Paparazzi: un género polémico

La reciente muerte de Ron Galella en Nueva York a los 91 años trae a la actualidad el fenómeno ‘paparazzi’, uno de los géneros más controvertidos del fotoperiodismo. Algunos historiadores de la fotografía atribuyen al propio Ron Galella la invención del término.

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Jackie my obsession, libro de Ron Galella

La imagen más recordada del fotógrafo es la de una agresión que sufrió de Marlon Brando en 1973 por unas fotografías tomadas sin consentimiento. Como represalia, cada vez que Brando acudía a un evento, allí aparecía Ron Galella con la cabeza protegida por un casco de rugby para recordar el incidente. Antes ya había sido agredido por matones enviados por Richard Burton por unas fotos tomadas con Liz Taylor y más tarde, en 1986, por Sean Penn.

En 1972 recibió una orden de alejamiento de la isla griega de Skorpios por unas fotografías de Jackie Onassis bañándose desnuda en agosto de 1970. Un documental sobre Galella se titula «Destroza su cámara», frase que dijo Jackie a uno de sus guardaespaldas.

La obra de Galella fue elogiada no sólo por la oportunidad del instante de las imágenes sino también por su calidad, apreciada por Andy Warhol. El MoMA tiene en sus fondos algunas de sus fotografías.

Auge y caída del paparazzi

En noviembre de 1958 el fotógrafo Tazio Secchiaroli tomó una fotografía de la bailarina Aïché Nana haciendo un streap tease en el restaurante Rugantino durante una fiesta de cumpleaños de la condesa Olghina de Robilant, un amor de juventud del rey Juan Carlos. La foto se publicó en L’Espresso y Life y arruinó la carrera de la bailarina.

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El director de cine Federico Fellini se inspiró en este episodio para su película «La dolce vita», en la que el fotógrafo de una fiesta similar se llamaba Paparazo. A partir de entonces los fotógrafos que tomaban clandestinamente fotografías sin permiso fueron conocidos como paparazzi.

Algunos historiadores consideran a Eric Salomon como el primer paparazzi de la historia debido a la utilización de la cámara oculta para hacer fotografías. En realidad, casi todos han hecho alguna «robada» a la intimidad (el mismo Cartier-Bresson fotografió al poeta Charles Henri Ford en un urinario público subiéndose la cremallera de la bragueta).

Pero el fenómeno paparazzi va más allá de la simple toma de fotografías con cámara oculta y se interna en la intromisión de la intimidad y la vida privada de las personas. El mercado de estos productos fotográficos explica la amplitud del fenómeno: millones de lectores de prensa amarilla consumen sus fotografías en todo el mundo.

Entre los pioneros destacó George Dudognon, quien en 1950 obtuvo fotografías inéditas de Greta Garbo en París. En 1962 Marcello Geppetti utilizó un gran objetivo para fotografiar a Richard Burton y Elizabeth Taylor besándose en la cubierta de un yate. Terry O’Neill también publicó fotografías de celebridades en entornos no habituales (Frank Sinatra con sus guardaespaldas, 1968).

En este género ya se consideran clásicos nombres como Daniel Angeli, Edward Quinn, Elio Sorci, Settimio Garritano, Yolanda Dotto, Bruno Mouron, Pascal Rostain, Rino BarillariLetizia Giambalvo y Vitaliano Napolitano, son dos paparazzi italianos que trabajan en pareja (lo son también en su vida privada). Participaron en la película de Woody Allen A Roma con amor.

Diana-de-Gales-©-Diego-Arrabal-1994 Paparazzi: un género polémico
Una de las tomas de Diana de Gales por Diego Arrabal en 1994

Entre los españoles destacan Álvaro García Pelayo, Paco Ginés, Carlos Díaz-Montenegro, Gianni Ferrari y Diego Arrabal, autor del topless de la princesa Diana de Gales en 1994, que la revista ¡Hola! compró por doscientos millones de pesetas y que nunca llegó a publicar. Silvio Berlusconi también pagó 20.000 euros en 2007 para que no se publicasen unas fotografías de Fabrizio Corona en las que se veía ebria a su hija Bárbara.

Daniel Angeli hizo las primeras fotografías de Diana de Gales y Dodi al Fayed en Saint-Tropez en 1997 y algunas de las últimas de Diana, las que iniciaron las especulaciones sobre su embarazo cuando se hizo público su romance con el multimillonario. Mario Brenna fue el autor de la famosa fotografía del beso entre los dos amantes, publicada por el británico The Sun, que vendió en un solo día más de 750.000 ejemplares.

En el centro de la polémica

El accidente en el que murió Lady Di en 1997 en París marcó un antes y un después para estos profesionales. La opinión pública culpó del accidente a quienes perseguían en potentes motos el coche en el que viajaban la princesa y Al Fayed. Eran Serge Arnal, Nikola Arsov, Jacques Langevin, Laslo Veres, Christian Martínez y Romuald Rat. Todos ellos fueron acusados de homicidio involuntario.

Medios como el norteamericano National Enquirer y el británico News of the World se negaron a comprar las fotografías de los cadáveres que les fueron ofrecidas a altísimos precios. Fue el diario alemán Bild el que publicó las primeras fotos del accidente, ninguna tomada por estos paparazzi. Como protesta, en algunos lugares se organizaron quemas públicas de la revista.

A raíz de este episodio se endureció la legislación y en 2008 fue condenado el fotógrafo británico Jason Fraser por haber publicado en France Dimanche y Paris Match fotos íntimas de Lady Di y Dodi al Fayed tomadas en agosto de 1997. El fotógrafo Galo César Ramírez fue acusado de asalto por haber impactado su coche contra el de la estrella Lindsay Lohan con el fin de fotografiarla. Alessandro Copetti, denunciado en 2007 por haber provocado una persecución contra el príncipe Guillermo y su entonces novia Kate cuando salían de Boujis, una famosa discoteca del South Kensington.

En 2013, el más famoso paparazzi italiano, Fabrizio Corona, fue detenido por chantajear a ricos y famosos a quienes había fotografiado acompañados de mujeres que no eran sus parejas, a veces contratadas por él mismo para que los sedujeran.

En California se aprobó una ley a iniciativa de la actriz Jennifer Aniston para poner freno a las persecuciones automovilísticas como la que costó la vida a Lady Di. Unas fotos del presidente francés François Hollande, tomadas por el paparazzi Sébastien Valiela tras sus encuentros secretos con la actriz Julie Gayet publicadas en la revista Closer. provocaron una crisis política en Francia en 2014. La revista fue condenada a pagar 15.000 euros a la actriz por daños y perjuicios. Valiela es también autor de una fotografía de Miterrand en 1994 con su hija extramatrimonial Mazarine Pingeot, cuya existencia se ignoraba hasta entonces

Entre las fotografías mejor pagadas están las de Claudia Schiffer desnuda (300.000 euros), la de Jonathan Horowitz de Kate Moss esnifando cocaína (250.000 euros), el beso de Penélope Cruz y Javier Bardem en una playa de Maldivas en 2007, Britney Spears con la cabeza rapada…

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

3 COMENTARIOS

  1. Dear Mr. Pastoriza,

    With interest I read your article «Paparazzi: un género polémico».

    I own and manage the estate of the photographer Edward Quinn, whom you count among the paparazzi. I would like to contradict this. Quinn was anything but a paparazzo. In the documentary film «Riviera Cocktail» (2007) by Heinz Bütler, he was even described as an anti-paparazzo: «Quinn was a loner and a decided anti-paparazzo: persistent, but always correct; sometimes ironic, but never hurtful. World stars appreciated him and his photos as much as his friend Pablo Picasso.» In the recently published book «Light on the Riviera. Photography of the Côte d’Azur» by Geneviève Janvrin states: «…the paparazzi represented the most ruthless and aggressive means of making celebrity photographs. In contrast, the Irishman Edward Quinn worked in cooperation with his famous subjects, winning their trust with his discretion and charm.»

    Quinn himself has clearly distanced himself from the Paparazzi: «During the fifties, at each film festival a swarming squad of photographers, mostly Italians, the so-called paparazzi, crowded into Cannes. They behaved like shock troops surrounding actresses and starlets, so as to force them to obey their orders. Even the most famous and cherished stars would have to comply and pose obediently. It was very difficult to compete with the paparazzi, as they leagued up together to prevent other photographers to get a picture. While one of them cornered an actress to photograph her, the others would block the access so as to keep any other reporter away from their prey.

    Fortunately I knew the paparazzi’s strategies and somehow managed to outwit them. I had to try and anticipate where the stars would go, by getting information from different sources: press agents, hotel concierges, friends etc. When I did get a scoop, the paparazzi with whom I stayed on quite friendly terms, would always acknowledge it.»

    I know of only two or three photos of Quinn that he took with a telephoto lens, without the star photographed being aware of it. To call Quinn a paparazzo because of this I think is negligent. Just as you don’t call Cartier-Bresson a paparazzo just because of his picture of Charles Henri Ford.

    I attach a few pictures of Quinn together with people he photographed: Frank Sinatra, Kim Novak, Pablo Picasso. I don’t suppose there are any similarly friendly images for example of Ron Galella with his subjects.

    I would like to ask you in the future not to count Quinn among the paparazzi.

    Best regards,
    Wolfgang Frei

  2. A este buen y documentado artículo, aportar que existía en Bratislava un monumento al paparazzi -ignoro si hay otra ciudad con esta representación callejera-. Se encontraba en la esquina de las calles Radničná y Laurinská, junto a un restaurante llamado Paparazzi, precisamente. El local cerró y los propietarios se llevaron la estatua, que era de su propiedad, a otro, el restaurante UFO. Las autoridades locales negocian que pueda volver a sus calles porque era una auténtica atracción turística.

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