Francisco Andújar Cruz
En estos momentos sigo a otros 1026 usuarios de la Red Social Twitter. Por mis gustos e intereses la mayoría están relacionados con el periodismo o la literatura, pero la práctica totalidad de los que son personas físicas, no empresas, ni instituciones, revelan una gran atención por la actualidad política, social y cultural. En general los veo como personas racionales, preocupadas por lo que pasa a su alrededor y abiertas a dar su opinión y conocer la de los demás. Honestos interlocutores en este debate, en corto y apresurado, que caracteriza nuestra época. Como además, somos muchos los que no dudamos en “hacer retwit” de aquellos “twits” que, por algún motivo, nos merecen poderosamente la atención, la audiencia se expande, amplia, multiplica, más allá de nuestro control.
De la interminable e incansable sucesión de “perlas” que desfila ante nuestros ojos, de esa curiosísima colección de brevísimas creaciones literarias -que poco se prodiga la poesía en Twitter-, de pronto, alguna prosa, congela nuestro índice sobre el ratón y rompe la cadencia de clics, obligándonos a leer dos, tres veces… y nos gusta, nos gusta mucho. O nos plantea una duda, un desacuerdo, despierta una emoción, a favor o en contra. No nos deja indiferentes. Ha tocado alguna fibra interna de nuestro ser.
Tan breve como su continente y pese a la profundidad de su contenido, volvemos al proceso de hacer “scroll”, para que los “twits” sigan deslizándose sobre la lisa superficie del monitor, y el dedo índice recupera su ritmo, como un metrónomo de la información y proseguimos la tertulia digital, infinita, universal, enciclopédica, dispersa y libre.
Pero la caña de pescar estaba echada y algunas piezas han quedado prendidas de mi anzuelo. ¿Por qué? Quien lo sabe. Escurridizas presas que me gusta exhibir a todos, capturadas por este pescador en Twitter.
¿Qué despierta a un pueblo y lo hace rebelarse?
Imposible reprimir la exhibición de orgullo compartido y cobrarse viejos agravios
Como resumir magistralmente todo un concepto muy complejo
Dentro del problema, compartiendo la angustia y el pesar.
Contesté: “Esta imagen vale muchos kilos de palabras”
Ironía fina pero contundente.
Y como soy de lo que creo que, aunque no me gusta la “pacatería” de lo políticamente correcto, lo valiente no quita lo cortés:
Esta es mi pesca de esta semana. Me ha encantado presumir de mis “pescados” y no me llames exagerado por decir que son “así de grandes”.