Los recuerdos y el insomnio

Un recuerdo de Vargas Llosa




Al enterarme de la muerte de Mario Vargas Llosa recordé escenas de hace 55 años, la primera vez que lo entrevisté.

Fue en junio de 1970, pero no tengo muy claro si su departamento estaba en el barrio limeño de San Isidro o en el de Miraflores.

Ambos arbolados y con magníficas vistas al Océano Pacifico; y Miraflores, cuajado de boutiques con ropa primorosa y lugar perfecto de no ser por la garúa; lloviznita incesante, que moja todo y dejaba los peinados llenos de laca que entonces se usaban, hechos un desastre de cabellos húmedos y pegajosos.

Me había enviado Jacobo Zabludovsky de Telesistema Mexicano, a hacer entrevistas y reportajes en América del Sur

Y Vargas Llosa era ya famoso por sus primeras novelas cuyos ejemplares compré y me dedicó; y muy guapo.

Tras divorciarse de su tía política Julia Urquidi, diez años mayor que él y con quien se fue a los diecinueve, se se casó con su prima hermana Patricia Llosa, mamá de sus hijitos Álvaro y Gonzalo, y de Morgana que no nacía.

En un momento de la entrevista, me pidió continuarla después y que lo acompañara a recoger a los niños «al nido», como llamaba al kínder.

Imaginé que quería ser un padre presente, por lo que recordaba del suyo; que abandonó a su madre cinco meses antes que naciera y no volvió a aparecer hasta que tenía once años, y de ahí en adelante lo trató tan mal, que convenció a su madre de escapar juntos del pánico de vivir con él.

Y me alegro de que haya muerto con su familia y no durante su inexplicable relación con esa socialité de cara restirada.   

Paso ahora, al artículo de esta semana.

La necesidad de dormir bien

Entre las bendiciones que tengo, está la de dormir bien.

Lo que no es poco, de acuerdo con los datos oficiales que afirman que la tercera parte de los mexicanos padece insomnio y son las mujeres quienes más sufren algún trastorno del sueño.

Y lo creo, porque la mayoría de mis amigas duerme pésimo, aun tomando pastillas o gotas.

Hasta hace relativamente poco, no se hacía mucho caso al insomnio; ahora abundan los artículos y recomendaciones para evitarlo.

La Clínica Mayo, cuyos boletines semanales puede recibir gratuitamente quien se inscriba, explica que en los trastornos del sueño intervienen el estrés laboral, ineficacia en los servicios de salud, inequidad social y económica, malos hábitos como desvelarse por gusto, ruido ambiental, mala dieta, tabaquismo, alcoholismo, utilización nocturna de celulares y exceso de navegación en redes sociales.

La doctora Yoaly Arana Lechuga, experta en Medicina del Sueño y coordinadora del Centro Neurológico y de Sueño, detalló hace pocos días en El Universal, que el insomnio femenino se acentuó durante los peores meses del covid, por la necesidad de supervisar clases y tareas de los hijos y soportar violencia intrafamiliar que se incrementó muchísimo.

Y Óscar Sánchez Escandón, presidente de la Sociedad Mexicana para la Investigación y Medicina del Sueño, precisó que el sistema glinfático, es el mecanismo de limpieza cerebral que ocurre mientras dormimos y si no lo hacemos, aparecerán cánceres mamarios y de próstata, diabetes y enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer o Parkinson.

Los especialistas coinciden en que el trastorno más grave es la apnea del sueño, que consiste en dejar de respirar unos minutos mientras se duerme, porque afecta el corazón, microbiota intestinal y los sistemas nervioso central y urinario.

Y causa obesidad, porque al dormir se regulan la grelina y la leptina, hormonas relacionadas con la saciedad y el apetito.

Muchos creen, que los ronquidos son normales; los médicos dicen que no y piden hacerse una polisomnografía, prueba indolora y no invasiva, que registra las ondas cerebrales, niveles de oxígeno en la sangre, frecuencia cardíaca y respiratoria y movimiento de ojos y piernas, para determinar si los patrones de sueño se interrumpen, en qué momento y por qué.

El proceso normal para conciliar el sueño comienza con la etapa sueño sin movimientos oculares rápidos (MOR) durante la cual, las ondas cerebrales se hacen más lentas.

Tras una o dos horas de ese sueño, la actividad cerebral pasa al sueño MOR (con movimientos oculares rápidos) porque los ojos se mueven rápidamente de un lado para otro.

La mayoría de nuestros sueños se producen durante esta etapa, la semana que entra veremos porque algunos los recuerdan y otros no.

Hay también quienes padecen de necesidad incontrolable de mover las piernas; de narcolepsia, somnolencia abrumadora durante el día y de Insomnio duradero sin causa aparente, por estrés de todo tipo.

Y si además de no dormir debe seguirse con vida y trabajo, enfrentará ansiedad, apatía, depresión, impotencia, irritabilidad, fatiga, dolores de cabeza, músculos y estómago, falta de apetito y náuseas.

Ante esto, la Organización Mundial de la Salud, OMS, recomienda hacer por lo menos, 150 minutos de actividad física a la semana.

Y disfrutar algo que le guste todos los días; como jardinear, cocinar, reunirse con amigos o escuchar música.

Teresa Gurza
Periodista. Soy mexicana, estudié la carrera de Historia y soy Locutora, Cronista y Comentarista y Licenciada en Periodismo, pero ante todo reportera. Me inicié en televisión en 1970 y fui reportera, conductora y productora de programas noticiosos; reportera de asuntos especiales de los diarios El Día, UnomásUno y La Jornada, y corresponsal en la Unión Soviética, Checoslovaquia y Michoacán. Por razones familiares, mi marido era chileno, viví en Chile más una década. He recibido muchos premios y reconocimientos, entre ellos el Nacional de Periodismo en Reportaje y ahora radico en México y escribo artículos para Periodistas en Español y otros medios.

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