Michelle Bachelet presidenta electa de Chile

Michelle Bachelet ha resultado electa como presidenta de Chile con un amplio respaldo del 62,15% de los votos en una segunda ronda electoral marcada por la abstención, y asumirá su segundo mandato a partir del 11 de marzo de 2014.

Bachelet-presidenta-electa Michelle Bachelet presidenta electa de Chile

Bachelet se ha impuesto en estas elecciones a la candidata de la derecha, Evelyn Matthei, quien en un gesto democrático visitó la sede de la Concertación para garantizar que no pondrá en duda la legitimidad de la elección a pesa de que la abstención superó el 50 %.

«Hoy abrimos una nueva etapa» dijo Bachelet, quien ha comprometido 50 reformas en sus 100 primeros días de gobierno para corregir desigualdades sociales, entre ellas la gratuidad de la educación, para lo que deberá proceder a una reforma tributaria que equilibre la acumulación de la riqueza actualmente en manos de unas pocas familias.

«Están las condiciones económicas, sociales y políticas, ahora es el momento, Chile, por fin ahora es el momento (…) Tenemos la fuerza ciudadana, tenemos la voluntad y la unidad (…) es tiempo de combatir la desigualdad juntos, es tiempo de volver a creer en nosotros mismos», señaló en un discurso a sus seguidores.

Para ello los chilenos tendrán que aprobar una nueva Constitución «nacida en democracia que asegure derecho y que se transforme en el nuevo pacto social y renovado que Chile necesita», que sustituya a la actual, emanada de la dictadura de Pinochet.

1 COMENTARIO

  1. Era desde hace mucho «un triunfo anunciado». Desde antes de dejar la Presidencia (con un gran respaldo según encuestas) ya era «dato fijo» para la reelección en 2013; no era asuntos de adivinos y tampoco de gitanos. Los datos duros lo expresaban. Eso lo supo todo el tiempo el sector político de derecha y centro derecha, que se esforzó por hacer las cosas bien al obtener el gobierno, «sueño del pibe», al que no llegaba por sufragio universal desde 1958; el Presidente Piñera es el segundo jefe de estado chileno de derecha desde 1938, su triunfo en 2010 no fue exclusivamente por un crecimiento electoral de la derecha chilena, más bien un logro circunstancial que no pudieron mantener.
    En política también las estadísticas pesan, y más que en el fútbol.
    El Presidente Piñera es eficiente, un motor, pero «acaballado» y «atropellador», como lo consideró por 1990 el patriarca de la derecha chilena Sergio Onofre Jarpa, que tenía harto de eso de que «más sabe el diablo por viejo que por diablo». La candidata Evelyn Mathei también tiene algo de esa energía que termina sintiéndose como de agresividad; y además ahora, en 2013 más «pinochetista» que en 1990, año éste en que era una verdadera revolucionaria liberal y de derecha en el partido Renovación Nacional (justamente desde hace años milita en la Unión Demócrata Independiente, la UDI, luego de una fea pugna involucrada con Sebastián Piñera en Renovación Nacional; la UDI es la derecha más dura en Chile, la heredera política del general Pinochet).
    Los detractores de Michelle Bachelet la calificaron antes de ser Presidenta la primera vez que «no daba el ancho» (calificación de Sergio Melnik, que lo decía en TV y hacía ademán mímico con los brazos además) y hasta en su propio sector no la querían tanto porque no tenía experiencia política y porque ellos se designaban en un pequeño círculo; se rindieron ante su popularidad, la de Michelle, que implicaba votos y votos; y con los votos se gana en una democracia. Fue Presidenta y se retiró con tremenda popularidad, en un nivel quizás único en la historia del país. El actual Presidente Piñera, hasta este domingo, a cada momento se comparaba con ella, enfatizando que él hacía mejor las cosas y etc., etc. No era el único. Sin embargo, el efecto era contrario, la popularidad «bacheletista» se hacía más firme.
    El único líder de derecha que siempre ha señalado a tales «juegos de guerra» como un error político grande, ha sido el díscolo hoy senador electo Manuel José Ossandón; a quien yo veo hoy, siendo lo que Evelyn Mathei y Andrés Allamand eran en 1990: promesas políticas que imaginaban y se la jugaban por construir una derecha renovadora, independiente del ideario del gobierno militar, buscadora de sintonía con las aspiraciones del pueblo chileno, un pueblo que desde 1938 ha sido predominantemente de izquierda y centro izquierda. Y hasta hoy en día, bajo una Constitución Política emanada en un período autoritario, en 1980, en esa misma época considerada por el derechista político Andrés Allamand como un ente jurídico de fortaleza pétrea donde todo estaba hermetizado para impedir su cambio y prolongar el autoritarmos en democracia.
    Hoy he oído a políticos de derecha y a algunos cientistas políticos, enfatizar que Michelle Bachelet es esencialmente carisma, que despierta el cariño de la gente, y como que eso fuera todo. Es decir, con esa lógica ellos tienen el «don de la sabiduría» electoral y una amplia mayoría de chilenos son simples giles (este último un modismo chileno) seducidos por una especie de idolatrismo. Le restan méritos de capacidades abiertamente a Michelle Bachelet, en la histórica costumbre chilena llamada «chaqueteo». En los últimos días, algunos enfatizan la alta abstención, con intenciones de deslegitimar un triunfo, pero tampoco es válido porque así son las reglas y para todos. La abstención si es un castigo, una deslegitimación, es igual para Bachelet como para Mathei, porque es imposible que todos los que no sufragaron piensen de una sola manera; el sistema político es el que debe preocuparse en su conjunto. Y el fenómero de la abstención notable, es reciente, desde que existe el sistema de inscripción automática y de voto voluntario; es una modalidad en rodaje.
    Para más encima, justamente cuando la gente en Chile está virando a más exigencias de cambio y aumenta el izquierdismo; la candidata Mathei fue mucho más de derecha en 2013 que lo que ella misma era en 1988-2010; inclusive nostálgica del período autoritario o como ella lo volvió a llamar ahora época del «Pronunciamiento Militar». Según la historia electoral chilena desde 1938, con ese discurso iba a ocurrir lo que efectivamente le sucedió y quizás pudo ser mucho peor. Y este fracaso, abre la gran oportunidad a una repostulación del Presidente Piñera en cuatro años más, aunque sí tendrá buenos competidores en su sector y con ganas. (Ahí sí que hay un problema de futuro para la Nueva Mayoría, en estos momentos no se vislumbra una figura ganadora ni por asomo cercana al «fenómeno» Bachelet).
    Según el publicista francés Jacques Seguela (que tuvo que ver con las campañas que llevaron a Miterrand dos veces a ser Presidente de Francia) los candidatos a la Presidencia son como los detergentes. Uno los compra una vez, pero si no lavan bien, no hay segunda vez. Para Mitterrand existió esa segunda vez. Hoy, en Chile, para Michelle Bachelet existe esa segunda ocasión, es decir lo hizo bien la primera vez según los electores. De nuevo la prefirieron.
    Y curiosidades. El slogan triunfal de Miterrand en su segunda vez, era «La fuerza tranquila». Michelle Bachelet fue en su campaña «una verdadera dama» como la calificó el candidato perdedor en primera vuelta, independiente, Franco Parisi, es decir, como una «fuerza tranquila» de hecho.

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