Nada nuevo bajo el sol. Una de policías y policías, un clásico dejà vu nada sorprendente aunque correctamente realizado. El director irlandés Brian Kirk, especialista en series de televisión (“Juego de tronos”, “Los Tudor”), da el salto a la gran pantalla ayudado por los reconocidos productores hermanos Russo (“Vengadores”, “Capitán América”) y contando con uno de los actores de moda, el norteamericano Chadwick Boseman (“Black Panther”).
Completan el reparto Sienna Miller (“Z, la ciudad perdida”), J.K. Simmons (“Spiderman: lejos de casa”), Stephan James (“El blues de Beale Street”) y Taylor Kitsch (“John Carter”).
Andrè Davis (Chadwick Boseman), el típico super policía de Nueva York con un pasado oscuro, ve la oportunidad de redimirse cuando ocho oficiales del cuerpo son masacrados durante un robo de trescientos kilos de cocaína.
Con ayuda de su compañera Frankie (Sienna Miller) inicia una brutal persecución tras los culpables. Por primera vez, Manhattan quedará blindada y nadie podrá entrar ni salir de la isla en veinticuatro horas. Pero André no sabe (aunque nosotros lo intuimos) que corriendo y saltando de un vehículo a otro –como en tantas otras historias conocidas–, va a encontrarse con una conspiración que implica a la propia policía.
Película anacrónica que podría tener veinte años, ambicioso thriller de serie B que no consigue cumplir sus propósitos, con actores en papeles poco creíbles en una ciudad exenta de realidad y más parecida a un decorado de cartón piedra, que se soporta gracias a que el director tiene oficio y consigue que, a pesar del notorio bajo presupuesto con que ha contado, la alternancia de persecuciones y parloteos mantengan un cierto interés durante las casi dos horas de proyección.
https://youtu.be/I3JiMURvNiM