Hipócrates, la medicina de verdad

“Médico no es un oficio, es una maldición”
(Abdel –Reda Kateb- en Hipócrates)

Hipócrates es la medicina real aquí y ahora (en Francia, pero la crisis y los recortes la han afectado lo mismo, con la diferencia de que su estado de bienestar, y por tanto su sistema de salud es infinítamente superior al nuestro). Hipócrates es la seguridad social rebajada y corrompida, son los médicos-estrella y los internos y residentes que cargan con todos los marrones y todas las frustraciones: son también los pacientes, claro, y las diferentes maneras de tratarlos. 

Thomas Lilti

Hipócrates, del realizador francés Thomas Lilti (Les yeux bandés), que sabe de lo que habla porque es también médico generalista, es una comedia agridulce, inteligente y muy  divertida, en las antípodas de las ficciones House o Anatomía de Grey de las pantallas televisivas, y que es al tiempo un grito de alarma por lo que está ocurriendo (en todo el mundo occidental, al menos) con un sector que es un servicio social imprescindible y cuya supervivencia peligra, al menos tal y como la hemos conocido hasta ahora.

Hipócrates es una película rigurosa que reflexiona sobre la deontología profesional, las distintas formas de ver la enfermedad y a los enfermos, las maneras de enfrentarse al desamparo, la soledad, el miedo y la muerte; y de paso, que recuerda que las decisiones no son nunca inocentes y hay que tener el valor de enfrentarse a sus consecuencias.

Benjamin (Vincent Lacoste, El Skylab), joven tímido y además hijo del  jefe de la especialidad, se incorpora como becario en el equipo parisino donde impera su padre, una lumbrera médica. En el día a día irá aprendiendo que la práctica dista mucho de la teoría, que el hospital es un microcosmo que reproduce las castas y todos los defectos de la burocracia más convencional…, irá descubriendo la situación de los pacientes en peor estado, a los colegas y sus rencillas (entre ellos, un experimentado doctor argelino –Reda Kateb, Un profeta, Lost River, Premio Cesar al mejor actor secundario en 2014- obligado a revalidar su título en Francia).

El resultado es una historia muy documentada y convincente, una película que emociona siguiendo la inmersión del joven médico recién licenciado en la cruda y caótica realidad del hospital, inevitablemente llena de dudas y contradicciones, y la necesidad de asumir responsabilidades. Una película que debe mucho no solo al conocimiento que el realizador tiene de esa realidad, sino al excelente reparto de personajes secundarios y a la apariencia semi-documental con que está narrada.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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