Mirar y ver. He ahí la esencia de la fotografía. Pasar de la antesala del mirar al estadio del ver o lo que es lo mismo, del bombardeo de fotos a la singularidad de la imagen, del ruido visual a la percepción de la imagen, de la imagen banal a la imagen cabal. La clave está en la mirada. Y no la mirada que pasa de largo, sino la mirada que se detiene, se fija, ve. En este fotón de Eloy Alonso, no es una ni son dos o tres, sino hasta cinco las miradas que intervienen en el proceso de lectura de la imagen.
La primera mirada es la del fotógrafo. Elemental. Eloy Alonso, el actor principal, el testigo de la escena estaba cubriendo la información gráfica del encierro de un grupo de jubilados en los astilleros de Naval Gijón cuando de repente descubre y capta la imagen de las dos miradas que miran sin saber que hay otra mirada que también mira y es mirada por el fotógrafo.
No vemos su mirada, no le vemos a él, sino el objeto de su mirada, el resultado: la foto. He ahí en síntesis la naturaleza de la comunicación: contar los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa, esto es, lo que pasa en la calle. Para el fotoperiodista, ofrecer su visión de la realidad.
(C) Eloy Alonso. Encierro de trabajadores de Naval (detalle)La segunda mirada es la de un policía antidisturbios, el actor activo uniformado en posición de ”preparados” delante de un cerramiento metálico que hace de soporte al pie de foto en forma de una pintada que llama a manifestarse por una solución para los prejubilados.
La tercera mirada es la de un ciudadano del censo que asoma curioso la cabeza por la mirilla. Obviamente, es uno de los trabajadores encerrados, un ciudadano del censo que participa en una acción sindical reivindicativa. A pesar del exiguo espacio que deja libre la mirilla, no es aventurado intuir en su gesto, lógicamente menos tenso que el del policía vigilante, un punto de satisfacción al comprobar por la presencia del fotógrafo que los encerrados son noticia.
Ambos comparten protagonismo sin saberlo, pues cada uno de los dos actores ignora por completo la presencia del otro. Solo el fotógrafo controla la escena.
Tan perfecta conjunción de miradas complementarias gobernadas por el fotógrafo a través del objetivo de su cámara es validada por una cuarta mirada, la del editor, en este caso de Reuters, quien selecciona esta foto entre centenares de imágenes para distribuirla a los medios en el servicio gráfico del día.
De no llegar a publicarse, esta grandiosa foto se quedaría en el reducto del ámbito de una sola mirada, la del fotógrafo: Ni los dos personajes que miran, ni el editor que la seleccionó -en origen, Reuters y posteriormente otros; el último, un servidor para este artículo- la habrían visto. Permanecería inédita.
¿Y la quinta mirada? ¡Acertaste, oh lector o lectora! La última mirada, la definitiva, en el caso de esta fotografía quinta mirada, no es otra que la del lector o lectora que la está viendo ahora mismo. La lectura y la consiguiente opinión del observador, el lector de imágenes, es el paso último y definitivo en el proceso de lectura de las imágenes.
Solo cabe añadir, por último, que en todo caso se trata de miradas consentidas. Cuando publiqué la foto en Periodistas en Español en 2009, Eloy me mandó con un abrazo un mensaje agradeciéndome mis comentarios sobre su trabajo. También me llegó otro comentario, firmado por Rafael, quien se identificaba como el «actor activo» de la foto, el policía, en el que le daba la enhorabuena a Eloy Alonso por el premio recibido. Genial.
Nos quedamos sin saber qué opina el jubilado, paradójicamente el personaje más reconocible en la foto. Pero la opinión más importante es la del lector, ahora cuando vuelva a remirar la foto tras este punto final.
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Muchísimas gracias Manuel por tus palabras y las alabanzas hacia mi trabajo. Solo comentarte que al «actor activo» como tu le llamas, le invite en su día a la inauguración de la exposición y el día que me dieron el premio los compañeros de la APFA. Allí compartió fotos y conversación con sus otros protagonistas, lo currantes del naval y creo que fue un acto emotivo y distinto. Nunca deberíamos de olvidar a las personas que fotografiamos y sus circunstancias. También he de decirte que ha sido un lujo conocerle y mantenemos ahora una muy buena relación y amistad y seguimos coincidiendo en muchos sitios como el dice «cada uno en su trinchera».Un abrazo para ti y feliz año que ahora comienza.Gracias de nuevo por tu cariño y amistad. Eloy Alonso. 😉
Muchas gacias a ti, Eloy. Tu ‘fotón’ del encierro del Naval es todo un clásico en la historia del medio. Lo que nos cuentas de tu relación con el ‘actor activo’ no hace sino venir a reafirmar una vez más tu condición de maestro de fotoperiodistas. Y es que los mejores no hacéis fotos ‘a’ la gente o ‘de’ la gente, sino con las personas que fotografiáis. Un abrazo fuerte,
Como siempre, valioso análisis icono-significativo. Además, de la imagen, él de la quinta mirada requiere de una explicación de texto para captar que se trata de un encierro. Y aunque parezca obvia la expresión de la fotografía, al que ve solamente la imagen y por primera vez, ¿cómo le consta realmente que la pared o puerta del fondo encierran de verdad? o no es un simple fragmento de algo incontinuo que el angulo focal de la toma ha dejado fuera.
Me recuerdo de una fotografía de un niño vestido como payaso, triste detrás de una reja, en imagen expresión del dilema del encierro. Pero el niño solamente estaba detrás de la reja de una puerta de calle en su escuela, y el fotógrafo al acercar la toma (excluyendo los bordes de la escena real, a la vista) y coincidir con una fugaz expresión de pena del niño, obtuvo una fotografía dramática.
La credibilidad del autor, uno de los grandes del fotoperiodismo español -comentarista también en esta página después de usted- disipa de entrada cualquier sombra de duda. Tanto los personajes como el escenario en la foto de Eloy Alonso son ‘pura verdad verdadera’.
Me ha gustado, Manuel. Sigue explicándonos imágenes. Me gustaría seguir aprendiendo. Un saludo
Gracias, Antonio. Aquí estamos para seguir leyendo fotos y contándolo, en el convencimiento de quien más aprende es el que enseña.