Nos devolvemos a la vida con una mirada de amor, de ilusión, de confianza en los demás. Quitamos las penas con un entusiasmo que nos debe relativizar con sones mágicos.
Todo lo que importa está donde es menester. Creemos en nosotros mismos. Nos adoramos. Negamos lo absoluto y nos metemos en aspectos relativos que calman, y, por tanto, sanan.
Nos impresionamos con maravillas que nos llevan por doquier con potencias que nos entregan a los márgenes más positivos. Nos subimos.
Nos procuramos con esfuerzo, que no sacrificio. Nos emparentamos. Nos advertimos con y sin resacas. De cada coyuntura sacamos un partido que construye.
Amansamos el interior. Nos preferimos con sorpresas que nos significan las idóneas dichas, que nos sustentan con declaraciones sinceras de cariño. Nos sentimos bien. Haremos que dure.