Juegos de guerra de Donald Trump: España e Irán no deben enfrentarse

Eduardo Madroñal Pedraza[1]

El asalto de un petrolero iraní en las aguas territoriales españolas de Gibraltar por policías y marines británicos ha obligado al ministro de Asuntos Exteriores Josep Borrel a dar explicaciones a Teherán sobre la peculiaridad de la soberanía en las aguas del Estrecho por estatuto colonial de El Peñón.

Todo comenzó con el secuestro de un superpetrolero iraní por el gobierno gibraltareño en aguas españolas, y continuó con el apresamiento de un petrolero británico en el estrecho de Ormuz por la marina iraní.

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Marine británico a bordo del «Grace 1» frente a Gibraltar

Sobre el superpetrolero iraní se sabe que el “Grace 1”, de 330 metros de eslora y con bandera panameña pero transportando 2,1 millones de barriles de petróleo iraní, tuvo que rodear toda África -dado que su envergadura está fuera de los límites del canal de Suez- para entrar en el Mediterráneo por el estrecho de Gibraltar.

Según el espionaje estadounidense que controló por satélites la derrota del «Grace 1» desde su partida de un puerto de Irán, el destino del crudo era la refinería siria de Banyas, dato que negaron las autoridades iraníes, que argumentaron además que el superpetrolero, por sus dimensiones, no podría acceder a dicho puerto.

El incidente se desencadenó cuando el superpetrolero, que debía cruzar El Estrecho por aguas internacionales -como hacen muchos otros buques iraníes sin ser molestados- fondea inesperadamente en la medianoche del día 3 al 4 de julio en lo que el Reino Unido califica como Aguas Territoriales Británicas de Gibraltar y fondea a solo dos millas al este del Peñón para «aprovisionarse», momento que aprovecha la Policía gibraltareña, apoyada por 30 marines británicos para llevar a cabo el abordaje.

Informaciones de fuentes españolas indican que una patrullera de la Guardia Civil se dirigió al petrolero para averiguar el por qué de la maniobra, pero fue interceptada por las patrulleras británicas.

Según se desarrolla el relato, surge una pregunta, especialmente si se recuerda que el gobierno de Donald Trump ha decretado un embargo unilateral y discrecional sobre Irán; así como las relaciones especiales históricas en el ámbito militar entre los EE. UU. y el Reino Unido:

¿Qué motivó u obligó al “Grace 1” a fondear al alcance de la marina británica?

Un relato coherente implica que algún miembro relevante de la tripulación estaba al servicio de los asaltantes.

Queda añadir a esta recopilación de hechos que el Ministerio de Asuntos Exteriores iraní cita al embajador español en Teherán, Eduardo López Busquets, para expresar la queja por la captura del superpetrolero en aguas territoriales españolas; y la justificación del diplomático explicando que, aunque son legalmente aguas territoriales españolas, el Reino Unido reivindica tres millas náuticas en torno al Peñon como gibraltareñas y actúa en ellas habitualmente sin contar con España.

La gravedad del incidente para España es doble:

  1. Estados Unidos, promotor del abordaje y secuestro del superpetrolero, induce la utilización de las aguas territoriales españolas por la marina británica, posicionándose a favor del Reino Unido en contra de España en el persistente conflicto diplomático sobre las aguas del Estrecho.
  2. Deja a España en evidencia ante las autoridades iraníes, a pesar de que el ministro español de Asuntos Exteriores en funciones, Josep Borrell declaró con rapidez que “varias patrulleras de la Guardia Civil han estado vigilando la zona, pero estamos estudiando las circunstancias en las que se ha producido, puesto que ha sido una petición que ha dirigido Estados Unidos al Reino Unido”.

Las autoridades de Teherán han dado credibilidad inicial a las explicaciones españolas y, en este siniestro juego de guerra de la administración Trump y en explícita represalia, ha detenido un petrolero británico en las aguas del estrecho de Ormuz, por el que pasa diariamente el 20 % del petróleo mundial.

Es llamativa la absoluta dependencia del Reino Unido respecto de EE. UU. en su política contra Irán, en la que destaca el crecimiento exponencial de la presencia de fuerzas navales en el estrecho de Ormuz y zonas marítimas colindantes, ahora ampliables al estrecho de Gibraltar.

Y respecto a España, Estados Unidos implica al país en la política agresiva de la administración Trump y ata de nuevo al gobierno a sus planes de guerra cuando debería dar pasos en la defensa de la soberanía nacional y por una política de paz y neutralidad en el mundo.

Ejemplo de esta política ha sido la decisión del gobierno español de ordenar la salida definitiva de la fragata española “Méndez Núñez” del grupo de combate estadounidense encabezado por su portaviones “Abraham Lincoln”, situado en zona próxima a Irán.

Es un buen camino, porque España no debe verse arrastrada involuntariamente a una guerra con Irán.

  1. Artículos de
    Eduardo Madroñal Pedraza, profesor de instituto en España.

editor
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1 COMENTARIO

  1. Estos días pasados un incidente militar aéreo nos ha recordado que España está en el Báltico, un juego peligroso. Un peligro bajo un código de silencio.

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