«No dejar a nadie atrás» pasó a ser el lema de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, pero queda mucho por hacer para llegar a concretarlo, coincidieron esta semana organizaciones de la sociedad civil en una conferencia de revisión de los avances de la Agenda de Desarrollo Posterior a 2015, informa Aruna Dutt (IPS) desde Naciones Unidas.
A diferencia de los los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), que no lograron atender la desigualdad estructural, la sostenibilidad ecológica y las responsabilidades del Norte global, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce «la enorme disparidad de oportunidades, de riqueza y de poder» como inmensos desafíos para lograr el desarrollo sostenible, una novedad en materia de documentos intergubernamentales.
En el primer año de los 15 de la Agenda para 2030 todavía deben verse los cambios en el camino hacia el desarrollo global, según el informe Spotlight on Sustainable Development 2016 (El foco en el desarrollo sostenible), publicado esta semana por el Grupo de Reflexión de la Sociedad Civil.
«No se dejan a las comunidades atrás por olvido», señaló Warda Rina, del Women’s Major Group, una de las organizaciones que participó en la revisión de los avances de la Agenda 2030, «son las políticas neoliberales que las excluyen de forma sistemática».
El estado de los ODS en muchos países puede describirse como de prosperidad creciente de las clases altas, pero empeora la seguridad pública, la calidad de vida y la pobreza multidimensional, señala el informe.
«En relación con la Agenda 2030, hay progresos y retrocesos», escribió Hector Bejar, en representación de la coalición Social Watch, en Perú, que en el informe señala que el «producto interno bruto crece, pero con él también la desigualdad».
Barbara Adams, también de Social Watch, señaló que en la implementación de los ODS por ahora parece que algunos estados miembro accedieron con renuencia a la agenda, y en las negociaciones hubo muchos rechazos y retrocesos: «Las conversaciones sobre financiación parecen volver a su dinámica habitual. De continuar lo que está sobre la mesa, aparecerán obstáculos directos para la concreción de los ODS», alertó.
Uno de los grandes obstáculos que la Agenda 2030 no atiende es la nueva generación de acuerdos bilaterales de inversiones y de libre comercio, que reducen la capacidad de los gobiernos de promover los derechos humanos y la sostenibilidad, y alientan a los países a competir en una carrera hacia el abismo, ofreciendo tasas más bajas y mano de obra más barata para atraer capitales.
Por ejemplo, el acuerdo de Asociación Transpacífico, suscrito en febrero, aguarda la ratificación, y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, entre la Unión Europea y Estados Unidos, concluirá a fines de este año.
«Los acuerdos consideran estándares sociales, ambientales y de derechos humanos como posibles barreras no arancelarias para la inversión y el comercio, que hay que ‘armonizar’ o eliminar», señala el informe.
Sandra Vermuyten, de Public Services International, dijo que muchos grupos de la ONU están dirigidos por intereses corporativos y no son inclusivos.
Por ejemplo, el coordinador de la Global Business Alliance para la Agenda 2030 es la Cámara Internacional de Comercio, a la que se atribuye un papel clave en la implementación de la agenda, pero defienden las mismas políticas desestabilizadoras del pasado, que exacerban las desigualdades tanto en el Norte como en el Sur, señala el informe.
Chee Yoke Ling, de la Red del Tercer Mundo, opinó que no se lograrán los ODS solo a través de asociaciones público-privadas o de enfoques con múltiples actores: «Las legislaciones de los países, desde Estados Unidos a los europeos, otorgan más derechos a las corporaciones que a los seres humanos», indicó Ling.
«Nos llevó 44 años reconocer que la pobreza todavía está aquí, y que la desigualdad es un problema enorme. Pero ahora, el poder corporativo está mucho más concentrado que antes», observó.
Otro ejemplo de las contradicciones de la Agenda para 2030 es cómo se enmarca la crisis hídrica, en vez de atender las causas de raíz, indicó Meera K Arunananthan, del Consejo de Canadienses: «La crisis hídrica global no es el resultado del rápido crecimiento de población. Sino de un modelo económico codicioso y sediento», opinó Arunananthan. Eso incluye la privatización de los servicios básicos de agua y saneamiento, que el Banco Mundial promueve en los ODS con programas de ajuste estructural, apuntó.
Otro estudio publicado el lunes 11 de este mes por Overseas Development Institute (ODI), el primer día del Foro Político de Alto Nivel, concluyó que el costo de no dejar a nadie atrás en materia de salud, educación y protección social en los 75 países de los que tenían datos, promedia los 739.000 millones de dólares al año.
«Los 30 países de bajos ingresos necesitarán unos 70.000 millones de dólares adicionales al año para cubrir ese costo. En el caso de los 45 países de medianos ingresos, los gobiernos tienen suficientes fondos públicos para cubrir esos costos; el desafío es su adjudicación», señala el informe.
En el caso de los ODM, algunos países no comenzaron su implementación hasta 10 años después de aprobados, en el año 2000.
La demora en tomar medidas contra el recalentamiento global agravó el desafío. Si no se toman acciones en los 1.000 primeros días de los ODS, es decir en los primeros tres años, hasta septiembre de 2018, los gobiernos corren el riesgo de dejar gente rezagada y de no cumplir algunos de los objetivos, alerta el informe.
Si África subsahariana procura eliminar la pobreza extrema, tendrá que sacar de esa situación a 10 por ciento de las personas que la padecen cada año si comienza a actuar ahora; si se demora hasta 2018, tendrán que ser 13 por ciento, subraya el informe de ODI.
«El mundo sencillamente no puede aguantar más demoras que pongan en riesgo la posibilidad de concretar los ODS», añade el documento.
- Traducido por Verónica Firme
- Publicado inicialmente en IPS Noticias