Está noche vienen los Reyes Magos, bueno eso de esta noche es relativo ya que como sabrán, el espacio y el tiempo se confunden y cuando es de noche en algunos sitios ya ha pasado y en otros está por llegar, la noche, digo. Ahora caigo en que quizás sea este el motivo por el que los Reyes siempre llegan a todos los sitios.
El caso es que en la nave, dado que casi todo el personal es adulto, la costumbre de mandar la carta se ha perdido y, de hecho, se quitaron los buzones del sistema postal, incluso los telemáticos.
Pero yo sigo echando mi carta, todos los años. Ya no les pido juguetes, aunque, no crean, algunos si que me pediría, las recreaciones de naves estelares y sus componentes o de las aldeas galas y sus resistentes, algún circuito de coches de carreras o bicicletas que nunca me trajeron, también pediría. Pero por pudor y edad no lo hago, prefiero que se lo lleven a las criaturas que sí se lo piden, no sea que por mí se queden sin ellos.
En mis cartas de los últimos años sólo pido deseos, desear algo nos es que lo vayas a tener o te lo vayan a traer, es expresar las ganas de que eso ocurra y sé que por muy Magos que sean hay cosas que quedan fuera de su alcance ya que son consecuencia de nuestras propias actuaciones. Eso no me impide desear.
Mi primer deseo es obvio, que se acabe el genocidio del Pueblo Palestino por parte del gobierno de Israel. Que se cumplan las resoluciones de las Naciones Unidas, que se cumpla la orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional y Netanyahu sea llevado ante la justicia y responda por su crímenes de guerra. Al igual que la dictada contra Putín, que se cumplan. Y que acaben estas guerras, las de Gaza y Ucrania, pero también el resto de las que tan poco se habla.
Desearía que toda la corriente reaccionaria que está afectando a tantos países acabara de una vez. Estoy pensando en ponerme en contacto con la Editorial RBA para ver si consigo una oferta y poder comprar, en la edición de bolsillo, toda la colección de las novelas de Philip Kerr sobre su personaje Bernie Gunther, son catorce libros, y necesitaría varias colecciones para poder regalarlas, ya que creo que cada vez más gente necesitaría leerlas para ver por sí mismos quiénes fueron los nazi, cómo fueron ocupando espacios de poder, cómo ganaron las elecciones, cómo fueron corrompiendo la sociedad, cómo provocaron la Segunda Guerra Mundial, cómo quedó Europa después de ese desastre provocado por el nazismo, por el fascismo. Para que se dieran cuenta de cómo se pasa de un estado democrático a uno totalitario con el apoyo entusiasmado de la población.
Luego vinieron las lamentaciones y los años de penuria.
Son novelas muy entretenidas y muy bien escritas, son todo un repaso histórico a esa época que no deberíamos olvidar y sin embargo, lo estamos haciendo. También desde los partidos democráticos estaría bien su lectura, para no caer en los mismos errores, en los que se está cayendo, por desgracia, y a lo peor ahí está el germen de estas corrientes neofascistas.
Desearía que en mi país, España, se rebajara el enfrentamiento político, que se respetaran los resultados de las urnas, que no hubiera intromisiones judiciales más allá de las que realmente procedan, que se midiera por el mismo rasero a todas las organizaciones políticas y a todas las personas. Que se persiguiera a quien cometen delitos y no al que los denuncia. Hemos visto casos absolutamente bochornosos como el asedio judicial a Podemos que ha quedado en su total absolución. Se puede estar en contra de las ideas del otro pero no se pueden perseguir siempre que estén dentro del marco democrático.
Desearía que cada cual lleve la bandera que quiera, pero que no se apoderen de ellas. Que no se inventen historias, que no se inventen la historia, que no nos engañen ni manipulen con los hechos históricos para construir sus relatos, los nacionalismos nos pueden llevar también a la ruina. Nadie se puede apoderar de los símbolos que son de toda la población porque lo único que pretenden es excluir al que no piensa como ellos y es responsabilidad de todos los partidos, pero de unos más que de otros, que nuestra convivencia no salte por los aires, y que pase lo que tantas veces ha pasado en este país.
Por eso, finalmente, esta carta no se la mandaré a los Reyes Magos, ellos bastante tienen con esta noche.