Aún en estos tiempos complicados por el cambio climático y patanes criminales que como Trump, Putin y Netanyahu, destruyen vidas, familias y esperanzas de millones de personas, es posible encontrar buenas noticias para empezar el año.
Un artículo de Ana Puentes para El País del 23 de diciembre, enlistó diez relacionadas a proyectos comunitarios.
Entre ellas, el acuerdo de Unitaid y la Fundación Gates para garantizar a 120 países de bajos ingresos, el acceso a lenacapavir; fármaco que revolucionará la prevención del VIH, porque se aplica solo dos veces al año y su precio bajó de 28.000 dólares por persona al año, a cuarenta.
Los países miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aprobaron un tratado de pandemias para proteger a los más pobres, con investigaciones financiadas con dinero público y una red de distribución de medicamentos rápida y equitativa.
Una misión secreta salvó de la guerra en Sudán un lote de 1884 semillas de sorgo, mijo perla, cacahuete, sésamo, sandía y melón Vigna y lo depositó en el Banco Mundial de Semillas de Svalbard, Noruega.
Se formaron clubes de lectura y préstamo de libros para mujeres y niñas afganas que resisten al Talibán, y Begum TV les dará desde Paris apoyo psicológico, música y entretenimiento.
Diez y seis países estrenaron en abril la Agencia Espacial Africana (AfSA), que coordinará esfuerzos para crear herramientas que ayuden a la economía y medio ambiente.
La India aceleró la electrificación de los tuctucs, popular opción de transporte.
En Malaui se construyeron sistemas de riego alimentados por energía solar, para prevenir hambrunas en zonas de extrema sequía.
La Red de Mujeres bolivianas en Defensa del Lago Titicaca, consiguió protección para el lago navegable más alto del mundo.
En Nigeria avanzó la Gran Muralla Verde Africana de 8000 kilómetros de largo y quince de ancho.
Granada está aprovechando el sargazo de sus playas caribeñas para hacer cosméticos.
En España, la Inteligencia Artificial está convirtiendo microscopios convencionales en dispositivos capaces de detectar en segundos, enfermedades parasitarias como la malaria.
Por notas en la BBC y otros medios, me enteré que los abrazos reducen la inflamación.
Y según su corresponsal de salud y ciencia, James Gallagher, investigaciones en el Hospital Real de Edimburgo abren la posibilidad de descubrir a corto plazo, medicinas para retrasar y detener las demencias.
La doctora Claire Durrant, experta en Alzheimer de la Universidad de Edimburgo y cuyo laboratorio es uno de los pocos que trabaja con tejido cerebral adulto, está enfocada en saber por qué no funcionen las conexiones entre neuronas, llamadas sinapsis y se acumulan las proteínas tóxicas amiloide y tau, en el cerebro de personas con esta terrible y temida enfermedad.
«Conocer la rapidez de la destrucción que provoca el Alzheimer, permitirá pararla» dijo.
Hay también buenas noticias para los cientos de millones de insomnes, que hay en el mundo.
Se ha descubierto que el kiwi, el jugo de cerezas ácidas y la leche tibia ayudan a dormir bien, por sus cualidades antioxidantes y su contenido de tryptophan precursor de la serótina, que se convierte en melatonina y regulariza el ciclo «dormir-despertar».
Producimos melatonina naturalmente todos los días cuando empieza a oscurecer y también al comer frutas, vegetales de hojas verdes, granos enteros, nueces, pescado y huevos.
Y haciéndolo durante al menos dos meses, el sueño mejorará notablemente, porque esos alimentos contienen magnesio que reduce el cortisol que es la hormona del estrés, calma el sistema nervioso y favorece la salud mental; y el mal sueño y la depresión, están ligados.
Nuestros cuerpos producirán más melatonina, siguiendo las recomendaciones médicas de desayunar bien, temprano y en sitios donde entre el sol.
Y cenar horas antes de acostarse y en lugares poco iluminados.
Otro estudio ratifica que las ideas que tenemos sobre la vejez inciden en la forma cómo envejecemos.
Ellen Langer, primera mujer en convertirse en psicóloga en la Universidad de Harvard, advertía ya en 1950 que si se aplica a cuidar una planta y se permite más independencia a los ancianos residentes en asilos, mejora su salud física y psicológica, memoria y destreza manual.
Y un artículo publicado en European Journal of Ageing este septiembre, detectó una doble vara para medir el inicio de la vejez.
El primero está determinado por la sociedad y el otro por cada persona.
Para los que se sienten y definen como viejos, la vejez empieza antes y al reducir su actividad, aumentan su fragilidad y riesgo de caídas, padecimientos graves y pérdida de autonomía.
Quienes se piensan más jóvenes que los años que tienen, retrasan la fecha de su vejez y son independientes durante más años.
