Sostiene el profesor y filósofo Alain Deneault, de la Universidad de Québec, director del Collège International de Philosophie de París, que ser mediocre es encarnar el promedio, querer ajustarse a un estándar social, en resumen, es conformidad. Lo dice y argumenta en su libro Mediocracia. Cuando los mediocres toman el poder. (Ed Turner, 2019)
Esto no es en principio peyorativo, pues todos somos mediocres en algo. El problema de la mediocridad viene cuando pasa a convertirse, como en la actualidad, en el rasgo distintivo de un sistema social.
Hoy en día nos encontramos en un sistema que nos obliga a ser un ciudadano resueltamente promedio, ni totalmente incompetente hasta el punto de no poder funcionar, ni competente hasta el punto de tener una fuerte conciencia crítica. Aquellos que se distinguen por una cierta visión de altura, una cultura sólida o la capacidad de cambiar las cosas quedan al margen.
Para tener éxito hoy es importante no romper el rango, sino ajustarse a un orden establecido, someterse a formatos e ideologías que deberían cuestionarse.
La mediocracia, en palabras del autor del libro que recomendamos, nos anima al amodorramiento antes que a pensar, a ver como inevitable lo que resulta inaceptable y como necesario lo repugnante. La mediocracia nos convierte en idiotas.
Se refiere también el autor al orden político del extremo centro. Sus políticas encarnan no tanto una ubicación exacta sobre el eje izquierda/derecha como la supresión de dicho eje, que se sustituye por un único enfoque que afirma contener las virtudes de la verdad y de la necesidad lógica.
Esta maniobra se revestirá de palabras vacías o, peor aún, será el poder el que se defina con palabras asociadas con aquello que más odia: la innovación, la participación, el mérito y el compromiso. Quienes no participen en esa farsa serán excluidos y esa exclusión se llevará a cabo de manera mediocre, a través del rechazo, la negación y el resentimiento.
En resumidas cuentas, las aspiraciones mediocres que cada vez más pueblan nuestra sociedad están dando como resultado una ciudadanía de mediocres, representada asimismo en mucho de los líderes políticos que la representan o aspiran a ello, quizá porque son mediocres.
Para los poderosos, la persona mediocre es el individuo medio a través del cual pueden transmitir sus órdenes y establecer su autoridad sobre una base más firme. De ahí que los poderosos cultiven, a través de una influencia mediática cada vez más concentrada bajo su dominio, la mediocridad.
Lectura muy recomendable y actual.
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Mediocracia: Cuando los mediocres llegan al poder (El cuarto de las maravillas)
Excelente análisis sobre una cuestión vital que nos afecta a todos los que no estamos de acuerdo con la política actual. Hay que votar y superar la mediocracia