Hace unos días leí una entrevista con el periodista Rafael Wirth en Eldiario.es. Wirth es autor de la primera biografía sobre Jordi Pujol. Se titula Jordi Pujol. Honorable corredor de fondo. El periodista asegura que las memorias de Pujol y todos sus libros son mentira. También apunta antecedentes de corrupción política en casos como el proyecto de Hipódromo de Cataluña, cuando el consejero Alavedra le telefoneó al diario La Vanguardia para que no se hicieran públicas las irregularidades que se habían dado en el mismo. La razón de esa llamada era evitar que se hiciera daño a Catalunya.
«Cuando el hijo mayor de Pujol comenzó a hacer negocios turbios -afirma Wirth-, el padre no tuvo el valor de decirle que los dejase». También se refiere el periodista al caso de la Banca Catalana, en la que, según Francesc Cabana, había una caja A correcta, una caja B para hacer oposición y una caja C de la que no quiso hablar. No podía faltar en las respuestas del periodista el pacto de silencio sostenido por los gobiernos del Partido Popular y el PSOE con Jordi Pujol como muro frente al independentismo hasta que, decantado el expresident por esta alternativa, afloró su caso meses antes de que se convocara la fecha del referéndum de soberanía.
El otro día hemos visto a Pujol comparecer en el Parlament y no solo no responder a nada de lo que se le preguntó, sino mantener una actitud agresiva, tensa y prepotente que me pareció deplorable en sus circunstancias. Sobre todo cuando insinuó la posibilidad de que si se hace una causa general contra él y sobre su mandato, podría tirar de la manta sobre otros políticos de CiU y de otros partidos que han amparado las presuntas irregularidades que ha cometido, bien de hecho o mirando hacia otro lado.
Pujol afirmó que si lo que se dice sobre él fuera cierto, todos los políticos de los últimos años serían también responsables. Y advirtió de que «si vas segando una parte de una rama, al final cae toda la rama y los nidos que hay en ella, y después caen todas las demás ramas». ¿Quiere decir con esto el molt honorable que, en evitación de la caída de esa rama que bien podría representar al régimen vigente, no habrá forma de que su caso sea probado y se diluirá finalmente tras su sensacional irrupción mediática?
Lo veremos. De momento les puedo asegurar que la comparecencia de Jordi Pujol en el Parlament me recordó el espectáculo de Albert Boadella “Ubu president”, estrenado en el Teatro Municipal de Gerona el 31 de mayo de 1997. Es de lamentar que sátiras políticas como aquélla no se den actualmente en España, cuando tan propicios son los tiempos al rebrote de este género teatral, que don Albert ha eludido montar en Madrid con la trama Gürtel, por ejemplo, o las mamandurrias en esta comunidad, pues se debe al gobierno que le paga como director desde hace años de los Teatros del Canal
Ahora entiendo la postura de Albert Boadella al que le tenía un profundo respeto: ¡El pesebre!