Los expertos en el estudio de redes sociales aseguran que estas trasforman estilos de vida, determinan algunas prácticas y crean un nuevo vocabulario, amén de otras bondades; pero tienen la desventaja de crear confusión y acentuar el desconocimiento, sobre todo cuando no se manejan con la debida moderación.
Existen quienes las utilizan con malas intenciones, y las aprovechan para destilar odio, para la ofensa, para la calumnia y otras actitudes malsanas. En materia del lenguaje, la cosa es particularmente interesante, dado que algunas personas, basadas en que son un espacio para la libre expresión del pensamiento, escriben unas barbaridades que evidencian su desconocimiento en lo tocante a la escritura.
Paralelo a ello, muchas personas de manera regular aportan ideas para el debate y soluciones para casos de dudas e impropiedades frecuentes. Hoy voy a referirme a varios casos que me han sido planteados por algunos amigos usuarios habituales de Facebook y Twitter, que han entendido que nunca se termina de aprender, y en virtud de ello no han tenido ningún problema en admitir sus dudas.
He recibido inquietudes sobre si es lícito usar primeramente con sentido de adverbio de tiempo o de orden; sobre el uso de mayúsculas y minúsculas, de las palabras concejo y consejo, de la diferencia entre oír y escuchar, ver y mirar, amén de otros interesantes asuntos que demuestran que, a pesar de las debilidades, hay un marcado interés por contribuir con el mejoramiento del lenguaje oral y escrito.
Antes, le envío un cordial saludo a la joven venezolana Francis Travieso, hija de mi gran amigo Telmo, residente en San Sebastián, ciudad turística, capital de la provincia de Guipúzcoa, en la comunidad autónoma del País Vasco, situada a 20 kilómetros de la frontera con Francia. Francis, al igual que sus padres, se siente agradecida con el trato cordial que, tanto el gobierno, como el pueblo español le han brindado en su estada en ese país. ¡Saludos, Francis!
Sin complicaciones gramaticales, es prudente aclarar que primeramente sí se puede usar sin riesgo de incurrir en error, seguido de segundamente, terceramente y cuartamente, etc. Ahora, se debe tener presente que esa es una forma anticuada, ante la cual muchos redactores optan por no usarla y apelan a “en primer lugar”, “en segundo lugar”, “en tercer lugar” y “en cuarto lugar”, respectivamente. Muy frecuente es la expresión “primeramente Dios”, que pondera la supremacía del Todopoderoso, que con el perdón de los que no creen, es el creador del cielo y de la tierra.
En el caso de mayúsculas y minúsculas el asunto es sencillo de resolver, pues solo bastaría con distinguir entre nombres propios y nombres comunes, para usarlas adecuadamente. Algunos le colocan mayúsculas a todo lo que se les antoja, sobre todo cuando se trata de saludos. Es frecuente leer comunicaciones como: “Reciba un saludo Revolucionario, Patriota, Antiimperialista, Socialista y profundamente Chavista”. No tiene ningún sentido escribir esos calificativos con inicial mayúscula, que además de empalagosos, falsos y adulantes, son muestra de una escritura defectuosa.
Concejo y consejo son palabras homófonas, y por eso se debe tener presente que el único que se escribe con “C” es el municipal. De paso, se incurre en redundancia cuando se habla o se escribe “Concejo Municipal del municipio Guanarito”, pues al ser municipal (escrito con C), debe sobrentenderse que es del municipio. El origen de la “C” para el concejo municipal está en la Reconquista española, “proceso histórico en que los reinos cristianos de la Península Ibérica buscaron el control peninsular en poder de los musulmanes”, y de lo que por ahora no voy a hablarles. Edil es sinónimo de concejal, aunque en Colombia, no sé por cuál razón, concejal es una cosa, y edil, otra; pero ambos son propios del municipio como división del poder. Cabe acotar que el puesto que ocupa un concejal, un legislador estadal o un miembro de la Asamblea Nacional, es una curul y no un curul.
Los verbos oír y escuchar; ver y mirar tienen una sutil diferencia que conviene conocer e identificar para usarlos adecuadamente. Oír es una acción inconsciente, es decir, refleja; en tanto que escuchar es voluntaria. El mismo criterio se aplica a ver y mirar. Se puede oír sin escuchar y ver sin mirar.