Las fotos del horror, en ‘La Voz de Galicia’

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Trágico accidente de tren en Santiago de Compostela. ‘La Voz de Galicia’, 15 de julio de 2013. Foto: Xoan A. Soler / Mónica Ferreirós

Excepcional cobertura gráfica del suceso que conmueve al mundo, el trágico descarrilamiento ayer en Santiago de Compostela,  es la que ofrece el centenario rotativo coruñés La Voz de Galicia. La dantesca crudeza del accidente, con imágenes de víctimas en primer plano, se refleja en una edición magistral de las impactantes fotos de Xoán A. Soler y Mónica Ferreirós.

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Trágico accidente de tren en Santiago de Compostela. Portada de ‘La Voz de Galicia’, 15 de julio de 2013.  

Marca, y con mucho, la diferencia La Voz de Galicia entre las portadas de los medios impresos españoles e internacionales. Una portada impactante, más que sobrecogedora, con una foto -un fotón– espeluznante, más las primeras once páginas interiores y la contraportada con una edición de las que crean escuela -una foto a gran tamaño por página, salvo una doble página de reportaje gráfico con nueve fotos, “Las imágenes del horror”.

El eterno debate sobre si deben publicarse o no en la prensa fotos que muestren víctimas de guerras, accidentes o catástrofes vuelve a estar sobre el tapete. ¿Qué debe hacer el fotógrafo, su trabajo de hacer fotos o dejar la cámara y ponerse a ayudar, o incluso marcharse?

La foto de la portada con las tres víctimas en primer plano sin duda levantará polémica. Pero no se le negará a la Redacción de La Voz de Galicia haber publicado en su portada una foto que lo cuenta todo, una de esas contadas fotografías que hacen bueno el dicho de que “una imagen vale más que mil palabras”.

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Trágico accidente de tren en Santiago de Compostela. ‘La Voz de Galicia’, 15 de julio de 2013. Página 3. Foto: Xoan A. Soler / Mónica Ferreirós

Pero no menos motivo para la reflexión y el debate es acaso el que ofrece otra imagen, en la página 3, en la que puede verse en el escenario del descarrilamiento a varios hombres con dos víctimas que han recogido y se disponen a llevar en brazos a algún puesto de asistencia médica.

Rematan la imagen las figuras de dos mujeres a ambos lados de la foto.

A la izquierda, una mujer en bata y zapatillas se dirige con toallas al lugar del siniestro. Es la viva estampa de la solidaridad anónima de tantos y tantos ciudadanos.

A la derecha, otra mujer se aleja del escenario haciendo un medio pero claro gesto de reproche silencioso al fotógrafo. Es la representación, si no de la censura abierta, sí del ”Fotos, No”.

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Trágico accidente de tren en Santiago de Compostela. ‘La Voz de Galicia’, 15 de julio de 2013. Foto: Xoan A. Soler / Mónica Ferreirós

 

Dentro del inmenso dolor nacional por el pavoroso siniestro, de nuevo está servido el debate. ¿Imágenes explícitas de víctimas, sí o no?

Una opinión cualificada, por su doble condición de médico adjunto de medicina interna de uno de los grandes hospitales de la Sanidad pública madrileña y periodista -director de Protestante Digital-, es la de Pedro Tarquis:

“Sobre las imágenes explícitas, me pesa la medicina que obliga a la confidencialidad del paciente, que hago extensible al uso público de su imagen, salvo que sea con su permiso. Incluso así, habría que valorar la necesidad de hacerlas públicas. Creo que salvo enorme interés general no me siento bien viéndolas publicadas. En mi caso, además, no es por la carnicería o la muerte explícita, a las que por desgracia estoy acostumbrado. Pero es mi opinión sólo.”

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FOTO, abril de 2004, «Qué hacer con la crudeza de una imagen límite»

“¿Qué con la crudeza de una imagen límite?”, me preguntaba en mi carta del director “luz continua” en FOTO, abril de 2004 a propósito de la crudeza de la terrible foto del 11-M de Pablo Torres Guerrero en la que podía verse un trozo de extremidad humana ensangrentado en la vía, portada en El País a cinco columnas y publicada en importantes medios internacionales, como Time o The Times.

“No publicándola, o manipulándola”, continuaba exponiendo en mi editorial, “se respeta, se dice, el derecho a la propia imagen y se le ahorra al lector el impacto de una imagen que puede producir un shock emocional».

¿Qué hacer?

“Soy de los que piensan”, afirmaba entonces y no he cambiado de opinión, “que lo verdaderamente monstruoso de esta foto no es la foto, sino la locura diabólica de los desalmados que siembran la muerte indiscriminadamente”.

Cierto que un accidente ferroviario no es comparable en modo alguno a un ataque terrorista. Pero sí la magnitud del desastre y la tragedia.

El oficio del fotoperiodista es hacer fotos. Por más que le duela lo que está viendo, tiene que mirar y ver… por la sencilla razón de que el objetivo de su cámara es los ojos de todos nosotros.

 

FOTOabril2004_luzcontinua-detalle_baja Las fotos del horror, en 'La Voz de Galicia'
FOTO, abril de 2004, «Qué hacer con la crudeza de una imagen límite»

Fotos límite: 150 años de debate (y 6). La delgada línea roja

Fotos límite: 150 años de debate (5). Haití en tres escenarios de muerte y vida

Fotos límite: 150 años de debate (4). La agonía de Omayra

Fotos límite: 150 años de debate (3). Kong Nyong, el niño que sobrevivió al buitre

Fotos límite: 150 años de debate (2). Javier Bauluz: “Muerte a las puertas del paraíso”

Fotos límite: 150 años de debate (1). Brady (la realidad de la guerra) vs. Fenton (‘No Dead Bodies’, “Cadáveres, no”)

Enlaces:

Publicación compartida con Protestante Digital / Magacín / Leyendo fotos

 

 

Manuel López
Fallece en diciembre de 2014, siendo editor adjunto de Periodistas en Español. Periodista, fotógrafo, profesor y consultor de medios. En la profesión desde 1966. Perteneció a las redacciones de 'Gaceta ilustrada', 'Cuadernos para el Diálogo", 'El Periódico" y 'Tiempo'. En 1982 funda FOTO, revista que edita y dirige hasta 2009 (287 números). Fue vocal por el sector de la Fotografía en la Comisión Redactora del Anteproyecto de Ley de Propiedad Intelectual de 1987. Profesor de Fotografía de la Universidad Nebrija (1997-2001). Desde 2000, vinculado a la Escuela Superior de Publicidad. Autor de 'Fotografía Creativa', guía didáctica de un curso en una plataforma 2.0 (282 págs., Maren, Madrid, 2010). Su exposición fotográfica antológica 'Manuel López 1966-2006' va camino de 40 itinerancias por España y América.

16 COMENTARIOS

  1. Ufff… veo que esto a cojido el cáliz de si se deberían publicar o no fotos con muertos.
    En fin, yo me hago una pregunta senciilla, quién es peor: ¿Aquel que no quiere ver o aquel que quiere ver por morbo?

    A ver, núnca es fácil y de buen agrado ver muertos, menos aún en la cultura que estamos que pretende inflarnos con una falsa sensación de seguridad el cual se ve directamente atacado por unas imágenes como éstas. No obstante y no por eso, creo que se debería evitar hacer fotos de una tragédia de tales magnitudes.

    Todos o casi todos conocemos a seres queridos que han muerto de una forma u otra, y cierto es que, partiendo de esta premisa, inicialmente, imaginarse ver a un familiar o amigo en las fotos crea un malestar. Pero también tendemos a eregirnos en jueces y verdugos siendo totalmente ajenos, o casi, a lo sucedido. Es cierto que los familiares, en su fase de luto unas imágenes como estas les va a doler, pero más a largo plazo, tal vez sea reconfortante para ellos, más si esas fotos y la posterior indignación pública (que no hubiera existido en esta medida ni mucho menos sin las imágenes) lleva a que se mejore la seguridad en los trenes, por ejemplo, es decir, para algunos, no todos posiblemente, el hecho de que sus familiares no hayan muerto en vano, sea más reconfortante que un «back out» mediático.

    De todos modos, y dejando a un lado la filosofía del tema, muchas veces se clama al cielo cuando se ven imágenes «domésticas» con muertos, pero no puedo estar más en consonancia con lo que dice Xaume, ya que parece bastante cierto que ver un montón de niños muertos en Palestina o Afghanistán nos importa sensiblemente menos que aquí, y esa desconexión con la víctima aumenta de forma proporcional cuanto más lejos y más diferentes sean de nosotros. Hay una parte de ello que lo consideraría un hecho natural, instintivo que, en cierto modo nos lleva a ver con ojos muy distintos a aquellos que están lejos, en el fondo, es el principio primordial del hecho racisa, no obstante, y no intento justificar este hecho que encuentro totalmente reprochable, personalmente, como decía… no obstante, hay una parte oscura detrás de ello, una postura egoísta, una cultura del yo, yo y yo mismo, que en el fondo hace que este mundo vaya como va.

    En el caso del accidente del tren, lo que se ha visto sacudido con las imagenes ha sido el «yo» que nos hace identificarnos con las víctimas, una reacción muy visceral, pero en el fondo muy poco meditada por las razones que antes esgrimía.

    En cuanto a fotoperiodista, no soy quién para juzgar la actuación de mis compañeros, éste es su trabajo y pese a que nadie está preparado para ver semejante desgracia, es su trabajo. Como decía en un post anterior, yo probablemente hubiera dejado momentaneamente la cámara para ayudar ya que creo que los ciertos conocimientos médicos que tengo hubieran sido útiles antes de que llegaran los servicios de emergencia, ya que por experiencia, la gente ayuda con toda la voluntad del mundo, pero a veces, ayudar sin conocimiento puede ser más peligroso que no ayudar, y suerte hemos tenido que ningún vecino se haya electrocutado con la catenaria o algo así, y es una crítica cruda después de ensalzar la valentía de los vecinos en los medios, pero las consecuencias las he visto en más de una ocasión en el caso de accidentes principalmente… En fin, a lo que me refiero, es que si no tuviera ese conocimiento médico, me hubiera dedicado a hacer fotos, como cualquiera de los compañeros ya que si estaba allí era para hacer ese trabajo y no creo que, como hubiera sido mi caso, casi todos, si no todos, al bajar el «xute» de adrenalina que una situación así lleva consigo, se habrán derrumbado ya que también somos humanos, lo que pasa es que nosotros, a diferencia de muchos (salvando los que trabajan en servicios de emergencias en ocasiones), vemos algunas cosas que la mayor parte de la gente no ve o ve solo de refilón, pero eso no nos convierte en monstruos sedientos de sangre y cadáveres ni mucho menos, ¿no?

  2. Las fotos son muy buenas y su publicación necesaria.
    El decálogo del Colexio de Xornalistas…. Consejos vendo que para mi no tengo. Vean el listado de directivos de la entidad y caerán en la cuenta.
    En cuanto a las dudas de compañeros sobre ocupar espacio en helicópteros o dificultar rescates… Aquí cada uno tiene una función, y la del periodista es informar. Si se avergüenza de ella y prefieren ejercer de ayudar a las víctimas, dedíquense a otra cosa.

    • Necesarias, para qué? Para vomitar? Para hacer sufrir a sus familiares? CINISMO

    • Los accidentes son una de las tantas cosas que pasan en nuestra sociedad, y no por eso no se deben cubrir en su crudeza. Entiendo que la gente prefiera no ver ciertas cosas, al fin y al cabo estas cosas nos hacen ver vulnerables como seres humanos… Hasta no hace demasiado, las ejecuciones se hacían en las plazas públicas, hoy en día la muerte parece que tenga que ser aquella cosa que todos conocen pero nadie ha visto, claro, es mucho más fácil vivir en un mundo donde no se vean cosas desagradables, donde las informaciones, en cambio de ser algo que crea conciencias o repulsa, sea algo que fomente y promueva la indiferencia. Pero tengo buenas notícias para los que queréis vivir en un mundo paralelo esperando que nunca tengáis que vivir las desgracias de los demás, eso si os planteáis incluso que esas desgracias realmente existen… últimamente los medios de comunicacion vetan cualquier cosa con la excusa de que: «es demasiado fuerte para el espectador» Y no hablo precisamente de cadáveres, estoy hablando de cualquier cosa que pueda crear un poco de revuelo social, desde manis, cargas, desahucios, y un largo rosario.

      Nada, vivamos en la ignorancia, tal vez sea cierto que se vive mejor en ella, al menos hasta que nos den un palo y queramos que alguien lo recoja y lo transmita para que lo sepamos los demás, pero para ese entonces tal vez no haya nadie que quiera transmitirlo porque lo que sea que te pase sea demasiado «fuerte» para las conciencias de los restantes.

      En cuanto a las víctimas, no se puede generalizar, hay los que querrán olvidar, obviamente, habrán los que, como he dicho en el post anterior, que su muerte haya servido para cambiar cosas, y para cambiar estas cosas, sin una conciencia colectiva lo suficientemente motivada, no se cambia una «M» en este país por más muertes que hayan, etc.

      Conozco un caso cercano en el que su marido murió en un accidente de tráfico hará unos 30 años, y sigue guardando con recelo el recorte del periodico donde se vé el coche, no será el mejor recuerdo, pero sí es el último y de alguna forma u otra, este hecho la reconforta.

      Creo que juzgar lo que conviene o no conviene ver es, pura y simplemente, censura, una censura basada en una supuesta motivación ética «x» como ha sucedido en incontables ocasiones en este o en otros países. Tal vez, más que matar al mensajero, se debería mirar al conjunto de la sociedad y las razones por las cuales cubrir una notícia así produce una repulsa, no por el hecho en sí o por las razones que ha sucedido, sino por el hecho de que: «me ha molestado porque me lo hayan mostrado mientras comía» para poner un ejemplo de que no queremos tener nuestro mundo «perfecto» perturbado por cosas imperfectas… o simplemente porque a otro individuos les pueda aportar una dosis de morbo.

      No es un problema del hecho del accidente y las consecuencias que ha tenido que criminalizan estas imágenes, ni tan solo el trato informativo que se les ha dado, estoy casi seguro que esta controversia es debido a una sociedad que prefiere la indiferencia, el individualismo, la hipocresía… el egocentrismo, en definitiva. Como también dije en el post anterior, demasiado yo, yo y el yo mismo.

      ¿A caso es un familiar próximo de alguna de las víctimas?¿A santo de qué se erige como sabedor de lo que les conviene o no?¿Es como mínimo, psicólogo o algo parecido para dar algún fundamento en lo que les conviene o no?¿En definitiva, por que razones se cree valedor de lo que la sociedad en general debería o no debería ver?

      En fin, me parece que su epístola se debe mayormente al descontento personal, puramente egoista, dicho de este modo.

      Pero yo le pregunto: ¿Cree que ADIF, RENFE, Gobierno, etc. Realmente llevarían a cabo mejoras en las infraestructuras sin el barullo social que se ha montado? (si se llevan a cabo en un futuro) ¿Realmente cree que este barullo social hubiera tenido tanta resonancia de no haberse cubierto la información de una forma lo suficientemente cruda como para que la gente no quedara indiferente?

      La escritura está muy bien, pero es un concepto abstracto que no ejerce las emociones tan directamente como una imagen, sobretodo en según que individuos. No es lo mismo poner un texto donde explique que un accidente ha producido 79 víctimas mortales (según lo últmo que recuerdo) y 90 y pico heridos con una foto dende se vea el tren en el momento de que las gruas lo levantan, o el mazazo que el espectador recibe cuando ve los momentos inmediatamente posteriores del desastre, donde hay personas con los cuales se puede sentir identificado.

      En fin, mi conclusión es bastante clara a juzgar por la controversia, la cobertura del accidente se ha hecho correctamente, era una notícia que no podía, no debía dejar indiferente, y no lo ha hecho, por desgracia, nuestra sociedad, en general, vive demasiado narcotizado como para sacar más provecho informativo que el de clamar al cielo por las imagenes que se han tomado.

  3. Completamente de acuerdo con SERGE. El trabajo del fotógrafo es una cosa, y el del editor, otra completamente distinta. La noticia es algo del momento, caliente, perverso. Ya aprovechará el periódico o el fotógrafo para hacer una exposición con esas dramáticas imágenes.

  4. Centrar el dilema sobre si el fotografo debe o no colgar la cámara es un falso problema, el fotógrafo hace su trabajo, inmortalizar el momento.
    El dilema es del editor y de la línea editorial del periódico, allí es donde a fallado, estrepitosamente La Voz de Galicia.

  5. Ningún cadáver es una buena noticia en si. Me parece absolutamente inútil mostrar estas personas de esta manera.
    Es amarillismo puro y duro, pura venta de papel que solo puede producirse en periódicos de segunda o tercera categoría.

    • Los fotoperiodistas estamos expuestos a este tipo de linchamientos sociales. Se nos ensalza o se nos culpa dependiendo de los temas que retratemos. El periodista escribe sobre la verdad, los fotoperiodistas retratamos lo que pasa. Asi de simple y duro y así de humano. Se nos paga por hacer nuestro trabajo (no muy bien en la mayoria de los casos) y la ėtica profesional nos impide dar media vuelta y marcharnos cuando tenemos que informar. A mi personalmente me parece que muchos de los que habėis escrito respondiendo, sois muy hipócritas. A nadie de este país le importa un carallo cuando los muertos que salen son afganos, iraquíes o chinos. Os puede este estúpido amor patrio. Una desgracia es una desgracia, y hay que informar de ella. Le pese a quien le pese.

    • Linchamiento social… Qué gracia me haces, más viniendo de un compañero de profesión, que veo que no de principios. Vaya victimismo, cuando aquí las únicas víctimas son las que aparecen en tus fotos si dices que haces lo que haces. Me impresiona también la falta de profesionalidad de alguien que dice ser editor de una revista, fotógrafo profesional y consultor de medios y asesor sobre temas de fotografía (fotoperiodismo, supongo). La que le lleva a decir que las fotos y la portada de La Voz en su edición macabra e innecesaria del 25 de julio «crean escuela». La portada de La Voz de Galicia, periódico sensacionalista donde los haya, saltándose, como la TVG, el respeto a las víctimas y sus familiares, obligándolas a ver el horror en portada, ya no digo en fotos interiores, ya no digo sólo obligándonos a los demás, fuera de toda sensibilidad, sólo por MORBO puro y duro, sin ningún contenido informativo… Os lo dice otro fotógrafo, pero además periodista, y si el señor Manuel López también lo es, debería saber de sobra que una de las normas de cualquier código deontológico de la profesión es, en la información sobre catástrofes o sucesos, no enseñar imágenes que sean innecesarias y puedan dañar ya no la sensibilidad del lector, que también, si no la de las víctimas y sus familiares, a las que debemos un mayor respeto y cuidado, además de proteger su derecho a la intimidad y a la propia imagen… Qué conseguís con este tipo de fotos? Son artísticas? NO. En absoluto. Son informativas? Tampoco. Sólo se recrean en lo que ya intuimos, la desgracia, la muerte, el horror… Son MORBOSAS. Así que no lo camuflen bajo el «derecho a informar», que la sociedad no reclama eso, imágenes crudas, y si lo reclamara, mal iríamos… Ya puestos podéis enfocar directamente las vísceras de las víctimas, si tanto os gusta el morbo… La función del fotógrafo es hacer fotos, sí, pero no vale todo, y en todo caso ahí está la figura del editor para publicar sólo lo absolutamente necesario, lo informativo, y no lo recreativo y morboso. Esto me enseñaron a mí en la facultad y en mi trabajo diario, además de que me lo dicta el sentido común, no sé el del señor Manuel López. Le gustaría verse desangrando en una foto al día siguiente? O a su padre, madre, hijo/a, o pareja? Y a su familia verle a usted? Venga por favor!!!!

    • Jorge, no por descalificar al contrario se tiene más razón, y la aportación que puedas hacer al debate sobre la oportunidad de las fotos publicadas sobre el accidente de Santiago se diluye en tanto ataque contra Manuel López, que tiene el currículo que tiene y tu no se lo vas a borrar.
      Y sobre las fotografías cabe decir que puede haber disparidad de criterios, pero en ningún caso negarle calidad informativa sobre lo que ocurrió, sobre la brutalidad del accidente y sobre la atención a las víctimas por los vecinos del pueblo. Sin esas fotos, como tu mismo dices, solo podríamos haber intuido lo que sucedió, pero no lo hubiéramos visto, y no se hubiera producido la reacción social que va a obligar a poner solución a un problema que no debería de haber existido. Una vez más las imágenes de una catástrofe servirán para avanzar en matería de seguridad.
      Y como editor, me parece que el debate abierto por Manuel López está sirviendo para que se hable y escriba públicamente sobre los límites, que a mi juicio siempre serán difusos, porque ningún suceso es igual, y algunos de los comentarios publicados son muy oportunos al respecto.
      Manuel López no es el autor de las fotos ni tiene responsabilidad en su publicación por La Voz de Galicia, pero si es una voz solvente en esta profesión, y podrás o no estar de acuerdo con él, pero descalificarle personalmente no te deja a ti en buen lugar, evidencia pobreza de argumentos.

    • Lo que usted quiera… He dado muchos más argumentos de los que pueda dar Manuel López, pero como está muy mal visto decir verdades, porque ofenden (por qué será?) nos limitamos a descalificar al mensajero. NO es verdad que sean estas imágenes las que han movido a hacer algo en materia de seguridad, NO. Eso es una falacia. Son los MUERTOS los que han movido a reaccionar, y sus familias, y el impacto que ha provocado en la sociedad, la gallega particularmente, saber que lo que nos habían vendido como alta velocidad no era más que una chapuza que nos exponía todos los días a la muerte. Y no, de nada sirvieron esas imágenes para concienciar, más que para activar la náusea o la fascinación por la casquería de la masa: las propias víctimas se quejaban, y los vecinos de Angrois (llamar CENSURA a una actitud de sentido común, ética, profundamente humana, como la que muestra la señora en la foto, me parece demencial), los propios trabajadores de La Voz y las personas más concienciadas con este tema comentábamos en las redes sociales el ASCO que producía esta portada, la actitud revulsiva, antiprofesional y antiética de La Voz, que se trasluce en muchos más temas, y decíamos que no íbamos a comprar ese periódico, por respeto a nosotros y sobre todo a las víctimas. Repito, esto no es una crítica a los fotógrafos, que hicieron su trabajo y no está en sus manos seleccionar las fotos; sino al EDITOR. Las propias víctimas se quejaron, de que se las utilizara espectacularmente, tanto los medios de comunicación (algunos) para vender más periódicos o tener más audiencia (paradigmático el caso de la TVG, cuyos trabajadores también se quejaron porque les dieron la orden de emitir imágenes completamente innecesarias, una vez más sirviendo al morbo, una vez más “los de arriba”); como los distintos gobiernos y autoridades, lavando su imagen a cuenta de los familiares y su desgracia. El que no queda muy bien parado es su firma invitada, que demuestra su poca sensibilidad y deontología periodística desatendiendo todas las recomendaciones de colegios y sindicatos de periodistas, profesores de periodismo y psicólogos. Hasta la mayoría de los que aquí abajo comentamos, casi la práctica totalidad, estamos en contra de esta inhumanidad. Compara el tratamiento tanto gráfico como de contenidos de la tragedia de La Voz y de El País, que, con todos los defectos que pueda tener esta cabecera, demostró que cuenta con muy buenos profesionales, especialmente en Galicia, que dieron una información detallada, rigurosa y estrictamente informativa, apenas interpretativa en reportajes más “humanos”, pero sin caer en el morbo, la fascinación por la víscera ni la falta de respeto a las víctimas y familiares, ni tampoco en el linchamiento al maquinista, como sí hicieron los sensacionalistas La Voz, La Razón, ABC… En El País pudieron verse también imágenes que daban cuenta de la magnitud de la tragedia, plano general con gente tendida en la vía pero que no se llega a reconocer, o primeros planos pero cubiertos con mantas, las imágenes de los vagones destrozados… Todo ello sin tener que invadir la intimidad de las víctimas y familiares, su imagen y su sensibilidad, ni entorpeciendo la labor de los equipos de rescate. Eso es PERIODISMO, y eso sí CREA ESCUELA. O compáralo con La Vanguardia, que eligió otra imagen de las muchas que había enviado esa fotógrafa, que sí es respetuosa y además condensa perfectamente que ha habido una desgracia, sin caer en el morbo, pero además nos habla de la actitud heroica de los vecinos y de los servicios públicos. Como dicen los trabajadores de La Voz en este blog: “A falla de sensibilidade e de intelixencia informativa do director de La Voz e de quen lle asesorara á hora de elexir a foto de primeira é aínda máis grave se temos en conta que entre as imaxes captadas polos dous fotoxornalistas da casa, Xoán A Soler e Mónica Ferreirós, hainas de moi boa calidade, sobresaínte valor informativo e que reflicten os feitos sen necesidade de recurrir ao morbo.
      Por riba, Soler e Ferreirós tamén remitiron á central do xornal fotos da mesma escena elexida pola dirección de La Vanguardia, pois ela é a autora da foto que figura na primeira do xornal barcelonés e doutra semellante publicada na primeira de El País”.

      Una cosa es visibilizar causas invisibilizadas, o lejanas, utilizar el impacto de la imagen para denunciar una barbarie. Esta foto, ganadora del World Press Photo, mueve conciencias, nos acerca una realidad que desconocíamos o no queríamos conocer, este chico no se quiere esconder, no debe, es su cara mutilada el testimonio mudo de la tragedia, esa cicatriz no hay por qué esconderla, hay que mostrarla al mundo.
      http://archive.worldpressphoto.org/search/layout/result/indeling/detailwpp/form/wpp/q/ishoofdafbeelding/true/trefwoord/year/1994
      Pero no los muertos de Santiago, que no tienen ninguna peculiaridad con respecto a los muertos de ninguna otra tragedia, ni de ningún otro accidente: estamos hartos de ver accidentes de tráfico con sus correspondientes víctimas mortales. Hace falta? Es que no saben cómo es un cadáver? Vayan a una “morgue” y dejen de jugar con la gente. Por cierto, mi hermana era muy buena amiga de una de las chicas que murieron allí, así que algo tendré que decir como parte afectada, porque, si tienen alguna duda, me afectó todo esto, y me afectó también el tratamiento irresponsable que dieron La Voz y la TVG.

      Carta de las víctimas denunciando la hipocresía y la utilización que de ellas hicieron medios de comunicación, políticos, etc.:
      http://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2013/08/03/angrois-pienses-actua/0003_201308G3P6991.htm

      Carta de la madre de una de las víctimas, en esa línea:
      http://www.farodevigo.es/galicia/2013/07/30/nina/853411.html

      Entrevista a la coordinadora del equipo de psicólogos del operativo montado en Santiago:
      http://praza.com/movementos-sociais/5146/o-accidente-verase-ligado-ao-dia-de-galicia-durante-moito-tempo/
      “… nunha traxedia como esta os medios teñen que saber establecer os seus límites na reprodución de certas imaxes, non debería ser necesario o contacto cos psicólogos. Todos temos que facer unha reflexión posterior a todo o que pasou, pero no caso dos xornalistas é a súa obriga reflexionar sobre se respectaron ou non eses límites como deberían ou abusaron das imaxes e demagoxia”.  

      Entrevista con el Colegio de Psicólogos de Galicia:
      http://praza.com/movementos-sociais/5167/consumiuse-o-drama-de-outros-invadiuse-a-sua-intimidade-/ «Consumiuse o drama de outros, invadiuse a súa intimidade »

      Denuncia de los trabajadores de La Voz:
      http://ex-voz.blogspot.com.es/2013/07/la-voz-ofrece-primeira-plana-mais.html

      Denuncia de los trabajadores de la TVG:
      http://eunonmanipulo.wordpress.com/2013/07/29/as-imaxes-que-nunca-deberon-emitirse-orde-da-direccion-de-informativos/

      En definitiva, Manuel López se descalifica solito. No pienso continuar este debate, porque los argumentos que he dado con múltiples e incontestables. Buenas tardes.

    • http://www.xornalistas.com/documentacion/interior.php?txt=d_catastrofe&lg=gal

      Decálogo de recomendacións para medios e xornalistas de sucesos de catástrofe

      1. O dereito á intimidade e á propia imaxe no caso dos protagonistas de sucesos que revisten características de catástrofe. Alén do seu forzado protagonismo na noticia, é preciso respeitar o ámbito privado das persoas directa e indirectamente afectadas –as vítimas e tamén os seus familiares, de tal maneira que quede garantido o dereito que teñen a preservar a súa intimidade nesas circunstancias dramáticas. A publicación das listas de afectados, que é propia do xornalismo de servizo, non debería facerse con datos persoais que non son relevantes para o caso. En relación directa co anterior, fotoxornalistas e cámaras de televisión han respeitar o dereito que tamén lles asiste de non permitir a captación no lugar do suceso de imaxes nas que teñan algún tipo de protagonismo. Aínda no caso de non teren indicación expresa en contra, é recomendable absterse de utilizar aqueles imaxes que puideran comportar a degradación das vítimas. Tratándose de menores de idade, hase evitar na medida do posible convertilos en protagonistas da información.

      2. Respeitar a dor e o sufrimento das vítimas. Tanto as persoas implicadas directamente na traxedia como os seus achegados e familiares pasan por momentos moi difíciles, e merecen que non deben ser nin expostos á luz pública nin aumentados por ningunha vía. É preciso evitar, polo tanto, a publicación de primeiros planos de persoas en situación de sufrimento, como tamén o acoso e as preguntas en situacións inadecuadas. A súa dor ha estar, en todo momento, por riba da busca de información dos medios, que ademais en moitos casos pode convertirse nunha mera percura do morbo. De igual modo, é necesaria a cautela á hora de publicar imaxes de traxedias pasadas, para non despertar lembranzas dorosas que aínda poidan estar latente nos afectados.

      3. As conxeturas e hipóteses sobre a traxedia deben ser evitadas. En ocasións, os medios lánzanse a realizar conxeturas sobre as causas, consecuencias ou outros aspectos do acontecemento. No caso de traxedias humanas, porén, este tipo de informacións poden aumentar a angustia e a preocupación das vítimas, ademais de seren lesivas para a honra ou a imaxe de terceiros. É preciso basearse pois en fontes expertas e oficiais, e marcar sempre cando se está perante unha hipótese. No caso das listas de falecidos ou vítimas, cómpre sempre agardar polos datos oficiais, e nunca fornecer información antes de que estean ao corrente as persoas afectadas.

      4. Hase facilitar a información de forma responsábel, sen contribuír a crear situacións de psicose. As traxedias de grande magnitude poden provocar o pánico entre a poboación xeral, algo ao que moitas veces contribúen os mass media con informacións pouco responsábeis. É necesario, pois, evitar que noticias que non entrarían habitualmente na axenda mediática poidan «colarse» ao estaren relacionadas cunha traxedia actual, dando a impresión de que a súa aparición é mais habitual que de costume. Ben ao contrario, convén reducir a preocupación da audiencia o máis axiña posíbel para evitar unha psicose colectiva.

      5. A distinción entre reconstrucións, recreación ficticias, hipóteses e feitos debe estar sempre marcada perfectamente. Na meirande parte dos casos, a investigación sobre unha traxedia leva meses ou anos, polo que non se coñecen con exactitude as causas ou os procesos até moito despois de que o acontecemento ocupe espazo nos medios. Os gráficos na prensa e as reconstrucións ou recreacións na televisión teñen que estar identificados como o que son, hipóteses e probabilidades, sen que leven á audiencia a erros.

      6. A información fornecida polas persoas afectadas ten que ser valorada e contrastada, como no resto de informacións. Verse convertido por desgraza no protagonista dunha traxedia non pode ser xustificación para introducir na axenda mediática calquera tipo de información. A dor e a desesperación levan decote a realizar declaracións e acusacións sen ningún tipo de proba, polo que o xornalista ten que continuar activo no seu papel de gatekeeper que peneire a información, considerando ás vítimas como o que son, fontes directas e non expertas. De igual xeito, cómpre que se distinga entre o que é e o que non é noticioso na información dada polas persoas afectadas. Nalgunhas ocasións, as vítimas poden fornecer, motu proprio, detalles sensacionalistas que teñen que ser descartados á hora de construir a información.

      7. É especialmente importante coidar a linguaxe e evitar recursos espectacularizadores. Máis do que nunca, no léxico utilizado débense eliminar adxectivos e lugares comúns que dramaticen o acontecemento, así como o uso dunha linguaxe efectista. No caso dos medios audiovisuais, non poden ser permitidos os recursos que unicamente teñen unha función espectacularizadora, como a música, os efectos sonoros ou os filtros.

      8. No caso de ser necesario, todo tipo de imaxes, sons e declaracións deben ser editados. O uso de material non obtido directamente polo xornalista debe ir acompañado dunha edición que extraia unicamente o que é informativo. Non pode ser permitido, pois, o uso de imaxes de videoafeccionados íntegras e sen eliminar os comentarios de ambiente. Ademais, para garantir o anonimato de persoas afectadas e o seguemento das boas prácticas, pode ser imperativa a edición de todo tipo de material, que deberá ser correctamente indicada, de ser o caso.

      9. Non é admisíbel a distinción entre as vítimas. Asignar unha diferencia de «gravidade» ou «interese informativo» ás distintas vítimas en función da súa nacionalidade, estatus, raza, idade, sexo, ou calquera outra condición, non é máis do que unha forma de discriminación. Para non estabelecer comparacións lesivas para parte das persoas afectadas ou da poboación, é necesario que este tipo de gradacións sexan eliminado.

      10. No caso de traxedias provocadas pola acción humana, consciente ou non, é necesario expresar con exactitude quen son os implicados. O uso de termos xenéricos como «islamistas» ou «controladores aéreos» expande sospeitas e acusacións a amplos sectores da poboación, como neste caso a toda unha congregación de crentes ou a toda unha profesión. Cómpre, pois, buscar a maior rigorosidade, de cara a non provocar malentendidos e descrédito xeralizado.

  6. Dilema moral muy difícil. Hay que empezar por relacionar el motivo de estar allí con la función de cada cual y con la obligación holística que nos involucra como seres humanos. Pero luego estando allí por un motivo importante, distinto al del socorro, me saldría de mis funciones reporteriles si eso de verdad ayuda a mitigar un dolor y ojalá a salvar una vida.
    Luego me preocupan otras situaciones: ¿Las fotografías crudas son realmente un aporte humano, sirven a un propósito superior a la morbosidad y al sensacionalismo?; ¿el cumplimiento legítimo de mis funciones, ocasiona algún perjuicio o efecto en desmedro de las víctimas? (por ej. a veces los reporteros estorbamos a los socorristas o generamos con nuestro accionar una complejidad extra a los que están en el deber de auxiliar). Más de una vez los periodistas ocupamos espacios en un helicóptero de socorro en inundaciones, para «cubrir la noticia», mientras gente que está sufriendo o muriendo necesita ese cupo quizás.
    Y a veces hay que mejor guardar silencio, quedarnos quieto, en respeto al dolor ajeno. ¿Que hubiéramos deseado si en tal situación nos encontrarámos nosotros mismos o un ser querido, familiar, amigo, etc.?
    No hagamos a los demás, lo que no quisieran que hagan con nosotros. Y como dijo Confucio, solamente existen dos formas de actuar: bien o mal.

  7. Yo en esta ocasión tendría un dilema que terminaría probablemente solucionando colgando la cámara momentaneamente. En fin, soy fotoperiodista de profesión, pero también he sido socorrista y camillero voluntario de la Cruz Roja durante varios años, con lo cual, personalmente, al menos hasta que hubieran llegado los servicios de emergencia pertinentes, creo que hubiera ayudado a las víctimas primero y luego hubiera cubierto lo que era de interés general como fotoperiodista. A lo mejor éste no es la afirmación que uno espera de un fotoperiodista con 19 años de carrera, pero tengo muy claro que me costaría más vivir con el hecho de no haber prestado ayuda cuando podría haber sido de utilidad rescatando a la gente, que ir a dormir sin un fotón. Otra cosa muy distinta es cuando ya hay suficientes personas, especialmente, los cualificados, como servicios de emergencia actuando, en ese momento paso a ser accesorio y es en el momento que puedo decidir a hacer fotos con mi consciencia tranquila, pese a que por desgracia, en ese momento también se empieza a acordonar la zona, etc. Haciendo mucho más complicado nuestro trabajo, lo reconozco.

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