Para que haya gobernantes que como AMLO se pasan de abusones, es necesario que existan arrastrados que lo endiosen por su propia estupidez, miedo a las consecuencias de no ser serviles o interés económico.
Y en México los hay, para aventar para arriba.
El narcotráfico avanza impunemente con la complicidad de las autoridades; en gran parte del territorio, alardean de poder.
Y en lugares como Sinaloa y Chiapas, obligan a la población a huir o someterse; como se vio este fin de semana cuando un desfile de coches y camionetas con encapuchados armados dirigió la elección extraordinaria para decidir el alcalde de Chicomuselo, que seguramente es de ellos.
El Poder Judicial, ya de por sí deficiente y lento, está sufriendo el embate presidencial para desaparecerlo; AMLO propone que sean electos «por el pueblo», aunque carezcan de conocimientos y experiencia y si varios quieren el puesto, que se rife.
El INE ha dado en la torre a un Poder Legislativo que costó mucho hacer democrático, al otorgar al partido del presidente muchos más legisladores de los que le corresponden.
Millones de mexicanos carecen de acceso a la salud y mueren por enfermedades previsibles y falta de medicamentos contra el dolor.
Y los afortunados que contamos con IMSS, debemos esperar meses para ser atendidos; como en mi caso, para operación de cataratas.
Esta semana los niños entraron a un nuevo ciclo escolar, pero millones no tendrán maestros de grupo y deberán estudiar en escuelas a las que falta agua, electricidad y hasta pupitres.
Cientos de miles de habitantes de Chalco y otras localidades, sufren inundaciones de más de un metro de agua hedionda que brota por los drenajes, sin que los gobiernos estatal y federal muestren capacidad para solucionar su situación.
Miles de millones de pesos de todos los mexicanos, fueron echados a la basura por AMLO en obras inútiles que no se necesitaban y él inauguró sin estar terminadas.
Como la nueva refinería Dos Bocas que no refina por estar al 19 por ciento de su capacidad; el aeropuerto Felipe Ángeles desde donde muy pocos vuelan; o la «farmacia más grande del mundo» que no surte medicinas porque no las tiene.
Y el Tren Maya, calificado en estos días por una cadena de TV alemana como «horror ambiental que costó veinticuatro mil millones de euros», por la destrucción de cientos de sitios arqueológicos y su impacto ecológico; patente ya, porque destruyó miles de miles de hectáreas de selva, mató animales endémicos y contaminó aguas con cemento y diésel.
Por razones que podrían deberse al miedo de López Obrador a los generales, la Secretaría de la Defensa Nacional maneja aeropuertos, trenes y construcciones, acumulando poder y un presupuesto multimillonario del que a nadie da cuenta.
Acapulco sigue semiparalizado tras el embate del huracán Otis.
La mayoría de los funcionarios del régimen se han enriquecido como si hacerlo fuera orden celestial.
Nuestras relaciones con muchos países están por los suelos y las comerciales con los vecinos Estados Unidos y Canadá, peligran.
En fin, para qué seguir…
Y ante todo esto, los arrastrados fingen no darse cuenta y los más abyectos y cobardes, aplauden al presidente.
El dirigente de Morena, Mario Delgado, pidió a partidos y legisladores dar al presidente como despedida «un gran regalo que muestre nuestra gratitud» y permita que antes de irse, pueda hacer las reformas al Poder Judicial y cambios a la Constitución; con los que acabará de destruir la democracia con un congreso dócil y jueces a modo.
La próxima presidenta Claudia Sheinbaum es una caricatura flaca de AMLO, se deja que le estampé besos asquerosos; asegura que es un hombre que se ha sacrificado por México y repite como mona amaestrada, lo que él dice.
El inmundo gobernador de Sinaloa, Edmundo Rocha, complicado hasta las manitas por su supuesta complicidad con el Cártel de Sinaloa y que debiera ser investigado como corresponde, es abrazado y apapachado por AMLO y su sucesora.
Y a cambio, los envuelve en elogios; y en la visita que este fin de semana hicieron a Culiacán, la segunda después de la captura o entrega del Mayo Zambada y el Chapito Guzmán, agradeció al presidente con pucheros de emoción hasta su pensión de adulto mayor que no le alcanzaría para pagar con ella, ni un minuto de la avioneta en la que suele viajar a turistear en California.
Y mientras. el presidente que casi ha acabado con México nos atosiga advirtiendo que se va del cargo con la conciencia tranquila, porque nunca le ha importado el poder ni el dinero y tampoco las mentadas de madre que ha recibido de los conservadores, «porque mi mamacita Manuelita está en el cielo».
