Obama: una de cal…

Si algo desconcierta en el concepto de liderazgo global de Norteamérica defendido por el presidente Barack Obama es el doble discurso del actual inquilino de la Casa Blanca, su empeño en emplear argumentos muy a menudo contradictorios para justificar una política exterior a la vez titubeante e incoherente. ¿Resultado? Un aluvión de críticas procedentes de partidarios y detractores, poco conformes con las estrategias del presidente.

Un liderazgo mundial alejado de los operativos bélicos. Eso es lo que propuso Obama hace apenas unas semanas, durante la ceremonia de graduación de los cadetes de la prestigiosa academia militar de West Point. ¿Acaso ello significa un mundo sin conflictos? No, en absoluto. El Presidente no dudó en detallar los supuestos de una posible intervención militar estadounidense. Entre ellos figuran: el uso de la fuerza, si los intereses norteamericanos están amenazados, las acciones directas, como captura de terroristas o ataques con drones, la movilización de los aliados de la OTAN en caso de una amenaza indirecta contra los intereses de los EE.UU., la creación de un fondo dotado con 5000 millones de dólares para el desarrollo de tácticas antiterroristas, el aumento de las inversiones en los países dispuestos a intervenir en misiones de paz o lucha antiterrorista. Para lograr estas metas, es preciso de Norteamérica trate de estrechar la colaboración con la OTAN, las Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Estiman los politólogos que la nueva doctrina de Obama trata de acabar con el intervencionismo de la era Bush, sin decantarse por el viejo y muy ansiado concepto de aislacionismo. Hasta aquí, el mensaje parece  claro y coherente. Sin embargo…

Pocos días después  del sonado discurso de West Point, Obama anunció, esta vez en Varsovia, que Estados Unidos se comprometía a reforzar el flanco oriental de la OTAN, destinando una aportación extraordinaria de… 1000 millones de dólares que permita incrementar la presencia militar norteamericana en el continente europeo. Obama hizo especial hincapié en el aumento de los efectivos estadounidenses estacionados en el Viejo Continente, la capacitación de las fuerzas armadas de la Alianza Atlántica, la celebración de maniobras conjuntas, la ayuda a Ucrania, Georgia y Moldova, así como la presencia naval en el Mar Báltico. En la segunda parte de su mensaje dirigido a los aliados occidentales, el presidente reclamó una participación activa de los Estados miembros de la OTAN a los gastos de defensa. ¿Otra contradicción?

Aparentemente, el Nobel de la Paz no se contradice. La Alianza Atlántica no tiene intención de estacionar tropas de combate en el este de Europa para responder a la política agresiva de Rusia en Ucrania, como exige el Gobierno de Polonia y las  autoridades de los países bálticos. Oficialmente, la OTAN está dispuesta a respetar el Acta Fundacional OTAN-Rusia de 1997, quedescarta el estacionamiento permanente de [un contingente] sustancial y adicional de tropas de combate en el este de Europa. Y ello, pese a la anexión ilegal de Crimea por Rusia.

Sin embargo, la defensa de la democracia en Ucrania (pero, ¿cuándo hubo democracia en Ucrania?) y de los valores occidentales – otra gran incógnita en el contexto de la geopolítica regional – han facilitado el traslado a los confines de la Federación Rusa de tropas, aviones y buques de guerra de la Alianza. De hecho, en Polonia, Estonia, Lituania y Rumanía hay cazas pertenecientes a las Fuerzas Aéreas de Francia, Reino Unido, Dinamarca y Canadá. En el Mediterráneo oriental se encuentran barcos estadounidenses, italianos, alemanes y daneses; en el Báltico, navíos de guerra alemanes, belgas, polacos, noruegos y holandeses. En resumidas cuentas, todo un despliegue para proteger a los aliados de Europa oriental.  Oficialmente, la OTAN pretende  implicarse a largo plazo en la crisis de Ucrania. Extraoficialmente…

La guinda la pone el Secretario General de la Alianza Atlántica, el danés Anders Fogh Rasmussen, al afirmar: Rusia nos considera ahora su adversario. Sus motivos tendrá…

Adrian Mac Liman
Fue el primer corresponsal de "El País" en los Estados Unidos (1976). Trabajó en varios medios de comunicación internacionales "ANSA" (Italia), "AMEX" (México), "Gráfica" (EE.UU.). Colaborador habitual del vespertino madrileño "Informaciones" (1970 – 1975) y de la revista "Cambio 16"(1972 – 1975), fue corresponsal de guerra en Chipre (1974), testigo de la caída del Sha de Irán (1978) y enviado especial del diario "La Vanguardia" durante la invasión del Líbano por las tropas israelíes (1982). Entre 1987 y 1989, residió en Jerusalén como corresponsal del semanario "El Independiente". Comentarista de política internacional del rotativo Diario 16 (1999 2001) y del diario La Razón (2001 – 2004). Intervino en calidad de analista, en los programas del Canal 24 Horas (TVE). Autor de varios libros sobre Oriente Medio y el Islam radical.

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