Primer acto: “Tu oficio es estar ahí y hacer la foto”.
Escena final: “Si tu foto no es buena, es porque no estabas lo suficientemente cerca”.
Entre la primera providencia que ha de aplicarse irremisiblemente todo fotoperiodista y el veredicto final del editor gráfico o el observador crítico, la compleja e intrincada gama de variables técnico-conceptuales del proceso de trabajo profesional del fotoperiodista constituye un polvorín que pone contra las cuerdas los parámetros al uso tanto del academicismo estético como de la contravisión del fotoperiodismo a la vez que hace reventar la tensión del marco ético de la deontología profesional en el mundo de la comunicación.
La incómoda línea continua de lo políticamente correcto en fotoperiodismo -¿informar sin “incordiar”, sin indigestar el desayuno al lector?- es clamorosamente rebasada con el producto de cinco miradas con enfoques distintos -a la vez que complementarios, sin embargo- de otros tantos fotoperiodistas desplazados a Haití en tres escenarios distintos con ocasión del terremoto de 2010 y que nos ofrecen cinco imágenes límite para la reflexión sobre el estado de cosas en el fotoperiodismo actual.
La más impactante es sin duda el fotón de Cristóbal Manuel, Premio Ortega y Gasset de Periodismo Gráfico 2011. El fallo del jurado no hizo sino certificar la tremenda potencia visual de la imagen: «La escalofriante fotografía refleja la armonía y la soledad del ser humano en un entorno caótico y desesperanzado». Mención especial merece el respeto sencillamente ejemplar del fotoperiodista de El País a la dignidad humana de la persona que está fotografiando.
En los foros profesionales y sobre todo en las redacciones de los medios, y dado que en los ámbitos universitario y asociativo lo que mandan son los intereses de profesores y directivos, debería prestarse la atención debida a fotones como esta que hacen historia del mejor fotoperiodismo humano posible y deseable en los antípodas del fotoperiodismo basura al uso.
Otra foto sobre las secuelas del terremoto de Haití fue premiada días atrás en Suecia en el certamen de los premios de fotografía de prensa del año, el Swedish Picture of the Year Awards. La foto muestra en un primer plano a la niña Fabienne Cherisma instantes después de caer abatida por disparos de la policía. Su cadáver aún se aferra a las sillas de madera y los marcos de fotos que le costaron la vida. Al fondo, dos hombres pasan indiferentes portando cajas sobre sus cabezas. El conjunto es una composición perfecta que documenta el aspecto más crudo tras la catástrofe natural: los saqueos y la represión policial.
El autor no es otro que uno de los fotoperiodistas más laureados por sus fotos de escenarios de conflicto: Paul Hansen, del Dagens Nyheter.
Pero si esta foto se llevó los honores en Suecia, otra foto del mismo suceso, o más exactamente del making off del acontecimiento, desató en su día a escala global la vieja y siempre irresuelta polémica en torno al sobre la actitud de los fotoperiodistas ante los caos extremos de tragedias con cara y ojos. Autor de esta otra imagen, en la que puede verse a varios fotógrafos fotografiando el cadáver de Fabienne, es Nathan Weber. El propio fotógrafo cuenta el espeluznante sucedido en una entrevista en Prison Photography y en un vídeo en su página web.
No menos dramática es la perspectiva opuesta del mismo escenario: una fila de saqueadores pasa de largo al lado del cadáver de Fabienne Cherisma con sus botines. Lucas Oleniuk es el autor de esta desgarradora fotografía que viene a darnos la imagen completa de los dos puntos de vista de la escena.
Una foto se complementa y cierra el discurso con a otra. La de Weber es 100 por 100 informativa y muestra a las claras el “morbo” o “mercantilismo” por parte de unos fotógrafos de dudosa ética en cuanto no se demostrase -como así no consta que haya sido- que además de fotografiar a Fabienne tendida en el suelo hubiesen corrido a avisar a algún socorrista.
La foto de Oleniuk no es con mucho menos inocente. Aquí, las personas que aparecen Se dirá que los fotógrafos también, pero hay una diferencia crucial: los fotógrafos al menos se detienen a ver y documentar con sus cámaras la escena. Puede acusárseles de lo que se quiera, menos de indiferencia.
El punto de esperanza en el dramático imaginario de las secuelas del terremoto de Haití lo ofrece la fotografía de un hombre bien vestido en un escenario de ruinas y escombros que le valió a su autor, Ramón Espinosa, el premio Ciudad de Gijón 2010. Caminando resuelto hacia donde está la cámara –y nosotros–, pantalón de vestir largo, impecable camisa de manga larga, corbata sobria, el protagonista de la foto, libro en mano, es un vivo mensajero de esperanza en medio de la desolación. “Es noticia” -Dios, en la Biblia que lleva en la mano-, titulábamos una doble página central con varias fotografías, entre ellas ésta, en el periódico Puerta Abierta.
Si las entidades religiosas tuvieran sensibilidad para la imagen más allá de la iconografía cursi y sobre todo visión de la jugada, tendrían que haber premiado este fotón de Ramón Espinosa y haberle comprado derechos de reproducción -seguro que a precio más que razonable- para usar una foto como esta que viene como anillo al dedo, por ejemplo, para ilustrar las famosas palabras de Jesucristo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:36, Marcos 13:31, Lucas 31:33).
Hay esperanza, pues. También de que el fotoperiodismo no tire por la borda lo más precioso que tiene: el rostro humano de todo fotoperiodista comprometido y solidario. “Para ser buen periodista hay que ser buena persona», Ryszard Kapuscinski dixit. «Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias.” Ahí estamos.
Serie Fotos Límite:
- Fotos límite: 150 años de debate (y 6). La delgada línea roja
- Fotos límite: 150 años de debate (5). Haití en tres escenarios de muerte y vida
- Fotos límite: 150 años de debate (4). La agonía de Omayra
- Fotos límite: 150 años de debate (3). Kong Nyong, el niño que sobrevivió al buitre
- Fotos límite: 150 años de debate (2). Javier Bauluz: “Muerte a las puertas del paraíso”
- Fotos límite: 150 años de debate (1). Brady (la realidad de la guerra) vs. Fenton (‘No Dead Bodies’, “Cadáveres, no”)
Enlaces:
- Las fotos del horror, en ‘La Voz de Galicia’
- Tragedia de Santiago: las imágenes límite, a debate
- Para qué sirven las fotos
- Publicación compartida con Protestante Digital / Magacín / Leyendo fotos