Cuando el 14 de febrero de 1952 los fotohistoriadores Helmut y Alison Gernsheim tuvieron al fin en sus manos la placa de peltre que mostraba la imagen de betún de Judea borrosa y subexpuesta de “Le Point de View de la Fenêtre du Gras” pudieron al fin descansar y poner fin a cinco años de búsqueda del “tesoro escondido” por chamarilerías, rastros y mercadillos de Inglaterra. El tesoro no era otro que la archideseada “Vista desde la ventana de Le Gras”, la foto más antigua de la naturaleza que se conserva (1827-28).
A la foto se le había perdido la pista tras la exhibición de los aretefactos de la fotografía de Niepce en el Salón Internacional de la Royal Photography Society en Londres en 1898. Helmut Gernsheim, hijo de un librero judío alemán de Múnich, había comenzado en Londres en 1937 a interesarse por las fotografías antiguas. A cambio de pocos chelines fue haciéndose con un archivo monumental de incunables del arte de la luz: Wylliam Henry Fox Talbot, David Octavius Hill, Robert Adamson, Roger Fenton y Jean-Jacques Mandé-Daguerre, entre otros.
Faltaba Nicéphore Niepce, y concretamente su vista de Le Gras.
El hallazgo dejaba mucho que desear en cuanto a calidad. La imagen era oscura. Niepce se equivocó en su cálculo de la exposición a «ojímetro», de modo y manera que las ocho horas de exposición -lo que hace que los edificios se vean iluminados por el sol por ambos lados- fueron poco tiempo para que la emulsión captase con más detalle la vista desde la ventana de su cuarto de trabajo de la mansión familiar.
Le Gras fue la casa de la familia de Niépce donde él tenía su laboratorio y taller. En 1999, Pierre-Yves Mahe, fundador de la escuela de fotografía francesa SPEOS, alquiló Le Gras. Fue el primer fotógrafo en ocuparla desde la muerte de Niepce en 1833. Con la ayuda de Jean-Louis Marignier restauraron y recrearon el lugar de trabajo y experimentación de Nicéphore Niépce.
En la primera planta de la casa hay una habitación con dos ventanales donde hay una gran cámara oscura en un trípode mirando hacia una ventana. Es una copia exacta de la utilizada por Niépce (la original está en el Museo de Chalon-sur-Saône). Así que si te acercas a esa ventana puedes ver con tus propios ojos “Le Point de View de la Fenêtre du Gras”, la «Vista desde la ventana de Le Gras».
Como cabría esperar, dos siglos después la vista ya no es la misma. Ha desaparecido la mayoría de edificios que aparecen en la foto. Incluso la propia ventana del estudio de Niépce se movió varios centímetros hacia la izquierda.
A pesar de los cambios, es el lugar donde Niépce empezó a experimentar con sus heliografías, utilizando diferentes soportes que colocaba en la parte trasera de una cámara oscura hasta conseguir, con una solución de betún de judea, sus mejores resultados. Y probó hasta que en 1826-27 (se discute el año exacto) hizo la primera fotografía permanente de la historia con una cámara: cubrió una placa de peltre (aleación de estaño, cobre y plomo) con la solución de betún de judea y la colocó en la cámara que estaba delante de la ventana de su casa. Después de unas ocho horas de exposición, como se ha dicho, lavó la placa con una mezcla de petróleo blanco y lavanda, disolviendo las partes de betún que no se habían endurecido con la luz. El resultado fue una imagen positiva donde las luces estaban representaban por el betún, la foto más antigua del mundo.
La imagen original está en la Universidad de Tejas, en Austin, donde se construyó una habitación especial con un ambiente controlado, paredes de vidrio con gas inerte y monitorizada continuamente.
La fotografía original hubo de ser reproducida en el mayor de los cuidados en los laboratorios de Kodak y aun así, tras sucesivos retoques milimétricos, no pudo ser exhibida hasta 1980.
Vedla ahí ahora en su flamante marco original una fotografía de 16 x 20 cm. Hoy es un trozo de metal en el que, con todo, apenas se puede apreciar la imagen. «¿Y saben qué es lo más curioso?», preguntan al finalizar la visita los guías, para responderse lo que hemos apuntado al principio: que la falta de detalle no de debe al paso del tiempo, sino a que Niépce hizo una foto subexpuesta. Recurden que fueron ocho horas de exposición y podría haberla tenido perfectamente exponiéndose desde el alba de un dia hasta el crepúsculo del día siguiente
The History of Photography by Helmut and Alison Gernsheim (Thames & Hudson, 1969)
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