¿Cómo veo la Abogacía en pocos años?. Muy diferente a como se ve en la actualidad.
Las nuevas tecnologías han cambiado la manera de trabajar de muchos profesionales. Pongamos por caso los arquitectos, que ya no diseñan sus proyectos sobre una mesa con lápiz, regla y papel, sino que emplean programas informáticos e impresiones en 3D. Lo mismo pasa en la medicina que está sufriendo una revolución imparable con las nuevas técnicas de diagnóstico, la realidad aumentada, la nanotecnología, etc.
En el caso de la Abogacía, las nuevas tecnologías también han cambiado nuestra manera de trabajar. Las nuevas tecnologías facilitan el acceso a información jurídica relevante. En el siglo pasado, adquirir la colección de los Aranzadi de Jurisprudencia estaba al alcance de pocos despachos. En la actualidad, hay varias bases de datos, ciertamente económicas, e incluso las hay gratuitas, como CENDOJ (Centro de Documentación Judicial) del Consejo General del Poder Judicial. Además, gracias a Internet, no es necesario adquirir, cada cierto tiempo, códigos de legislación, pues toda ella está publicada, de forma actualizada y gratuita, en el Boletín Oficial del Estado.
El gran cambio que se avecina en la Abogacía vendrá de la mano de la inteligencia artificial, que traerá consigo, entre otras novedades, las siguientes:
- Plataformas que permitirán, mediante chatbots, como ChatGPT o ChatCompose responder a ciertas consultas con un lenguaje comprensible de forma sorprendentemente rápida.
- Automatización en la creación de documentos legales a partir de un diálogo interactivo entre el software y el usuario.
- Revisión de documentación con relevancia jurídica, a través de mecanismos automatizados, en procesos de due diligence
- Herramientas de analítica predictiva, a partir de información estadística sobre posibilidades de éxito de acciones judiciales en tribunales concretos.
- Sistemas de codificación predictiva para seleccionar automáticamente cualquier tipo de material electrónico relevante en un proceso judicial.
- Sistemas de negociación automatizada para la resolución alternativa de conflictos.
Podemos adoptar dos posturas frente a esta nueva realidad: negarla o aceptarla, nos guste o no.
Los primeros en incorporar a su rutina la inteligencia artificial serán las grandes firmas; cuando la tecnología se generalice y abarate vendrán los despachos medianos, que crecerán y lo harán con mayor facilidad; y, por último, los despachos individuales, que desaparecerán del mercado sino abrazan como aliada a la inteligencia artificial.
Roy Charles Amara, quien fue Presidente del Institute for the Future, además de científico e investigador, conocido por la Ley de Amara sobre los efectos de la Tecnología dijo: «Nuestra tendencia es sobrestimar los efectos de una tecnología en el corto plazo y subestimar el efecto en el largo plazo». Esta máxima explica el llamado «ciclo de sobre-expectación», según el cual cualquier tecnología produce al principio unas expectativas muy altas, seguida después por la pendiente y el abismo de la desilusión, para terminar, al cabo de cierto tiempo, con una rampa de consolidación y una meseta de productividad.
La inteligencia artificial aplicada al campo de la Abogacía permitirá a muchos despachos crecer y retener el talento, pero exige un cambio de mentalidad, así como invertir en formación en el uso y comprensión de los algoritmos. Los colegios profesionales deben estar preparados para acompañarnos en ese cambio. ¿Lo están?. Lo dudo.
La receta para asegurar el futuro de la Abogacía es superación, motivación, ilusión compartida y, sobre todo, no tener miedo al cambio. Costará adaptarse, pero la Abogacía será más útil y necesaria que nunca. Es cuestión de tiempo y conviene que nos pongamos a trabajar con la mente abierta, con ilusión y grandes dosis de creatividad.