Si tiene que ser con niños, que sean éstos
Dirigida por Andy Hamilton y Guy Jenkin, responsables de la serie británica “Outnumbered”, la película «Nuestro último verano en Escocia» –protagonizada por dos actores locales en alza, Rosamund Pike (Muere otro día, An Education, Perdida, por la que estuvo entre las finalista al Oscar de mejor interpretación femenina) y el escocés David Tennant (popular por ser uno de los actores que han dado vida a Doctor Who, en la célebre serie de la BBC)- ha conseguido el Premio del Público en la última edición de la Seminci de Valladolid.
«Nuestro último verano en Escocia» es una deliciosa comedia dramática “edificante”, llena de gags divertidos, a base de matrimonio, que quiere ocultar su divorcio, con niños excéntricos (inevitable parangón con Little Miss Sunshine), dispuestos a poner cara de poker y asistir a la celebración del 75 cumpleaños del abuelo.
Doug (David Tennant), Abi (Rosamund Pike) y sus tres hijos “muy especiales”, a quienes piden que guarden el secreto de su divorcio, emprenden el viaje a los Highlands escoceses para reunirse con toda la familia y celebrar lo que quizá sea el último cumpleaños del abuelo Gordie (Billy Connolly, El úlimo samurai, El hobbit), afectado de un, también secreto, cáncer terminal, aunque con un sentido del humor envidiable. Las normales divergencias en una familia numerosa que se frecuenta poco hacen que el festejo adquiera tintes inesperados, afloren tensiones y rencores ocultos y las cosas salgan de forma muy diferente a como se planearon, con una resolución entre emotiva e hilarante que obliga a la familia a dejar de lado sus diferencias.
Lottie (Emilia Jones, 9 años), un cerebrito con gafas inseparable del cuaderno para apuntar “las mentiras” que debe contar a la familia, Mickey (Bobby Smalldridge, 7 años), apasionado de las historias de vikingos que le cuenta el abuelo, y la pequeña Jess (Harriet Turnbull, 4 años) con sus gafas en forma de corazón y su inseparable amigo “visible” Norman (que puede ser cualquier cosa, incluido un pedrusco), componen el simpático y esforzado trío que lleva la voz cantante de «Nuestro último verano en Escocia» y literalmente roban, en cada escena en que aparecen, el protagonismo a todos los adultos que intervienen en la película.
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Lo más destacable, a mi entender, es precisamente la interpretación de los tres niños, que consiguen muchas veces convencernos de que solo pueden estar improvisando, y la franqueza con que afloran entre los personajes, en el desarrollo de la historia –modesta y muy convincente-, emociones absolutamente primarias, como el dolor y la decepción que sienten los adultos al asumir que sus vidas no son exactamente lo que querrían que parecieran.