Naciones Unidas acuerda un tratado para prohibir las armas nucleares

Un total de 122 países han acordado en Naciones Unidas un tratado que refleja la preocupación de la comunidad internacional por las catastróficas consecuencias humanitarias que traería el empleo de las armas nucleares, señala la necesidad de eliminarlas y prohíbe el desarrollo, prueba, producción, adquisición, posesión, almacenamiento y transferencia, así como la amenaza de su uso.

El acuerdo recoge también la obligación de asistir a las víctimas y de atender los daños ambientales derivados de los ensayos con armas nucleares; y cuenta además con espacios para que se incorporen al tratado los países que acumulan estas armas de exterminio en masa sobre los cuales no existía una convención para prohibirlos.

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Hiroshima: efectos del arma nuclear

La presidenta de la conferencia de la ONU para negociar el tratado, Elayne Whyte, calificó de histórica su materialización, e instó a todos los países a formar parte del mismo.

Whyte destacó la inédita rapidez con la que se acordó el tratado, y resaltó que es el primer mecanismo multilateral de desarme pactado en los últimos veinte años.

En la sesión, Whyte preguntó si podía asumir la aprobación por consenso, pero la delegación de Holanda solicitó el voto para oponerse. Holanda fue el único país de la OTAN presente en las discusiones que se instalaron el 15 de junio, con la participación de alrededor de 130 gobiernos.

La conferencia de negociación del acuerdo para prohibir las armas nucleares se había iniciado el 15 de junio, y durante las tres semanas de discusiones se presentaron tres borradores de texto fruto de los intercambios de criterios entre los alrededor de 130 países participantes, proceso en el que contribuyeron la sociedad civil y la comunidad científica.

Whyte reconoció el compromiso mostrado por las delegaciones y el aporte de la sociedad civil aunque activistas, diplomáticos y científicos mostraron decepción por el boicot de varias naciones al proceso aún cuando este acuerdo representa un paso trascendental de cara a la aspiración de eliminar las armas nucleares.

El tratado se abrirá a la firma el 20 de septiembre, y entrará en vigor cuando lo ratifiquen 50 Estados. Mientras, el secretario general de la ONU, António Guterres, será el depositario del instrumento multilateral.

Tony Robinson, activista del Movimiento Humanista y codirector de Pressenza, informa de que el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares fue denunciado por los países poseedores de armamento nuclear «por carecer de realismo, ser ineficaz, contraproducente e irracional». Nikki Haley, embajadora estadounidense en la ONU, expresó que «como madre, hija y esposa, no podría apoyar el tratado».

La cuestión nuclear fue colocada en la agenda de Naciones Unidas ya en su primera resolución. Veinticinco años más tarde, en 1970, hace ya cuarenta y siete años, la organización consiguió un tratado para abrir el camino hacia el desarme y para evitar la proliferación hacia otros países (que falló en ambos casos). En su artículo VI el Tratado de No-Proliferación (TNP) dice:

“Cada Estado Parte emprenderá negociaciones de buena fe para lograr medidas efectivas que conduzcan en fecha próxima a la cesación de la carrera armamentista nuclear y al desarme nuclear y a un tratado para un desarme total y general supervisado bajo estricto y efectivo control internacional.”

El presente Tratado de Prohibición, independiente del Tratado de No-proliferación por ser necesario ser su signatario para participar de aquél, cierra muy bien la brecha legal descrita en dicho artículo, ya que nada es más efectivo para lograr la abolición del armamento nuclear que prohibirlo.

Según Tony Robinson, «no debemos ser ingenuos, estamos prohibiendo estas armas (y esto entre en vigencia recién cuando cincuenta Estados lo ratifiquen), pero en el corto plazo, ni una sola arma nuclear será desarmada como resultado de él. Su valor radica en la estigmatización que emana del tratado».

En la reunión preparatoria del TNP celebrada en mayo en Viena, Rusia repitió el falso argumento usado por varios países poseedores de armas nucleares, acerca de que desde 1970 el Tratado de No-Proliferación conferiría legalidad a dicha posesión. Incluso la Corte Internacional de Justicia, en su recomendación de 1996, encontró un vacío legal enorme a través del cual los Estados nucleares podrían justificar la continuidad de posesión de ese armamento, cuando dijo que el uso de armas nucleares podría ser legal en caso de amenaza a la “sobrevivencia misma de un Estado”.

Este Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, llenando el vacío legal según lo explicado por Austria en la Conferencia de Viena sobre las Consecuencias Humanitarias de las Armas Nucleares, es uno de los pocos pasos que países sin armamento nuclear podían emprender sin necesitar la participación de los Estados que sí lo poseen, y como resultado prohíbe las armas nucleares en todas las instancias y cierra todo vacío o interpretación legal contraria que pudiera haber existido.

Ahora la sociedad civil y los gobiernos que han empujado proactivamente para concluir el tratado deberán encontrar nuevas vías para lograr presión hacia su efectivización. Sin duda campañas de desinversión, tales como No financies las Bombas (Don´t Bank the Bomb) de la organización Pax, serán una herramienta importante. Campañas para terminar con en el conflicto entre India y Pakistán, en Medio Oriente y en el Noreste asiático serán áreas donde la presión internacional puede obtener frutos.

A nivel doméstico, el reconocimiento del Tratado acerca de “la importancia de la educación por la paz y el desarme en todos sus aspectos y de generar conciencia sobre los riesgos y consecuencias de las armas nucleares para las actuales y futuras generaciones” podría llevar a interesantes iniciativas. Éstas podrían desarrollarse no solamente en las aulas del mundo, sino también en el campo de los medios y la cultura, cuya misión de crear una conciencia global que aborrezca las armas nucleares, tendrá un rol importante que cumplir.

Robinson concluye que «hoy celebramos este momento histórico, celebramos a todos esos activistas y organizaciones que se han dedicado por entero a esta lucha. Celebramos  a aquellos países cuyos políticos y diplomáticos lograron este hito. Celebramos por fin que, 72 años después de que el infierno nuclear fuera desatado sobre la población de Japón, nunca más ningún país podrá justificar legalmente la posesión de armas que tienen el poder de destruir la civilización humana y la vida toda en el planeta».

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