Huellas de Paz en Colombia

A un año del inicio de la ejecución del proyecto “Huellas de Paz”, financiado con los fondos del Premio Nobel de la Paz otorgado a la Unión Europea en el 2012, niños y niñas desplazados del corregimiento de San Pablo, situado en la parte nororiental de Colombia, en la región del Catatumbo, sobre la frontera con Venezuela, pueden finalmente acceder a espacios de protección que, por medio de actividades lúdicas y educativas, les permiten permanecer lejos de los escenarios de conflicto a los que se enfrentan en su realidad cotidiana, informa Francesca Fontanini  (ACNUR).

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Luzmid, de 17 años, una de los 30 niños y niñas beneficiarios de esta iniciativa, está agradecida con tener un lugar de encuentro donde puede crear y desarrollar actividades alternas a las dinámicas del conflicto propias del Catatumbo, entre las cuales los disparos a cualquier hora del día.

“Es difícil estudiar en esta zona porque las casas nos quedan lejos. Desde que yo llegué acá cambié mucho mi forma de ser, he aprendido a expresarme más y a ayudar a los demás y a ser mejor personas cada día que pasa”, dijo Luzmid.

El financiamiento de la EU ha hecho posible el mejoramiento de un espacio habitacional y las baterías sanitarias de un albergue para niños, la adecuación y dotación de una ludoteca, como espacios de esparcimiento, aprovechamiento del tiempo libre y desarrollo de habilidades como entornos protectores. Igualmente se tiene previsto construir participativamente con los profesores un manual de uso y funcionamiento de la ludoteca para garantizar su sostenibilidad y su cuidado. “Aquí en nuestra escuela necesitamos este espacio, por ejemplo en mi caso la danza me ha dado la posibilidad de abrirme más con mis compañeros, de integrarme más, tanto que el fin de semana no quiero ir a mi casa”, dijo Luzmid.

El Catatumbo es una región que ha sido severamente afectada por el conflicto armado interno desde el 2002. Esta comunidad ha sufrido diferentes violaciones a los derechos humanos, asesinatos selectivos, detenciones arbitrarias, entre otras afectaciones que impactan de modo significativo a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de la zona. Con la presencia e implementación de la iniciativa Huella de Paz a través de su socio Pastoral Social, ACNUR vio la necesidad de trabajar en el fortalecimiento de los entornos en donde permanecen los niños y las niñas, quienes están expuestos a muchos riesgos como el reclutamiento forzado.

Para ir a la escuela, muchos de ellos tienen que caminar hasta 5 horas con el riesgo de encontrarse por ejemplo con minas antipersonas. Por esta razón, y pensando en la prevención de riesgos, hay alrededor de 40 cupos para que niños y niñas entre los 10 y 17 años se puedan quedar en el albergue. Este es el caso de Jaiber que un día tuvo que huir de su casa a unos kilómetros de San Pablo, por enfrentamientos entre grupos armados ilegales en la zona durante 2 días. “Nos tocaba salir corriendo de una lado para otro y nos escondimos en nuestra finca. Tiraban piedras y explosivos… Tenía miedo. Luego volví a la casa… Mi mamá quiere vender todo e irnos de acá, pero yo no quiero dejar todo”, cuenta Jaiber.

La escuela de San Pablo, localizada a 8 horas de la ciudad principal del departamento, Cúcuta, se encuentra en una zona remota con poca presencia civil del Estado, donde no hay atención a las necesidades básicas como servicios de salud, vivienda, educación, entre otras. La generación de recursos es escasa, salvo aquellas relacionadas al cultivo de coca. En este escenario de conflicto, los riesgos para los niños y niñas aumentan manifestándose desde el punto de vista psicosocial, la ruptura de lazos familiares, maltrato y abandono infantil, y abandono escolar.

“Con estas actividades reforzamos el tema de la identidad de los valores y nos permite identificar casos vulnerables que requieren una atención inmediata, como casos de violencia sexual, violencia intrafamiliar y adoctrinamiento. Se nota también muy claramente que la mayoría de estos niños viven un proceso de soledad afectiva”, cuenta Hans Hartmark, jefe de la Oficina de ACNUR Cúcuta.

Las actividades desarrolladas por “Huellas de Paz” varían desde el teatro, diseño, música, entre otras. “Esto nos ayuda a evadir y a distraernos de los helicópteros que sobrevuelan a menudo nuestro pueblo, nuestra casa y nuestra escuela. Al menos estamos todos unidos y me siento muy feliz con este proyecto y sueño con ser actor, ser el protagonista bueno de una telenovela que le ayuda a las personas” dice Jaiber.

Desde el 1999 hasta el presente, 155.467 personas han sido desplazadas en el departamento de Norte de Santander, 1.619 en este año.

Dorothy Morrisey, responsable de ECHO (la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea) para las Américas, en su visita de monitoreo al proyecto en San Pablo, se quedó impresionada con la alegría que esta intervención ha aportado a los niños y niñas con un cambio de dinámica sociales que indirectamente ha impactado también a la comunidad.

“Después de la visita al proyecto en San Pablo, tuve la impresión que estos niños y niñas que nacen y están en medio del conflicto necesitan de estos lugares de recreación y seguridad en donde puedan expresar sus sueños, temores e inquietudes en libertad. Es muy importante trabajar con los menores porque si se quiere construir la paz es necesario empezar con ellos”, comenta Dorothy luego de haber conocido de primera mano el impacto de las actividades de Huellas de Paz en el Catatumbo.

El premio nobel de la Paz 2012 le fue asignado a la Unión Europea en octubre del año pasado en reconocimiento a su contribución a la paz y la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa. La UE decidió dedicar el premio a la ejecución proyectos que benefician a 23.000 niños afectados por el conflicto y el desplazamiento forzado en todo el mundo. Esto incluyó la implementación de proyectos del ACNUR para brindar apoyo educativo a 5.600 niños desplazados en toda Colombia.

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