamos como referencia China y otros países asiáticos, que eran catalogados como pobres hace sólo 30 años. Consiguieron a golpe de sacrifico y perseverancia alejar a sus ciudadanos del círculo vicioso de la pobreza.

Mohamed Boundi
Periodista, doctor en sociología y ciencias de la comunicación de la universidad Complutense de Madrid. Corresponsal en España desde 1987, es licenciado en periodismo, investigador en ciencias sociales, opinión pública y cultura política. Publicaciones: “Marruecos-España: Heridas sin cicatrizar”, un estudio sobre la imagen de Marruecos y sus instituciones en la opinión pública española en momentos de crisis; “Sin ellas no se mueve el mundo”, un trabajo de terreno sobre la condición de las empleadas de hogar inmigrantes en España; “La mujer marroquí en la Comunidad autónoma de Madrid: convivencia y participación social”.

1 COMENTARIO

  1. Son dos opiniones: optimista y pesimista, como el autor plantea la globalización como fenómeno de salvación de la pobreza (optimista) me importaba destacar tres puntos:
    1 que la globalización es obra del primer mundo (desarrollado), exportada hacia otros países o mejor dicho impuesta para estos países llamados pobres y que no tenían otra alternativa que de aceptar este nuevo orden económico mundial.
    2 el autor nos deja creer que la globalización es un asunto puramente económico mientras los políticos y la política son los mecanismos que mueven, protegen, respaldan,… la globalización.
    3 teóricamente, la globalización ha abierto las puertas para invertir, desplazarse por el mundo entero… pero solo los países desarrollados que tienen esa capacidad (capital humano y material, trasporte logístico, organismos – ONGs…)
    Son múltiples las repercusiones espaciales de la globalización: los países desarrollados se han beneficiado más que otros, el éxito de la globalización no puede ser sin guerras y la venta de todo tipo de armamento (oriente medio ej. Aplastar la mitad de áfrica, guerra contra el terrorismo “islámico”= la otra ideología),
    En definitiva, la globalización es el brazo vertical del imperialismo y la otra cara del colonialismo o la versión moderna de lo que ha sido el protectorado a lo largo del siglo XX.

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