Iniciamos cada día con la más óptima postura. Es el consejo que nos repetimos. Nos aplicamos al bien. Nos sentimos como ese todo que suma sin esperar nada a cambio. Llega cuanto debe.
Nos asomamos al presente. Es lo que existe. Vamos con genialidad. Nos colocamos con paciencia. Hemos respondido. Nos soltamos. No tenemos nada que nos detenga. Somos prácticos.
Alentamos anhelos de libertad. Nos comprendemos con líneas no exactas, ni perfectas, pero sí respetuosas. Nos complacemos. Eso sirve para alcanzar lo más bonito.
Nos marcamos objetivos leales, loables, que restauran el orden desde sensaciones queridas. Estamos en una búsqueda sensacional que nos invita a saltar.
Imaginamos conquistas que valen con prestaciones generosas. Nos brindamos calma. Nos afirmamos sabiendo que lo exacto es estar en equilibrio. Marchamos.