Médicos sin Fronteras abandona Somalia

La tolerancia y el apoyo de los grupos armados y las autoridades civiles a los violentos ataques contra Médicos sin Fronteras (MSF) ya no garantizan las condiciones mínimas para que la organización pueda continuar su actividad en Somalia, de acuerdo con un comunicado que ha emitido la ONG en Ginebra, este 14 de agosto de 2013.

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Unni Karunakara examinando a un niño en una clínica móvil cerca de Mogadiscio. © MSF

 

Presente de forma continuada en Somalia desde 1991, la organización médica humanitaria MSF anuncia hoy el cierre de todos su programas en el país. La decisión se ha tomado como consecuencia de una serie de agresiones extremadamente graves a los equipos sobre el terreno, en un contexto en que los grupos armados y las autoridades civiles toleran, e incluso apoyan, los asesinatos, secuestros y ataques a trabajadores humanitarios.

Algunos personajes y grupos, presentes sobre todo en la región centro-sur de Somalia y con los que MSF se ha visto obligada a negociar para poder continuar con su misión médica humanitaria, han jugado un papel determinante en las exacciones cometidas contra los equipos de MSF, tanto participando directamente en ellas como aprobándolas tácitamente. “De esta forma, lamenta MSF, privan a cientos de miles de civiles somalíes de ayuda humanitaria ».

Durante sus 22 años de permanencia en la zona, MSF ha negociado con el conjunto de grupos armados y autoridades de todo tipo, las excepcionales necesidades humanitarias del país han hecho que tanto la organización como sus equipos hayan tolerado riesgos sin precedentes –como los que han corrido los colegas somalíes de MSF- y aceptado compromisos, en contra de sus principios de independencia e imparcialidad.

Los incidentes más recientes han sido el brutal asesinato, e diciembre de 2011, de dos miembros de MSF en Mogadiscio seguido de la puesta en libertad anticipada del autor material, así como el secuestro de dos voluntarios de la organización en los campos de refugiados de Dadaab, en Kenya, detenidos en el sur de Somalia y puestos en libertad hace un mes. Estos incidentes no son más los últimos de la larga serie de agresiones. Desde 1991 han asesinado a otros catorce voluntarios y MSF ha sufrido decenas de ataques contra su personal, ambulancias e infraestructuras médicas.

“Matando, atacando y amenazando a los trabajadores humanitarios, los grupos armados y las autoridades civiles que toleran sus actuaciones, han condenado a muchas vidas en Somalia”, ha manifestado el doctor Unni Karunakara, presidente de MSF Internacional. “Nos marchamos porque la situación ha creado un desequilibrio insostenible entre los riesgos que tienen que aceptar nuestros equipos, los compromisos que debemos establecer y nuestras capacidad para proporcionar asistencia a las víctimas somalíes” .

Más allá de los asesinatos, secuestros y agresiones, para poder intervenir en Somalia MSF ha tenido que recurrir a guardias armados, una medida excepcional que no se ha empleado en ningún otro país, y tolerar limitaciones extremas en cuanto a su capacidad para evaluar de forma independiente las necesidades de la población, y responder a ellas.

Para permitir el despliegue del socorro médico, así como el respeto de principios operativos de imparcialidad e independencia, la acción humanitaria exige un mínimo de reconocimiento del valor del trabajo médico por todas las partes implicadas en un conflicto armado, así como por las comunidades. Lo mismo que todos deben demostrar una voluntad para que se respeten las garantías mínimas de seguridad negociadas para pacientes y equipos médicos. Este acuerdo, siempre frágil en las zonas en conflicto, ahora ya no existe en Somalia.

«En definitiva, los que van a pagar el mayor precio son los pacientes”, lamenta el doctor Karunakara. «Gran parte de la población no ha vivido nunca en un país sin guerra o sin hambruna, y ya recibe mucha menos ayuda de la que necesita. Los grupos armados que toman como objetivo a la ayuda humanitaria y las autoridades civiles que toleran sus exacciones, privan al pueblo somalí del poco acceso que ya tenían a las prestaciones médicas disponibles”.

MSF cierra hoy la totalidad de sus programas médicos en Somalia: en Afgooye, Balwad, Burao, Daynille, Dinsor, Galkayo, Jilib, Jowhar, Kismayo, Marere y Mogadiscio. Más de 1.500 trabajadores de la organización han estado asegurando hasta ahora cuidados gratuitos de salud, se han ocupado de la malnutrición y la salud maternal, sin olvidar la cirugía, la respuesta a las epidemias, las campañas de vacunación y el aprovisionamiento de agua y bienes de primera necesidad. En estos años, los equipos de MSF han efectuado más de 624.000 consultas y 41.000 hospitalizaciones, han curado a 30.090 niños malnutridos, vacunado a 58.620 personas y llevado a cabo 7.300 partos.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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