Nos debemos sorprender cada día, a cada ocasión, en lo pequeño, en lo grande, en lo hermoso, en lo repetido, que también puede ser maravilloso.
Debemos hacer el esfuerzo de hallarnos interiormente ante y con los eventos que se expanden por los universos. Generemos emociones. Nos hemos de entusiasmar con refrendos positivos y las mejores facturas.
Hagamos que todo fluya con transformaciones, con intenciones claras, con recuerdos que nos conduzcan por sendas de afición.
No permitamos que se quede nada de valor en el tintero. Nos hemos de enamorar de lo que somos y de algunos porqués, que nos llevarán por sendas de aficiones singulares.
Imaginemos que podemos y seamos capaces con el esfuerzo íntimo, personal y colectivo. No amaguemos.
Hemos de darnos la ocasión que recurrentemente hemos buscado en la convicción de que, si no es ahora, será más tarde. Nos hemos de querer, si no por encima, sí a la par de lo más anhelado. Lo óptimo se multiplica.