Hace ya cuatro décadas, Bolivia, el país que ha conocido más golpes de estado, sufrió uno el 17 de julio de 1980, que se prolongó hasta el 4 de agosto de 1981 dejando más de 2200 muertos, cuatro mil detenidos, numerosos desaparecidos, torturados y exiliados. El país andino recuerda el Día Internacional y Nacional del Desaparecido en esa fecha del 17 de julio.
El ministro del Interior –entonces conocido como ‘ministro del terror’, ‘El loco’ y antes como ‘Malavida’- era el coronel Luis Arce Gómez (1938-2020). «Con Lucho todo era muerte» confesó su mentor, el dictador Luis García Meza (1929-2018) quien tomó el poder.
Así, resolvía las cosas con un “¡métale bala!”. Otra de sus frases más conocidas, referida a los opositores, la pronunció un día después del golpe, en una declaración: “tienen que andar con su testamento bajo el brazo, vamos a ser taxativos, no va a haber perdón”.
El militar había sido siete veces campeón de ajedrez del Ejército boliviano. La afición se la transmitió su padre, también militar, Luis Arce Pacheco, quien había participado en la guerra del Chaco (1932-1935).
Su abuela era una ferviente admiradora de los nazis que despreciaba a los bolivianos y de la que heredó su odio a los comunistas. También conoció al criminal de guerra nazi Klaus Barbie (1913-1991), al que otorgó el grado de teniente coronel honorífico, y con el que colaboró en la formación de grupos paramilitares llamados ‘los novios de la muerte’ que participaron de forma activa en el golpe.
Arce Gómez inició su carrera ajedrecística junto al poder en 1969, cuando lo reclaman una noche para que jugara con el entonces presidente, el general Alfredo Ovando (1918-1982). Y es que el entonces máximo mandatario boliviano estaba cansado de perder con sus ministros Alberto Bailey Gutiérrez (1929-2019) de Información y Cultura y León Kolle, de Agricultura (su hermano Jorge (1930-2007) fue uno de los fundadores del Partido Comunista de Bolivia en 1950).
También formaba parte del gobierno Marcelo Quiroga Santa Cruz (1931-1980), entonces ministro de Minas, quien nacionalizó la Bolivian Gulf Oil Company y fue, precisamente como destacado dirigente del Partido Socialista, una de las víctimas más conocidas del golpe de 1980.
Se da la circunstancia que ambos se conocieron y jugaban en esa etapa al ajedrez. «Yo era su amigo, jugamos ajedrez en la época del presidente Alfredo Ovando», reconoce Arce Gómez, lo que no impidió que le diera un auténtico mate, al mandarlo asesinar y nunca aparecer sus restos, lo que le valió una posterior condena en 1993 de treinta años de prisión por asesinato y genocidio cometidos durante la dictadura.
Arce ganó al presidente Ovando la inicial partida, así como un porcentaje de dinero apostado, hecho que se repitió varias noches más. Así se selló la relación de estrecha confianza entre el presidente y el militar, al que nombró jefe de Seguridad del ‘Palacio Quemado’ y al que conocía como ‘su gallito’. Desde ahí manejaba la inteligencia del Ejército y promovió asesinatos de opositores.
Con la presidencia de Ovando se le adjudica –era experto en explosivos- el asesinato del director del diario independiente Hoy, Alfredo Alexander (1901-1970) y su mujer, mediante una bomba en marzo de 1970. Su hija, Bertha, también periodista, señaló que fue asesinado porque se negó a entregar el control del diario, creado en 1968, al Gobierno ya que era el más moderno del país.
Previamente, también se le considera responsable de la muerte del abogado, político y exalcalde de La Paz Jaime Otero Calderón (1921-1970) entonces director del semanario Servicio de Informaciones Confidenciales, SIC, torturado y estrangulado en las instalaciones de la editorial, porque iba a publicar las conexiones con el genocida nazi Klaus Barbie.
Tras el golpe de estado en octubre de 1970 del militar progresista Juan José Torres (1920-1976), se produce la caída de su mentor Ovando, quien se fue de embajador a España, y el militar se traslada también a la España franquista donde permanece en la Escuela de Estado Mayor hasta 1974.
Tras su regreso, el futuro dictador García Meza encarga a ‘El Loco’ una serie de asesinatos políticos. Así, participa en el secuestro, torturas y asesinato el 21 de marzo de 1980 del sacerdote jesuita Luis Espinal Camps (1932-1980), crítico de cine y director del semanario Aquí, cuya sede había sufrido un atentado con bomba un mes antes. Al entierro del religioso, nacido en España, asistieron setenta mil personas como muestra de repudio al brutal crimen.
Arce Gómez era propietario de una compañía de taxis aéreos, el 2 de junio de 1980 una de sus avionetas sufrió un atentado cuando llevaba, precisamente, a dirigentes de la izquierdista Unidad Democrática y Popular, donde debía viajar el candidato Hernán Siles Zuazo (1913-1996) –al final no lo hizo y salvó su vida- y, milagrosamente, también escapó con vida del fuego, aunque con secuelas de quemaduras, Jaime Paz Zamora, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Ambos fueron, posteriormente, presidentes de Bolivia.
El militar fue el planificador del asalto a la sede de la Central Obrera Boliviana (COB), el día del golpe de estado, y de la desaparición y crimen del citado Marcelo Quiroga, así como de la conocida masacre de la calle Harrington, el 15 de enero de 1981, cuando fueron asesinados ocho dirigentes del MIR.
Pero también fue conocido como ‘el ministro de la cocaína’, su primo hermano y protegido Roberto Suárez Gómez (1932-2000) era considerado ‘El padrino’ y potenció el tráfico de la cocaína. Tras la llegada de la democracia, es expulsado del Ejército con deshonor en 1982. No fue su primera expulsión, décadas atrás, en 1960 lo fue por haber violado a la hija de un superior, pero en 1964 pudo reincorporarse tras el golpe de estado de René Barrientos (1919-1969).
Tras darse a la fuga, en diciembre de 1989, a los 51 años, fue detenido en Santa Cruz y extraditado a Estados Unidos acusado de conspiración para introducir cocaína. Ingresó en la prisión FCI Coleman Low, de Miami, donde pasó trece años condenado por delitos de narcotráfico. Salió en libertad condicional y aunque batalló legalmente durante dos años, en 2009, finalmente fue trasladado a Bolivia.
En abril de 1993 ya había sido previamente juzgado y sentenciado a treinta años por la justicia boliviana por delitos como alzamiento armado, genocidio y asesinato. Ingresó en la cárcel de Chonchocoro, en los Andes bolivianos, a treinta kilómetros de La Paz, donde murió a los 82 años el pasado 30 de marzo de 2020.
El gobierno de Italia, hasta el final, reclamó su extradición por el crimen de dos de sus ciudadanos. En enero de 2017, fue sentenciado, junto a otros veinticuatro militares latinoamericanos, a cadena perpetua por el Tribunal de Roma por crímenes cometidos contra italianos en el denominado Plan Cóndor, la operación de represión ideada por el dictador chileno Augusto Pinochet (1915-2006). La cadena perpetua se ratificó en 2019.
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